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Bosnia-Herzegovina pasó de las bombas a las brazucas

Bosnia-Herzegovina pasó de las bombas a las brazucas
18 de junio de 2014 - 00:00

El Mundial de Fútbol lo juegan 32 selecciones y solo una de ellas lo vive por primera vez. Se inaugura con un excampeón del mundo y lleva en sus jugadores las marcas de su historia.

Bosnia-Herzegovina nunca antes estuvo en un Mundial. Su equipo representa a un país de poco más de 4 millones de habitantes, que existe desde hace 22 años, cuando Yugoslavia detonó.

Antes de eso, el seleccionado de Yugoslavia representó, entre 1920 y 1992, a los estados de Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Kosovo, Serbia y Montenegro.

La guerra dejó cerca de 100 mil muertos, casi un millón de desplazados y una limpieza étnica sistemática. Los hechos ocurridos marcaron un precedente en la historia de desangramiento de Europa, luego de la Segunda Guerra Mundial; especialmente en la implementación de nuevos métodos de tortura: se utilizó la violencia sexual como arma de guerra.

Según la European Fact-Finding Team (grupos de investigación de la Unión Europea), más de 50.000 mujeres fueron violadas en Bosnia-Herzegovina desde el inicio del conflicto en 1992. El objetivo era dejarlas embarazadas y posteriormente mantenerlas detenidas el tiempo suficiente para asegurar que el aborto fuera imposible. Así lograban, a través de la violación, humillar o desmoralizar al enemigo. Recordemos: el conflicto empezó en 1992, mientras nuestros países jugaban Eliminatorias para EE.UU. 94 y duró cerca de 2 años y medio.

Es decir, hasta después de ese Mundial, algunos de los niños que sobrevivieron a la guerra de ese país, posiblemente jugaron el sábado contra Argentina y pronto se enfrentarán a Nigeria.

Asmir Begovic jugó para Canadá, antes de volver a defender los colores que ama. Hoy cuida el arco bosnio, pero cuando tenía 4 años se cuidaba de las bombas. “Mis padres y abuelos habían hecho su vida en Bosnia y lo perdieron todo”, recuerda Begovic. Y es que todos huyeron de su ciudad del este del país a Alemania primero, y a Canadá después. “Adoptamos la cultura de todos, pero no dejamos de ser bosnios. Recién a los 20 años pude regresar a Bosnia, para el funeral de mi abuelo. Ahí sentí las cicatrices, las cosas malas que nos pasaron... fue un viaje muy emocional y decidí representar a Bosnia. Tenemos la capacidad de poner sonrisas en las caras de nuestro pueblo y hacer que todos se sientan orgullosos”, explicó.

Vedad Ibisevic es una de las figuras del equipo bosnio. Su padre y su tío murieron en el conflicto y el barrio donde vivía fue destruido por completo. Al igual que otros bosnios, se convirtió en un refugiado más. “Un gol, para nosotros, es mucho más que un gol”, dice el atacante.

A Edin Dzeko el mundo lo conoce por sus goles en el Manchester City. Lo que el mundo no conoce es lo que él vivió de niño en Sarajevo. “Tenía 6 años cuando la guerra empezó. Destruyeron mi casa, así que fuimos donde mis abuelos. Éramos 15 personas en un departamento de 35 metros cuadrados”, contó Dzeko.

Es una selección donde juegan los niños de la guerra, hay jugadores de origen serbio, bosnio y croata. Por eso, el gol de Vedad Ibisevic a Lituania en el minuto 68, con el que clasificaron por primera vez a un Mundial, liberó las mismas emociones que aquel 13 de febrero de 1992, día en el que Bosnia fue reconocida como país independiente de Yugoslavia. Sin embargo, ni el fútbol sirvió de excusa para unir a un país étnicamente dividido. La euforia de la hazaña del equipo nacional se vivió únicamente en las zonas donde la mayoría de bosnios es de religión musulmana.

Para los serbobosnios y bosniocroatas el Mundial no alivia todas las heridas y no fueron parte de las celebraciones.

Fueron ganadores del Grupo G con 24 puntos y así consiguieron su boleto para Brasil. Ellos no solo van a jugar un mundial y a pelear una copa, van también para crear memorias buenas en su gente, para reemplazar los gritos de terror por cantos de barras. Van a Brasil porque los niños de la guerra también querían conocer a Maradona.

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