En 2014, el montañista ecuatoriano Karl Egloff empezó el proyecto Seven Summits, que busca coronar las cimas de las montañas más altas de cada continente.

Transcurrido el tiempo y luego de llegar a las cumbres de cuatro de las siete elevaciones se ha propuesto lograr la meta más grande de su vida, el Everest (8.848 metros sobre el nivel del mar).

Lo particular del plan que maneja el también técnico en administración de empresas, título que logró en Suiza, es que lo hace en la modalidad speedclimbing, que tiene que ver con escalar a la cumbre y luego bajar en el menor tiempo posible.

Y con la que alcanzó los récords en el Kilimanjaro, África (5.895 m), en 2014; al año siguiente (2015) lo hizo en el Aconcagua (6.960 m), América del Sur, en el europeo monte Elbrus (5.642 m) en 2017 y más recientemente en el Denali, en Alaska (América del Norte) en 2019.

Los pasos previos a conseguir el objetivo grande serán primero coronar el Vinson, algo que intentará entre diciembre de este año o enero del próximo, que será la prioridad del escalador.

Antes y si todo sale como lo tiene planificando entrará en un pico deportivo entre agosto y septiembre donde intervendrá en algunas carreras de trail (correr en montaña) en Europa.

Para terminado esto, en octubre o noviembre tiene en mente subir al Carstensz Pyramid (4.884 msnm) en Nueva Guinea (Oceanía), que sería el quinto Seven Summits de su proyecto y el sexto sería el Vinson.

Una vez completadas las seis elevaciones iniciará la preparación definitiva para el Everest, por lo que ha empezado a portear (llevar peso a campamentos altos) en altura para mejorar físicamente, con la visión de que en dos años máximo completar su proyecto.

Ese alistamiento también lo combina subiendo glaciares constantemente porque “hay que aumentar la cantidad de glóbulos rojos y volverme muy fuerte”, comentó el quiteño de 38 años, quien ha llegado a un consenso con la familia, amigos, equipo de trabajo y auspiciantes, de que “voy a ir por ese Everest mejor preparado que nunca”, sostuvo con convicción.

Esta disciplina de aventura implica estar alejado mucho tiempo de su esposa, Adriana Velasco y de su hijo, Julián, de cuatro años, por lo que el hincha de Deportivo Quito busca un balance.

Ese equilibrio lo concuerdan con Adriana. Así por ejemplo si Karl viaja a una expedición fuera del país deben buscar un tiempo para las vacaciones familiares.

Dado el éxito que ha tenido en estos últimos años las propuestas de excursiones y competencias no han faltado para Karl, pero está consciente de que si solo piensa en sí mismo puede llegar a quedarse solo, por eso se esfuerza de pasar tiempo junto con sus seres queridos.

Dentro de ese fortalecimiento físico afianzó la relación con Nicolás Miranda, quien ha sido su mano derecha y amigo en las anteriores expediciones en los Seven, y también conversó con los reconocidos montañistas Carla Pérez y Esteban “El Topo” Mena, de los cuales sacará lo mejor de su experiencia en las cumbres.

El Everest, ubicado en el Himalaya, posee un poco más de 1.000 msnm en relación con las otras elevaciones coronadas por el quiteño y eso se presenta como un nuevo reto para él. Sin embargo comentó que a los 7.000 metros se siente bien y sólido, pero no sabe lo que pase después por lo que necesita estar en más montañas por sobre los 8.000 msnm.

Toda esta planificación anual no sería posible sin el apoyo de las empresas privadas y públicas. En este caso el hijo de la ecuatoriana Susana Steiner; fallecida en 1997 y del suizo Karl Egloff, pertenece al equipo de aventura de Movistar Ecuador.

También es uno de los voceros de la campaña que emprendió el asambleísta Sebastián Palacios para que los deportistas se beneficien de una ley tributaria y reciban el respaldo de las compañías.

Por su apellido de origen suizo a Karl lo confundían como extranjero y le decían que busque apoyo en su país, pero su amor por Ecuador lo hizo seguir dejando en alto el nombre del país. Egloff contempla que tras completar el Seven Summits nacerán nuevos y ambiciosos proyectos. (I)