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El Telégrafo
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La escuela Date un Chance pule a 50 boxeadores del sur

Los jóvenes pugilistas entrenan en la planta alta de una casa que la fundación alquila. En el lugar se improvisó un cuadrilátero de box y se instalaron implementos para los entrenamientos.
Los jóvenes pugilistas entrenan en la planta alta de una casa que la fundación alquila. En el lugar se improvisó un cuadrilátero de box y se instalaron implementos para los entrenamientos.
Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
04 de noviembre de 2019 - 00:00 - Redacción Fanático

Cerca de 50 niños y jóvenes de la cooperativa Dignidad Popular -en las Malvinas-, al sur de Guayaquil, encontraron en la práctica del boxeo un verdadero refugio.

Gracias al trabajo realizado por la fundación Date un Chance, este grupo tiene un lugar donde entrenar box y así mantenerse alejado de los problemas que aquejan al sector, principalmente de las drogas y la delincuencia.

Los entrenamientos se realizan todos los días en dos horarios (matutino y vespertino), en la parte alta de una casa que la fundación alquila. En ese lugar se improvisó un cuadrilátero y además se instalaron algunos elementos para el entrenamiento: varios sacos y algunas llantas.

Luis Castillo es uno de los entrenadores de la escuela. Él considera que varios jóvenes tienen las condiciones para seguir en el box y que solo deben seguir practicando. “El sector (las Malvinas) tiene madera para el box. Yo creo que el hecho de que los niños y jóvenes están en la calle ha ayudado, porque en la calle es donde está la pelea”.

Uno de ellos es Ismael Borja, de 11 años, quien hace poco ganó la medalla de oro en el campeonato Guantes de Oro. A pesar de su corta edad es uno de los más rápidos para aprender las técnicas del boxeo.

Su ídolo es el exboxeador Floyd Mayweather y quiere seguir sus pasos. Según su entrenador, tiene el biotipo para ser un campeón, pero necesita pulir detalles. Durante la última fase del entrenamiento del día, Borja realizó una pelea contra un compañero para demostrar lo aprendido en la clase.

En los tres minutos que duró en combate sometió a su rival -un joven más alto y de mayor edad-. Continuamente lo llevó hasta las cuerdas con golpes combinados, pero en especial con su derecha. Al final, y luego de quitarse los guantes de color rosa, realizó algunos ejercicios físicos y se despidió.

Otro que tiene madera de boxeador -en palabras de Castillo- es Manuel Fernández, de 13 años. El entrenador destaca su buena técnica y fortaleza mental.

Fernández combina los entrenamientos con los estudios y el trabajo. Atraviesa el noveno año del colegio Nueve de Octubre y reconoce que en las últimas semanas ha mejorado su disciplina, gracias a lo que aprende con Castillo.

Aunque no lo obligan, él siente la necesidad de ayudar en casa y los fines de semana sale con su hermano, quien es comerciante informal. Uno de sus mayores anhelos es convertirse en boxeador profesional y ayudar económicamente a su familia.

Fernández y Borja, para seguir puliendo sus técnicas, necesitan más implementos y chequeos médicos para mejorar su condición física.

Una de las urgencias que tiene la escuela de box es la de un cuadrilátero para poder realizar entrenamientos y programar combates.

Daniel Vargas, vicepresidente de la fundación, valora las ganas y la predisposición de los niños y jóvenes, pero -al igual que  Castillo- considera que necesitan apoyo adicional para reforzar la escuela. “Aquí todo el trabajo que realizamos es un voluntariado, pero necesitamos ayuda para seguir sirviendo a más chicos del sector, la idea es tener un espacio más grande”.

Madres de cerca

Son las 15:15 de un jueves y seis madres de familia observan las prácticas de boxeo, en la escuela de la fundación Date un Chance. Entre ellas está Milena Caicedo, que en las últimas semanas se ha convertido en una especie de motivadora, ya que está convencida de que a través del deporte es posible lograr grandes cambios.

Ella destaca el trabajo que ha realizan el equipo de la escuela de box, ya que vio los resultados en su hijo Richard Bustos, quien se apunta como una de las promesas del sector. “Mi hijo antes solo quería estar en la calle, pero desde que viene a entrenar ya no lo hace, en vez de salir viene a concentrarse aquí. Los profesores, más allá del deporte, les han enseñado disciplina y valores cristianos”.

Milena también revela que la disciplina que su hijo ha desarrollado en la escuela de box, le ha permitido mejorar su rendimiento y conducta en el colegio Camilo Gallegos.

Al ver el cambio positivo en su hijo, ella misma se ha motivado y pasa más tiempo en la fundación. Su función es motivar a otras madres y buscar a más niños y jóvenes que deseen participar en las actividades, no solo en las deportivas sino también en las educativas. (I)

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