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El Telégrafo
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Entrevista / Carlos Bilardo / director de selecciones nacionales en argentina

“Me costó decir Maradona capitán”

“Me costó  decir Maradona capitán”
12 de junio de 2014 - 00:00 - Carlos Siffredi, Buenos Aires, Argentina

En el predio de AFA, ubicado en Ezeiza, allí donde se encuentra el laboratorio de la selección de Argentina, Carlos Salvador Bilardo pasea como si estuviese en el patio de su casa. Rodeado de trofeos y paredes con fotos suyas que reflejan históricos momentos con la Albiceleste, el exentrenador que fue campeón del mundo con el combinado argentino en México 1986 y subcampeón en Italia 90 recibió a diario EL TELÉGRAFO y rememoró sensaciones e historias. Director técnico las 24 horas, pese a que ahora se desempeña como director de selecciones nacionales de la AFA, el hombre que manejó los hilos del elenco nacional durante ocho años palpita la antesala del Mundial de Brasil.

¿Cuál fue el gran acierto de su gestión como entrenador de Argentina en los mundiales?

Cambiar la táctica de la selección. Empezamos a defender con tres zagueros y los laterales no eran marcadores netos sino mediocampistas. Unos meses después se publicó en un medio inglés una nota sobre ‘las tácticas del siglo’ y dentro de ella estaba la de Argentina del 86.

Hubo maniobras de los altos mandos para desestabilizarlo, como desde la Secretaría de Deportes con Rodolfo O’Reilly y Osvaldo Otero. ¿Lo sintió como un golpe?

Esas cosas existen. Siempre dije que hay lugares que son claves, donde uno se puede enterar de las cosas. Iba a Retiro, Constitución y Once en taxi. Y los taxistas, que no son sordos, escuchan y recuerdan, me decían que me querían sacar. Esa gente fue la que me avivó, con los mozos me pasó lo mismo. Me alertaron al decirme: “Mire Carlos, que lo van a bajar”.

¿Y qué pasó?

En ese entonces llamé a algunos periodistas. A Adrián Paenza, que estaba con Víctor Hugo Morales, y a Enrique Macaya Márquez, que trabajaba para José María Muñoz. Les dije: “Va a pasar esto y esto para removerme del cargo”. Ellos me dijeron: “No Carlos, no se haga problema, que no va a pasar nada”. Al mes se dio, pero (los directivos) pegaron mal porque (la noticia de que ya no sería el técnico de la selección) saltó a las cinco de la tarde. Entonces agarré Radio Rivadavia y Radio Argentina. Le dije a Muñoz y a Víctor Hugo que hablen con Macaya Márquez y Paenza, a quienes les adelanté todo hace treinta días. Si esto se daba a las once de la noche no sé qué hubiese pasado, pero por suerte me pude defender mediáticamente y no estaba solo, porque tenía a ellos de testigos en los dos programas más escuchados. Y seguí al frente.

Diego Maradona fue muy criticado por su expulsión ante Brasil en el Mundial de España 82. ¿Qué lo llevó a confiar en él para que sea capitán y quitarle la cinta a Daniel Passarella, quien en ese entonces era el ‘gran capitán’?

Me costó decir Maradona capitán, Passarella no. Yo decía que iba a ser el mejor jugador y mucha prensa se me puso en contra.

¿Cómo se manejó con la prensa en ese entonces?

Acá hubo periodistas que me decían que los estaba confundiendo. Un día tuve que agarrar lápiz y papel para escribirles los once nombres.

¿Qué sentía usted ante esos y otros comentarios en su contra?

El periodista Dante Panzeri dijo una vez que todo buen cronista debe tener un buen archivo. A partir de ese momento empecé a guardar todos los recortes de las críticas. Hoy los lees y te agarrás la cabeza. En esa época me reunía con Alejandro Romay, el exdirector de Canal 9, y cuando hablaba con él cada minuto miraba el televisor. Yo le preguntaba por qué lo hacía y me dijo: “Siempre hay que saber lo que dicen los otros”.

¿Cuáles fueron las sensaciones del grupo en la antesala del partido ante Inglaterra en el 86?

Hubo periódicos que hablaban de (la guerra de) las Malvinas, pero dos días antes se cortó todo. Se dijo siempre que era fútbol, no política y se iban a evitar las agresiones. Fue todo deporte.

¿Tiene muchos recuerdos de ese vestuario luego de vencer a los ingleses?

Sentimos como que habíamos ganado una final. Los jugadores se miraban y sin palabras entendían que dejaron en el camino a un adversario complicado.

Un gol con la mano y otro de fábula, ¿hubo comentarios sobre ello entre tanta euforia?

Cuando fui a la conferencia de prensa me preguntaron si fue gol con la mano, les dije: “La verdad, no la vi”. A la noche recién pude observar bien la acción en un programa. Hasta ese momento no lo podía asegurar ni el periodismo ni nosotros.

Revoleó la medalla de subcampeón en Italia. ¿Sigue sin animarse a pedirle a Blatter una?

Me tengo que animar, lo veo cuando voy a la FIFA, pero no me animo. La próxima vez se la pido.

¿Sigue siendo Bilardo un técnico a tiempo completo?

Hace poco falleció un amigo, era doctor. Se la pasaba trabajando, su vida era abrir un sanatorio nuevo, una operación nueva, etcétera. Los hijos me cuentan que seis meses antes se preguntaba: “¿Me habré equivocado?”. En el fútbol es lo mismo, si vivís solo para esto, sonaste; si no vivís, perdés.

¿Qué diferencias notó entre el Messi de antes y el actual?

Messi llega con más apoyo que Maradona a los mundiales. Es más, si jugase Argentina contra España creo que Messi va a contar con mucho apoyo catalán por esa rivalidad interna que hay entre los españoles. A Diego le pegaban fuerte antes del Mundial. Yo tengo todos los recortes, a veces los veo por las dudas. A Messi, ahora, entendieron que no hay que pegarle y tiene todo a favor. Siempre sostuve: “No le peguen mucho al pibe, porque después vamos a tener que ir a buscarlo de rodillas”.

¿Qué aprendió en la vida y lo llevó al fútbol?

Mientras estaba en la carrera de Medicina, una vez vino el jefe del departamento con un grupo de doctores y cuando se acercaron a la cama de mi paciente uno dijo:

“Esta persona tiene un soplo en el corazón”. Yyo, por cómodo, le di la razón: “Sí, tiene un soplo”. Automáticamente el médico jefe me dijo: “No, no hay ningún soplo, el doctor es usted y el enfermo es suyo. El que decide es usted”.

Y todo eso lo fui incorporando al fútbol. Es como cuando te pidenun jugador constantemente o no te lo piden porque quieren que lo borres. Digan lo que digan, el entrenador es el que manda y el que tiene la última palabra.

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