Es común escuchar últimamente que el típico número 10 y el clásico centrodelantero han desaparecido en las nuevas inclinaciones tácticas y que ya no son necesarios, comentario poco acertado y que es más un   enamoramiento fugaz a las estrategias que están de moda.  

El cosmos futbolero está gratamente sorprendido con lo ocurrido en la Premier League al entender que un equipo que se constituyó de forma muy austera pudo ganar el título gracias a un convencimiento interno y demostrando una absoluta contracción al trabajo.

Uno de los eslabones determinantes que tuvo el ya eterno equipo del Leicester de Ranieri fue un jugador que se formó en la Comisión de Actividades Infantiles, en la desolada y cruda Patagonia argentina, club que tiene como principio jamás rendirse y siempre luchar por objetivos grandes y tangibles. José Leonardo Ulloa es hijo legítimo de aquella inhóspita tierra y demostró comprender a rajatabla los requerimientos del entrenador italiano que le encomendó aguantar todos los balones y luchar con furia en cada disputa para que de esa forma las diferentes líneas del equipo puedan adelantarse, achicar espacios y a partir de ahí darle la posibilidad a Vardy, el jugador más desequilibrante del equipo, para que geste opciones ofensivas que puedan lastimar al rival. Ulloa no tiene movimientos estéticos y no goza de una técnica depurada, pero sí trajina dentro del campo de juego exponiendo su potencial siempre de la mano de su gran aliado, que es el sacrificio.

Después de una triangulación en mitad de cancha y un pase entre líneas desemboco en nuestro torneo local para desmigajar la excelente realidad de tres jugadores que no solo comparten la misma posición en sus equipos, sino también sus apellidos, y esos son los Angulo. Para intentar ser claro en el análisis, primero vamos a revisar la actual situación de Daniel, que es, sin lugar a dudas, el más experimentado y que al comprender de manera rápida cuál es su mejor versión, se está consolidando en Liga de Quito, gracias a que supo leer el juego y estar ubicado en el lugar y momento oportunos para finalizar todo lo que el equipo construye. El delantero ‘albo’ impone su fortaleza física y se hace presente en la red sin goles de mucha valía personal, pero sí desde ese olfato tan necesario en un sector del campo de juego como lo es el área grande, espacio exclusivo para expertos. Siguiendo en la capital del país, debemos entender y confirma que José Angulo es sin lugar a dudas una de las apariciones más auspiciosas que tiene el fútbol ecuatoriano porque encontró en el esbelto delantero a un jugador que está siempre listo para el zarpazo y explota muy bien los controles orientados y perfiles, detalles valiosísimos en delanteros de nivel élite. El conjunto de Sangolquí le dio oportunidades y confianza, aspectos destacadísimos para un buen crecimiento futbolístico y con esa premisa el joven delantero ya sabe que se adueñó de todas las ilusiones que el país deposita en él. Quizás pueda parecer prematuro el desglose que voy a realizar sobre Brayan Angulo, pero entiendo que las pocas intervenciones que ha tenido en el actual campeón denotan que estamos ante la presencia de un jugador con mucho potencial, físico, técnico y futbolístico, combinación letal, si es seguida de una evolución sostenida. El mancebo encabezó con total desparpajo la delantera de su equipo, pivoteó, generó faltas y se hizo presente en la red, demostrando tener temple y carácter. Hoy el mundo del fútbol vive feliz el resurgimiento de los míticos número nueve, demostrando que, por sobre las tácticas y estrategias y cualquier otro tipo de opinión, la esencia de este juego siempre dependerá de los buenos jugadores. (O)