Solo un jugador como Lionel Messi puede tener la calma y la efectividad para resolver un partido cerrado y difícil. Su selección intentó por todos lados llegar al gol, pero se topó con el frontón iraní, hasta que una genialidad propia del 10 desactivó el 0-0 y clasificó a la ‘albiceleste’ a los octavos de final del Mundial.

Desde el minuto 1 la intención de Irán fue clara: poblar su propia cancha con todo el equipo y complicar la tarea de Argentina. El DTCarlos Queiroz sabía que una manera de bloquear el talento de los atacantes argentinos era esa y en la primera parte le funcionó a la perfección.  

Los iraníes no propusieron una marca personal a Lionel Messi, pero sí lo miraban con atención. El 10 de la ‘albiceleste’ no podía destacar, por lo que Ángel Di María tomó las riendas por la banda izquierda y empezó a generar llegadas constantes al área contraria.

Las gradas estaban pobladas de hinchas argentinos, que competían con los cánticos de los brasileños que animaban a Irán. El público disfrutaba cuando en las pantallas aparecía la cara de Diego Maradona, presente en el estadio, y coreaban su nombre.

El rostro de Maradona era tenso y reflejaba la impotencia de lo que sucedía en el campo. Por abajo, Irán marcó con efectividad, por lo que Argentina optó por buscar el gol con el juego aéreo.
Tiros de esquinas, centros y tiros libres se convirtieron en una constante y prácticamente la única manera para buscar el arco defendido por Alireza Haghighi. Marcos Rojo, Federico Fernández y Gonzalo Higuaín gozaron de oportunidades que dejaron pasar por alto, que en la mayoría de veces terminaron lejos de los 3 palos.  

El bloque ordenado por Queiroz funcionó bien y los iraníes no tenían mayor necesidad de ir al ataque. Sergio Romero pasó la primera parte como un espectador más en el estadio Mineirao.

Argentina mantuvo la calma ante el cerrojo del rival, algo que en la segunda mitad y con el pasar de los minutos perdió de a poco. Irán se plantó con la misma idea, pero esta vez sí apuntó a atacar a Romero.

Los primeros minutos fueron calcados a la primera parte, pero Irán manejó bien la premura argentina por abrir el marcador. Como el gol no llegaba, Alejandro Sabella y compañía empezaban a desesperarse y eso provocó errores en las jugadas para llegar al gol.

Si Romero estuvo de vacaciones, tuvo que regresar pronto al trabajo. La defensa y el mediocampo argentino, aventurados al ataque, fueron permisivos con los iraníes en algunas jugadas en las que el golero del Mónaco tuvo que extremarse. Primero con un remate de cabeza de Reza Goochanneijad, que contuvo el golero, y después salvando la más clara del partido, también en un remate de cabeza de Dejagah en el que el portero, con las completas, alcanzó a despejar al tiro de esquina.

Messi no estuvo claro, pero cuando pudo encarar de frente a la portería se perfiló para su izquierda y remató al poste más lejano. En su primer intento la pelota no quiso entrar y se escapó pegada al vertical derecho del golero.  

El tiempo se acababa y a Argentina poco le importaba cómo llegar. Sumó más gente en el ataque, pero eso no significó llegadas de calidad ante la efectividad de la zaga. Mientras que los iraníes se centraban en pescar algún otro contragolpe, que nunca más llegaría. Hasta que apareció nuevamente Messi, en una jugada similar a la del tanto que le marcó a Bosnia en el debut. Enganchó hacia adentro y con el borde interno remató el balón con efecto,  superando al arquero y colándose por detrás. El 1-0 llegó al primer minuto adicional y con ello la segunda victoria argentina en su grupo, con un fútbol que está lejos de convencer por lo apretado de sus victorias.