Evans llegó a la cima del Tour
Cadel Evans enmudeció a sus críticos probablemente para siempre, porque en París el australiano llegó a la meta que siempre se propuso: el máximo escalón del podio en el Tour de France.
Durante mucho tiempo nadie consideró posible que su camino lo llevase a ganar el Tour, porque Evans era algo distinto al prototipo “ganador”. El “clown triste” vuelve a reír.
Con su victoria, Evans borra los apodos que la prensa le ha dado como “Indeciso y eterno segundón”; así se lo llamó al australiano por años, pero solo hasta ayer porque ya entró a los Campos Elíseos luciendo el maillot amarillo.
Pese al éxito innegable, Evans es considerado como el acostumbrado a perder. Entre los muchos segundos lugares destacan los del 2007-2008, cuando en ese último Tour fracasó en la etapa contrarreloj ante el español Carlos Sastre.
“He recibido críticas”, se lamentó Evans, al que, debido a su manera de ser, comedida y cuidadosa, se calificó burlonamente de “chuparruedas”.
Sin embargo, ayer perdió la calma en la conferencia de prensa. Tras su buena exhibición en la contrarreloj, el ciclista de 34 años se vio excitado como un niño.
Ante la pregunta de si dedicaba a alguien su triunfo en el Tour, le falló su débil voz. Con lágrimas en los ojos recordó a su entrenador Aldo Sassi, fallecido en diciembre de 2010, a quien calificó de “segunda familia”. “Siempre me dijo que podía ganar el Tour. Hoy estoy aquí por él”, expresó llorando.