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El Telégrafo
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Los dedos de los aficionados señalan a Manuel Burga, Presidente de la Federación

El fútbol peruano está en transición desde 1982

La selección peruana (de rojo) jugó el viernes pasado un partido amistoso contra Inglaterra, en el estadio Wembley, en Londres. Foto: EFE.
La selección peruana (de rojo) jugó el viernes pasado un partido amistoso contra Inglaterra, en el estadio Wembley, en Londres. Foto: EFE.
03 de junio de 2014 - 00:00 - Víctor Vimos, corresponsal en Lima

Por estos días los televisores en varias ciudades del Perú no se venden solos. Ollas, planchas, cafeteras y hasta paquetes gratuitos en gimnasios acompañan al ‘Combo Mundialista’, nombre con el que se conoce aquí a la entelequia: esta será la octava ocasión consecutiva en que la selección blanquirroja no participe en el evento futbolístico más importante del mundo.

Por eso, los especialistas del marketing han creído conveniente ‘enganchar’ con otros productos a los televisores a propósito del Mundial de Brasil.

La última vez que los pies de un peruano ingresaron al campo de juego en un Mundial fue en el de España 82, cita en la que Italia se proclamó ganadora al vencer en una final vibrante a la entonces Alemania Federal. La participación del combinado peruano, aunque discreta, no pasó del todo desapercibida: la asistencia a 3 Mundiales consecutivos presagiaba que el próximo -un cuarto- permitiría mostrar a una selección en franca madurez.

A cambio de esas esperanzas la realidad le ha otorgado a la hinchada peruana 32 años de dolorosa espera, cifra que sirve para entender que en el fútbol, como en la vida, los anhelos no sirven de mucho.

Pero un hincha se acostumbra a todo. La gloria, en muchos casos, revienta los pulmones de quienes la corean, y la asfixia y la ronquera que se viven en los graderíos nada pueden frente al fervor. Del mismo modo las lágrimas: “esta selección ha enseñado a 3 generaciones consecutivas a llorar”, decía un objetivo hincha peruano a la salida del Estadio Nacional, en septiembre pasado, luego de que los representantes de su país cedieran en casa su clasificación ante Uruguay.

Pero no siempre la historia fue así: en 1981 esas 2 mismas selecciones, en esa misma cancha, corrieron una suerte distinta al empatar a cero y garantizar con ello la presencia de Perú en la justa futbolista española.

Aún ahora, esa gesta sigue siendo un combustible apto para encender la emoción: cada 6 de septiembre algún diario o programa deportivo se encarga de recordar a los peruanos la fecha de su última clasificación, contagiándoles una sensación de esperanza que, con el paso de los años, pesa tanto como un gol en contra.

Y es que por donde quiera que se busque en pos del optimismo, todas las estadísticas parecen mostrar una realidad complicada: el reciente ranking de la FIFA ubicó al Perú en el puesto 47 dentro de la competencia mundial, con unos 704 puntos que no representan ni la mitad de los que ostenta España, selección que ocupa el primer lugar.

Abelardo Sánchez León, conocido sociólogo limeño, definió hace tiempo lo que a su juicio le pasa futbolísticamente a su país: “El fútbol peruano vive mirándose el ombligo”, señaló. La explicación de esa frase siempre se presta para peor: una liga local que empieza a salir de la bancarrota y de la peor crisis financiera de su historia. A esto se ha sumado un desinterés general por las divisiones formativas, así como por el equipamiento adecuado de canchas y estadios que posicionen al fútbol como un deporte principal.

Esas omisiones hallan su eco internacional. En 2011 Colombia aportó con 345 futbolistas para las transferencias entre clubes de circuito mundial; el Perú apenas con una decena.

La voz popular castiga con furia a sus deportistas. “Cada vez que se paran en el estadio parece que tienen que hacer un esfuerzo por no salir corriendo de los puros nervios”, dice Manuel Conrado, canillita en el centro de la capital. Ese nerviosismo ha sido visto también por algunos especialistas deportivos como una señal de la baja autoestima que el jugador peruano tendría como factura de la historia. El año pasado, las pruebas Pisa, que miden el desempeño académico de los estudiantes en varios países del mundo, colocaron al Perú en el último lugar en concentración, puesto similar alcanzado en el Índice de la Felicidad, un listado en que la ONU evidencia el optimismo de la sociedad. Deportistas poco concentrados y tristes reflejan el inicio de una larga espera.

En los foros deportivos, luego de que la selección nacional no logró su clasificación, las opiniones de los cyberhinchas eran sinónimo de rabia.

Adjetivos como ‘malos’, ‘pésimos’, ‘lentos’, ‘interesados’, ‘irregulares’, ahondaban la derrota del sustantivo Perú.

Bajo ese clima enardecido, los culpables no demoraron en aparecer: los dedos de toda la hinchada peruana señalaban a Manuel Burga, presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF); Sergio Markarian, entonces director técnico del combinado; y a los 24 seleccionados como el obstáculo causante de semejantes fracasos.

Los años en los que Burga ha desempeñado dicha dignidad no dan pie a la duda: las denuncias de corrupción y los malos manejos económicos han hecho de su administración una de las más criticadas y cuestionadas en la historia del fútbol peruano.

Pero eso es algo que a él no le quita el sueño: apenas terminadas la Eliminatorias inició conversaciones con Marcelo Bielsa para encargarle el comando del seleccionado nacional. Tras su negativa, Burga no tuvo mejor idea que nombrar a Pablo Bengoechea, ex-miembro del equipo técnico de Markarian, como DT del combinado. Desde entonces las declaraciones públicas de Burga son pocas, inversamente proporcionales, se diría, a la avalancha de críticas que lo ahogan.

El único peruano que ha levantado la Copa Mundial no juega al fútbol y lo hizo el 22 de enero pasado, cuando una conocida marca de gaseosas paseaba el trofeo por las capitales de Sudamérica, mostrando a la afición el destello de la gloria mundialista.

Ollanta Humala, actual presidente de la nación, sostuvo durante algunos minutos en sus manos ese trofeo que forma parte de las propagandas del ‘Combo Mundialista’, exponiéndolo a los asistentes al evento, entre los que se encontraban los sobrevivientes de aquella selección que en 1982 pasaría a la historia como la última que ha jugado un Mundial. En esto del fútbol la justicia no tiene ninguna cabida.

Datos

Hasta la fecha, Perú ha participado en 4 ediciones de la Copa del Mundo (1930, 1970, 1978 y 1982). De estas, recuerda sus mejores resultados, los cuartos de final alcanzados en 1970, donde además ganó el premio Fair Play 3, y 1978; mientras que, a nivel regional, ha sido campeona de la Copa América en 1939 y 1975.

En 1930, la ‘Blanquirroja’ fue invitada a participar en la primera Copa Mundial de Fútbol. Perú integró el grupo C, junto con las selecciones de Rumania y Uruguay, siendo derrotada en los 2 encuentros que disputó, 1-0 contra el anfitrión y 3-1 contra los rumanos.

A lo largo de la historia han sido más de 300 los futbolistas que han vestido la camiseta de la Selección de Fútbol del Perú. Roberto Palacios, con 128 encuentros disputados, es el futbolista con la mayor cantidad de presencias.

A su vez Teófilo Cubillas, con 26 goles, es el máximo anotador en la historia del combinado peruano.

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