Tradicionalmente esta disciplina ha sido practicada por la élite en complejos exclusivos de bogotá
El rugby, una alternativa contra la violencia y el conflicto armado en Colombia (Galería)
Reservado en casi toda América Latina a las élites, el rugby se abre camino en Colombia; rompe barreras sociales gracias al interés de sus promotores en convertirlo en una alternativa a la violencia del conflicto armado.
Este deporte, surgido en Inglaterra en el siglo XIX, llegó en 1980 a la nación cafetera, donde al principio solo ingleses y franceses lo jugaban en clubes exclusivos de Bogotá, la capital. Sin embargo, no tardó en practicarse en universidades de todo el país, donde incrementó rápidamente sus adeptos.
Para fines de la década de 1990, ya había varios clubes en todo el país; pero fue en los últimos años que sus impulsores decidieron masificarlo y llevarlo a lugares impensados, como la localidad semirrural y de bajos recursos de Usme, ubicada al sur de Bogotá.
“Hace un año llegamos a Usme para trabajar con niños de 5 a 17 años”, cuenta el entrenador y fundador del Alianza Rugby Club, Edwar Yáñez, un apasionado rugbista que no solo apuesta a popularizar el deporte, sino a usarlo como herramienta de inclusión social.
Iniciativas así permiten acercar las brechas sociales en diversos encuentros anuales, como la reciente Copa Bob Hosty, que se disputó en Bogotá y aglutinó a menores de diversos ambientes socioeconómicos.
“Cuando nos ven compitiendo saben que tienen que tomarnos en serio porque nosotros jugamos con el corazón”, afirma Hans Demetrio Bernal, un estudiante de 13 años de Usme, que lejos de sentirse discriminado, se mostró feliz de jugar encuentros contra clubes de élite, donde aprendió de sus rivales muchos secretos de este deporte.
Usar el rugby para combatir la violencia y fomentar valores como el trabajo en equipo, la solidaridad y el compañerismo, es también el objetivo de la Fundación Colombianitos en Ciudad Bolívar, una de las zonas más turbulentas de Bogotá.
“La idea es dar oportunidad a los niños de conocer un nuevo deporte y a la vez que tengan intercambios con otros sectores de la sociedad, sin importar sus condiciones sociales y con el único fin de divertirse”, indicó el entrenador del club, Oscar Forero.
Las niñas también juegan
El rugby en Colombia también busca romper prejuicios de género. “Vi cómo jugaban los niños y quise intentarlo y me gustó y alcancé mi sueño”, señala la rugbista Luz Mejía Caballero, una niña de 10 años del área rural de Ciudad Bolívar.
Para Yenifer Zamudio, una estudiante de 22 años que juega en el Club Minotauros, el apoyo de distintas instituciones privadas en ese sentido ha sido muy importante. “El deporte hace que se olviden las posibles diferencias”, asegura.
Fredy Tejedor, director de actividades estudiantiles del Colegio Gran Bretaña, que anualmente celebra un torneo con equipos de todos los estratos sociales, aplaude el compromiso de los fundadores de varios clubes para difundir el rubgy y contribuir a la integración de la sociedad. “En un campo de juego no importa de dónde vienes o cuál es la condición socioeconómica de los deportistas”, subraya.
Esta apuesta de ayuda a través del rugby a niños vulnerables a reclutamientos de la guerrilla o de bandas criminales ha llegado ya a lugares con altos índices de violencia del país, como Apartadó, Tierralta y Buenaventura.
Allí funcionan con éxito programas conjuntos de la Cancillería, que aplica una ‘diplomacia deportiva’ con instituciones británicas y francesas. Exjugadores franceses profesionales de rugby han viajado incluso para promover el deporte en Colombia. “Tenemos ya 16.000 muchachos que juegan rugby; es el deporte que más crece en nuestro territorio”, dijo días atrás la canciller María Ángela Holguín, cuando presenció con el príncipe Carlos, de visita en Bogotá, un partido demostración de jóvenes de esos municipios.
Sin llegar al nivel de Argentina, la potencia latinoamericana en esta disciplina, o de Chile y Uruguay, donde también es popular, el rugby ha venido creciendo en Colombia como una herramienta inclusiva y como ‘escudo’ de protección de niñas, niños y jóvenes vulnerables al conflicto armado que afecta al país.
Este incremento ya dio sus primeros frutos en la alta competencia, donde Colombia obtuvo 3 títulos consecutivos en el Sudamericano Juvenil B de Rugby para menores de 18 (Lima 2009, Medellín 2010 y Lima 2011).
También ganó los subcampeonatos de Viña del Mar 2007, Mar del Plata 2010 y Río 2012, en la modalidad de Seven-A-Side Femenino, para muchos un augurio de buen futuro. La intención de los promotores por ahora es que el deporte se popularice en localidades de bajos recursos y que deje de ser una exclusividad de las élites.