De pequeño vendió ropa por las calles
Antonio Valencia, el primer ecuatoriano que disputará la final de la Liga de Campeones, es el reflejo de una historia de perseverancia que empezó en un club de la Amazonia cuyos directivos lo recuerdan como un niño humilde “que siempre iba con el balón en los pies”.
Para Valencia, de 25 años y volante del Manchester United, la participación en el partido de mañana contra el Barcelona es un punto álgido en una vida marcada por la superación personal, que comenzó en Nueva Loja, una ciudad amazónica cercana a la frontera con Colombia, donde ayudaba a su padre a vender ropa por las calles.
Alfredo Orellana, fundador y presidente del club de fútbol del Deportivo Caribe Junior, recuerda a Valencia como un niño “educado, a veces despierto e inquieto y otras introvertido, que siempre iba con el balón en los pies”. “Nació para ser futbolista”, dijo Orellana.
Valencia estuvo en ese club de los seis a los dieciséis años, cuando se fue a jugar al equipo capitalino El Nacional, en el que despegó como futbolista. De allí pasó al conjunto español Villarreal en el 2005, al inglés Wigan Athletic al año siguiente y desde el 2009 es titular del Manchester United, que desembolsó 20 millones de euros por sus servicios, el fichaje más caro pagado por un ecuatoriano.
Pedro Pablo Perlaza, que fue su entrenador desde los once a los dieciséis años en el club de Nueva Loja, remarcó que Valencia cada día llegaba una hora antes del entrenamiento para poder practicar. “Era constante, le gustaba entregarse y guiaba al grupo, siempre le daba ánimos, era un jugador extraordinario”, lanzó Perlaza, quien resaltó que lo que peor llevaba “era perder”.
Cuando el futbolista sólo tenía 15 años, ya era titular en torneos que disputaban los chicos de 18 y 19. El técnico, quien aún trabaja en este club, manifestó que desde que Valencia era pequeño ya se veía que iba a despuntar en la selección ecuatoriana, aunque confesó que no se imaginaba que jugaría para los “Diablos Rojos”, como se conoce popularmente a los jugadores del Manchester United.
Perlaza indicó que uno de los talentos de Valencia es que cuando recibe el balón “mira hacia arriba”, por lo que desde joven ya jugaba como volante, posición que se caracteriza por ser el punto donde se organiza el juego del equipo.
“No entiendo por qué no lanza tiros libres”, lamentó Perlaza, quien expuso que era una de sus grandes habilidades de pequeño y, aseguró, que le “salvó más de un partido” con sus potentes disparos de falta. Orellana comentó que él tenía una “muy buena” relación con el futbolista, al que visitaba en su casa, le daba consejos y hasta ayudaba económicamente a su familia, “que era muy pobre”.
Asimismo, señaló que siempre le decía que “además de buen futbolista tenía que ser buena persona”. Sucumbíos, cuya capital es Nueva Loja, es una provincia compleja, fronteriza con Colombia e incrustada en medio de la Amazonia. Esta región nació a finales de los años sesenta, alrededor de la actividad petrolera y, actualmente, es una puerta de entrada de los refugiados colombianos, pues se estima que el 23% de sus habitantes tienen ese estatus.
El directivo resaltó “la gran fortaleza” del volante, que esta temporada estuvo retirado del campo seis meses, tras sufrir una fractura doble en su pie izquierdo. Pero pese a que muchos pensaban que no podría volver a jugar “porque la lesión fue grave”, regresó a la cancha como inicialista.
Orellana sostuvo que abrirá el hotel que posee en Nueva Loja para que los habitantes de esta ciudad acudan a ver la final de la Liga de Campeones, la competición más importante de Europa y una de las más prestigiosas del mundo.
“Aquí todos somos simpatizantes del Barcelona, pero esta vez iremos todos con el Manchester”, sentenció Orellana.