Karl Egloff, corredor de montaña
“Quiero escalar en velocidad la pared sur del nevado Aconcagua”
Se frota las manos, es como si el frío de las primeras expediciones le espeluznara el cuerpo. Karl Egloff emprenderá este miércoles su primer desafío en 2018: ascender en velocidad la pared sur del Aconcagua, cuyos 6.962 m lo convierten en la montaña más alta de América.
Después de este cometido se meterá de lleno en el nevado Denali, su cuarto reto dentro del proyecto ‘Siete Cumbres’, con el que desea imponer los récords mundiales de speed climbing en la cima más alta de cada masa continental.
Tiene el récord mundial en speed climbing del Aconcagua, lo hizo en febrero de 2015 ¿Qué diferencia hay desde la pared sur?
La diferencia es enorme. En 2015 subí por la ruta normal, sin complicación técnica, era un reto de distancia. Lo de ahora es un desafío vertical, escalada en roca, hielo y con peligro de avalanchas todo el tiempo. Físicamente, como tal, correr ahí es imposible, es todo escalada en velocidad, otra faceta mía.
¿Cuál y de quién es la marca mundial a batir en esta modalidad?
El récord es del francés Bruno Sourzac que subió en 22 horas en 2002. Lo hizo en solitario. Un gran tiempo para una pared de 2.700 metros positivos de desnivel. Equivale a subirte en vertical dos veces el Chimborazo.
¿Lo hará solo?
Me voy con Nicolás Miranda. Ambos deseamos vencer la más emblemática de Sudamérica, una pared que ha costado muchas vidas. Luego de eso regresaré por cuestiones laborales. Nicolás se quedará porque luego irá Daniela Sandoval, la ecuatoriana que quiere batir el récord mundial femenino en speed climbing en el Aconcagua por la ruta normal.
¿Qué viene para usted después de su aventura en Argentina?
El Denali, mi cuarto propósito dentro del proyecto ‘Siete Cumbres’. Se trata de la montaña más alta de Norteamérica (6.190 m), que está en la cordillera de Alaska. Es el pico más frío del mundo, una montaña con muchísimas grietas, mucha acumulación de nieve. Por distancia se corren casi 60 km ida y vuelta. De las ‘Siete Cumbres’ es en la que más desnivel se hace.
¿A qué se refiere cuando dice que es la montaña más fría del planeta?
Está a 40 grados bajo cero, hay mucho glaciar, esta es la única que tengo que correr con raquetas, es la nueva adaptación que debo hacer a mi preparación. Tengo que traer equipo de Europa para poder entrenar. Las prácticas las haré en el Cayambe. De acuerdo a lo planificado estaré en Alaska entre el 5 y 26 de mayo. Pienso atacar la cumbre entre el 22 y el 24.
Al recibir el premio al mejor deportista extremo del país en 2017 dijo que no se hidrató cuando hizo el nuevo récord mundial en el Elbrús. ¿Puede correr sin rehidratarse?
Me acompañaron a Rusia unos corredores amigos, a quienes les propuse que mientras cumpla mi aclimatación al Elbrús (5.642 m), ellos coronen esa, la montaña más alta de Europa. Ellos me ayudarían colocándose en ciertos puntos para darme agua cuando esté descendiendo. Pero como estábamos a 28 grados bajo cero, el agua que llevaron se congeló. Pedí entonces a personas que estaban en el evento que me ayuden, pero al 95% de ellas se les habían congelado los líquidos.
¿Eso le ha dado un plus a su forma de entrenar?
Para registrar la nueva marca me tocó jugar mucho con el factor mental, eso me ha hecho un mejor deportista porque entreno mucho sin agua. Entreno el tema de deshidratación para que no me vuelva a pasar. Cabe recordar que en mayo del año anterior, cuando fue por la marca del Elbrús, primero competí en la Red Fox Elbrus Skymarathon. Esa carrera terminaba en la cima, pero después seguí solo en descenso para el récord.
También mencionó que la organización de la Red Fox Elbrus Skymarathon le puso ciertas trabas. ¿Y eso?
Los escándalos de dopaje que ha habido a escala mundial con deportistas rusos los obliga a reflejar su verdadero carácter. Ellos son muy competitivos, no les es fácil aceptar que alguien ajeno a su país les gane. Pero me gané su respeto, tras vencer en 2016 en la Red Fox Elbrus a su ídolo, el ruso Vitaly Shkel, y batir en 2017 el récord mundial de ascenso-descenso que él tenía en ese macizo.
¿Pero de qué manera intentaron entorpecer su objetivo de inscribir la marca?
Al subir a la cima quise dejar mi mochila, porque ahí terminaba la competencia, pero la organización no me permitió sacarme la mochila. No tenía lógica porque la carrera ya había acabado y lo demás era mi propósito particular, bajar para conseguir el récord mundial en speed climbing. Me tocó seguir con la mochila hasta terminar de correr.
¿Hubo algún reclamo?
Al final los mejores montañistas de Rusia estaban ahí, no compitiendo, sino como parte de la organización. No hubo uno solo que no se acercara para felicitarme. Ganarme el respeto de ellos después de una “batalla” fue algo maravilloso.
¿Cuándo descubrió que lo suyo era el montañismo?
Mi padre, que también se llama Karl Egloff (67 años), nació en Suiza, casi en la frontera con Alemania, en un lugar maravilloso, lleno de montañas, muy bonito. Él tiene una carpintería de diseño ruso, pero también era guía de montaña. Me inculcó desde pequeño este deporte. Me llevaba con los grupos que guiaba para que haga de cocinero, de ayudante, de chofer. El primer glaciar que subí fue el Cotopaxi, tenía 15 años.
¿Tiene algún otro proyecto luego del ‘Siete Cumbres’?
Junto con Nicolás Miranda y el italiano Nicolás Valsecia queremos atravesar en velocidad la Antártida; el récord mundial es de 41 días sobre 1.100 km. (I)