Emily Alves da Cunha Lima, entrenadora de la Selección Ecuatoriana de Fútbol
Una admiradora de Rivelino se hace cargo de la Tricolor femenina
Emily Lima llegó hasta las lágrimas durante su presentación. El fútbol la conmueve y más aún si se trata del femenino, al que representa y por el que lucha.
La Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) la contrató para que dirija al seleccionado nacional femenino, con la intención de volver a un Mundial de Fútbol de la FIFA, tras la primera experiencia lograda en Canadá 2015.
Durante su presentación, ella se emocionó de ver la sala de prensa llena. “Todos están aquí para hablar de fútbol femenino. Vivo el fútbol y hoy tengo una oportunidad para continuar haciendo lo que me gusta”.
La emoción se duplicó, cuando el departamento de prensa de la FEF presentó un video con una recopilación de saludos de gente cercana a ella, su familia, sus amigas y jugadoras a las que había dirigido anteriormente.
En la oscuridad, mientras se proyectaba el video, se limpió las lágrimas. También apareció su mamá, Oneida Alves y su hermano Weber Lima, uno de los “culpables” para que ella se dedique a la dirección técnica.
Tras su retiro prematuro del fútbol en 2009 por una lesión de rodilla, Lima tenía el plan de enfocarse en la gestión del fútbol femenino, pero nunca se imaginó trabajando en cancha.
En su infancia, Weber y Emily compartieron muchos momentos alrededor del fútbol. Su padre los motivó a la práctica del balompié y ella apartó a las muñecas y se centró en la pelota de fútbol.
Ya adultos, Weber fue quien la impulsó a que se dedique a ser entrenadora, pues veía que su perfil era idóneo para esa actividad.
En 2010 hizo los cursos correspondientes para ser entrenadora, después de que su hermano la convenció de dedicarse a aquello.
Estudió en la Academia de la Confederación Brasileña de Fútbol y ahora posee todas las licencias que un estratega necesita. Está por terminar las clases para conseguir la máxima licencia de Brasil.
Así, en 2010, se vinculó como asistente técnica y supervisora del club Portuguesa, en su natal Sao Paulo.
Un año más tarde recibió su primera gran oportunidad para ser la primera al mando en Juventus. Así empezó su carrera profesional, pero después de muchos años jugando al más alto nivel.
En su recorrido deportivo, además de jugar en su natal Brasil, lo hizo en España durante seis años y culminó su carrera en el Napoli de Italia.
Jugó en la selección sub-17 de Brasil y años más tarde en la absoluta de Portugal, cuando le pidieron que se nacionalice debido a su gran capacidad como volante.
Lima admira a Roberto Rivelino, aquel centrocampista zurdo que destacó en el Mundial de México 1970, cuando Brasil se coronó campeón.
A pesar de que nunca lo pudo ver, los videos de sus regates y sus potentes disparos la conquistaron. Además de que ella actuaba en la misma posición que él.
En su hogar jugar fútbol no fue nunca un impedimento. Pero mientras creció se encontró con los prejuicios de que por ser mujer no podía hacerlo.
“Las mujeres debemos probar cada día que podemos ocupar las posiciones que tradicionalmente fueron de los hombres. Es un cambio cultural, social, pero las barreras están cayendo y vamos conquistando nuestros espacios, poco a poco”, dijo en una entrevista con la FIFA.
En 2013 empezó su contacto con seleccionados. Primero lo hizo con elencos juveniles femeninos, en la sub-15 y sub-17 brasileñas.
En 2015 llegó al Sao José, uno de los equipos más ganadores en el fútbol brasileño.
Al año siguiente (2016), por su buena temporada con Sao José, fue elegida para comandar la selección absoluta femenina de Brasil.
Fue la primera mujer en ocupar ese cargo hasta 2017.
Un año después estuvo al frente de Santos de su país y llegó hasta la final de la Copa Libertadores femenina, donde Atlético Huila de Colombia las derrotó.
La brasileña, nacida en Sao Paulo, es admiradora del hoy entrenador del Tottenham, José Mourinho y también del DT del Manchester City, el español Pep Guardiola.
Un tercer entrenador al que prefiere es su compatriota, Luiz Felipe Scolari, “Felipao”, del que destaca la familia que consigue consolidar entre jugadores y el cuerpo técnico.
Define su estilo de juego como vertical, pero para aplicarlo en la selección nacional necesitará tiempo.
Primero observará qué modelo de juego le calza a las jugadoras con las que contará para las competiciones.
La intensidad de juego es otra de las características que pretende en sus equipos, pero trabaja ordenadamente con las líneas para desplegar un juego contundente con una transición rápida.
Hace un mes llegó a Quito para empezar a trabajar con la selección. Ya estuvo con la sub-17 y ahora desarrolla un microciclo con la selección absoluta.
Jorge Célico, director de las formativas, fue uno de los que la ha guiado en sus primeros días en la Casa de la Selección.
Sus nuevos asistentes, Cristian Ayala y Jorge Loaiza, la respaldaron en la labor de elección de jugadoras para su primer llamado.
“Siempre trato a las jugadoras, primero como seres humanos. La motivación debe venir de ellas. Estamos hablando de la selección, nuestro país, nuestra gente, nuestra sangre y no hace falta mucha más motivación que ya estar en la selección”, dijo.
Está tan metida en su cargo al punto de señalar que dejaría la piel por la selección y cuando le consultaron, qué selecciones estarían en su “top 3”, dijo: “Ecuador, Ecuador y Ecuador”.
En su presentación le entregaron una camiseta del combinado nacional y no dudó en ponérsela.
“Ahora yo represento a Ecuador y voy a hacerlo como si fuera mi país. Tengo ganas de trabajar y transmitir estas ganas a las jugadoras que estarán en la selección”. (I)