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El Telégrafo
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La atleta de 19 años le cuenta su testimonio a el telégrafo

“Los nervios no pudieron conmigo este año” (Galería)

Marlin Viveros, quien nació en el Valle del Chota (Imbabura), practica judo desde los 7 años. Foto: Pilar Vera / El Telégrafo.
Marlin Viveros, quien nació en el Valle del Chota (Imbabura), practica judo desde los 7 años. Foto: Pilar Vera / El Telégrafo.
30 de octubre de 2014 - 00:00 - Redacción Fanático

“Los nervios e inseguridad que me atormentaban antes de cada competencia los dejé el año pasado en Eslovenia, en el Mundial Júnior de Judo 2013. Ahora, en Fort Lauderdale (Miami), todo fue distinto. Llegué motivada y decidida a conseguir una medalla, y gané el bronce, el primero en la historia de Ecuador en citas mundialistas.

Reconozco que durante el viaje me sentí un poco nerviosa. La idea de representar al país nuevamente en el torneo en el que hace un año había quedado eliminada en la primera pelea me puso así. Sin embargo, cuando aterrizó el avión me sentí más segura.

En el entrenamiento previo al  Mundial, mi entrenador Roberto Ibáñez me volvió a decir que no pierda la confianza, que tengo el potencial para llegar lejos. Aunque admito que minutos antes de pelear con la georgiana Elene Kebadze estaba ansiosa. Fue la más dura batalla de mi carrera porque tenía la adrenalina elevada, si perdía quedaba eliminada. Además de que Elene venía de ganar bronce en la Copa Europea. Después enfrenté a la japonesa Sarah Asahina, quien fue la campeona mundial de los +78 kg.

Con la asiática tuve un combate reñido, lastimosamente ella me ganó y pasó a la semifinal. Yo, en cambio, fui al repechaje con la cubana Gusmary García. En esa pelea fui tácticamente superior. Después encaré a la coreana Mi Jin-Han, a quien la derroté y por ende gané la presea de bronce. Recuerdo que el consejo de mi entrenador Ibáñez fue que me divierta y no me deje intimidar. Lo más emocionante de esa pelea fue que derroté a la asiática por estrangulación, el llamado ippon.

En ese momento sentí que tenía a mi alrededor a mis compañeros de equipo y entrenadores felicitándome por haber conseguido la primera y única medalla mundial para Ecuador. Después de las felicitaciones de mis entrenadores, los mensajes en mi página de Facebook no paraban de llegar. Los que me escribían eran mis entrenadores provinciales, la gente que me quiere, mis familiares y mi madre, que es la persona más importante para mí”.

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