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El Telégrafo
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Freddy Figueroa empezó en el judo para no reprobar en el colegio

El judoca ecuatoriano Freddy Figueroa (azul) somete al argentino Héctor Campos, en su último combate de los Juegos Suramericanos. El “tricolor” cayó en su primera pelea y luego de disputar tres más, forzó la definición de la medalla en un desempate.
El judoca ecuatoriano Freddy Figueroa (azul) somete al argentino Héctor Campos, en su último combate de los Juegos Suramericanos. El “tricolor” cayó en su primera pelea y luego de disputar tres más, forzó la definición de la medalla en un desempate.
Foto: Luis Cheme
01 de junio de 2018 - 00:00 - Luis Cheme

Freddy Figueroa estaba a punto de perder el año en Cultura Física cuando se vio obligado a tomar una decisión trascendental en su vida. El profesor que impartía esa materia en primer curso del colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil le puso un ultimátum: si quería pasar de año debía practicar un deporte.

Se inscribió en taekwondo, pero solo duró un día en esa disciplina. Uno de los entrenadores del colegio vio en él condiciones innatas para la práctica de judo, así que le sugirió a la mamá de Figueroa que lo cambiara de deporte.

Su madre, enfurecida porque su hijo estaba perdiendo el año en la materia más fácil de toda la malla curricular, lo sentó un día en la sala de la casa y le dijo que, si no aceptaba la oportunidad que le brindaban los profesores lo iba a sacar del colegio definitivamente.

La amenaza dio resultado. Poco a poco Figueroa se fue enamorando del mundo del tatami y los judogi hasta que se convirtió en un judoca de élite que no se cansa de cosechar medallas para el país.

La última la consiguió el miércoles pasado, en el coliseo José Villazón Pedero, en los Juegos Suramericanos Cochabamba 2018. También practicó baloncesto, pero estaba destinado al judo.

El guayaquileño de 23 años arrancó la jornada en Cochabamba con una derrota frente al venezolano Pedro Pineda en la división +100 kg, pero esa rápida y repentina caída en menos de 20 segundos no mermó su estado de ánimo, por el  contrario, lo fortaleció para encarar el resto de peleas.

Le hizo frente a tres combates más y terminó forzando a una disputa por el oro, debido al triple empate en victorias con el venezolano Pedro Pineda y el argentino Héctor Campos. Las peleas de Figueroa fueron más cortas, eso hizo que llegue al combate final en mejor estado físico que sus adversarios. Y así fue como venció por ippon a Campos para consagrarse campeón suramericano.

“Le dedico esta medalla a los manabitas y esmeraldeños que aún sufren los estragos del terremoto de 2016. Con ellos quiero compartir la alegría que ahora siento por este triunfo”, dijo el judoca después de la premiación.

Cuando bajó del tatami, lo primero que hizo Freddy fue buscar a su entrenador y excompañero José Romero, a quien levantó en un fuerte y prolongado abrazo que arrancó los aplausos de los cochabambinos que estaban en el coliseo.

Ese no fue el único abrazo. Cuando llegó a la zona de calentamiento ubicada atrás del escenario deportivo, otros judocas y karatecas que integran la delegación ecuatoriana que compite en Cochabamba también lo felicitaron en conjunto.

Lenín Preciado –también medallista de oro suramericano en la categoría -60 kilogramos–, Vanessa Chalá, Estefanía García, Priscila Lazo y Valeria Echever lo felicitaron y ovacionaron. Hasta compartieron con él una barra de chocolate que en ese momento estaban comiendo.

Sin embargo, Figueroa llegó mermado a sus combates por una lesión imprevista, días antes de su participación. El lunes pasado sufrió un esguince en un tendón del dedo pulgar de la mano derecha. La lesión ocurrió mientras se entrenaba con pesas en el gimnasio de la Villa Suramericana.

Los dedos en judo son fundamentales en el momento de agarrar al oponente. Fue justamente ese dolor el que hizo que perdiera el primer combate de la jornada.

Por su estatura (1,90 m) y gran corpulencia, Freddy proyecta una imagen intimidante, pero realmente su personalidad contrasta con su apariencia. Sus compañeras y amigos lo identifican como una persona “dulce” que suele conmoverse con el mínimo gesto de cariño.

Aquello, según su entrenador José Romero, es contraproducente con el deporte que practica, ya que en esta disciplina se debe mostrar mucho temperamento y agresividad frente a los rivales.

Incluso, cuenta Romero, que le ha tocado trabajar en esos aspectos, para tener mayores armas durante los torneos internacionales.

Y las largas jornadas de entrenamientos han dado excelentes resultados. Freddy Figueroa es campeón panamericano juvenil, campeón suramericano y panamericano sénior, vicecampeón de Juegos Panamericanos y campeón bolivariano.

“Judocas como él, en la categoría +100 kilogramos no hay en Ecuador, por eso hay que cuidarlo mucho en todos los aspectos. Es una de las cartas fuertes que tiene el país de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020”, analizó Romero, quien lo conoce y lo trabajó desde su etapa como juvenil. Junto a él ha vivido un sinnúmero de experiencias, anécdotas, victorias y derrotas. La que más recuerda ocurrió en Japón durante una base se entrenamiento. En esa ocasión disputó 22 combates de preparación en un solo día y terminó tan cansado que durmió casi 40 horas ininterrumpidas.

Su objetivo inmediato son los Juegos Panamericanos Lima 2019 y la clasificación a los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Para conseguir un cupo a esa primera cita deportiva deberá destacar en el torneo regional de Lima, que se realizará entre el 22 y 24 de junio. Freddy, llamado el “Gigante ecuatoriano” por varios medios deportivos internacionales, no se cansa de soñar. (I) 

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