Cuando un partido de fútbol es anárquico tiene el mágico poder de entretener a los espectadores, no por su calidad, sino por el simple hecho de que todos están pendientes de buscar la solución a una suma de irregularidades que pareciera no tener fin. Lo que sí en realidad desconcierta a todos es cuando el torneo de primera A refleja esta dominante situación y salpica al público y prensa especializada con situaciones insospechadas. Los encargados de difundir, analizar y transmitir son amigos del orden, y de lo que previamente se divisa por diferentes ópticas, pero hoy, después de concluir la primera fecha de la segunda etapa, nos vemos envueltos en un remolino de vacilaciones que nos desconcierta en su accionar. Desmenuzar cada encuentro es hacer un análisis casi científico, a tal punto que los más necesitados suman y parecen convincentes con sus limitaciones, algo utópico si revisamos sus planteles y situación institucional en la mayoría de los casos. El termómetro me dice que el campeón sigue delineando el camino hacia un nuevo festejo por la propuesta de juego, pero no por la acostumbrada contundencia que necesita cualquier ideología futbolística. Hoy el peso de sus delanteros no desequilibra en el área rival y eso diluye una supremacía en el volumen y opciones de juego. Algo similar le pasa a Barcelona, que entró en una calma llamativa de sus seguidores que, a pesar de no gritar goles las dos últimas jornadas, saben que la propuesta del nuevo entrenador es clara y que solo le falta encontrar al hombre gol. Con estas realidades en común conviven los dos grandes del astillero, que sin lugar a dudas tienen en sus filas a los mejores exponentes y están llamados a tratar de apretar cada eslabón de su andamiaje e intentar ser animadores de un torneo carente de un nivel superlativo. Revisando el núcleo de este torbellino nos encontramos con Zubeldía, que está bailando con la más fea, porque debe transmitir su convencimiento futbolístico en varios aspectos e ideas que, en la mayoría de los casos, acepta pero no entiende una parcialidad tan acostumbrada a los éxitos como lo es la hinchada ‘alba’. El joven entrenador salta al ruedo cada fecha con la certeza de que sus jugadores -que en la mayoría de los casos son debutantes- asimilaran guiados por viejos guerreros la experiencia necesaria lo más rápido posible para obtener en un tiempo prudencial el resultado de su proceso dentro del laureado equipo capitalino. El único que parece no hacerse cargo de este desasosiego es Independiente Terán, que con movimientos felinos es el que mejor conoce este espeso momento de dudas futbolísticas y directivas y se desliza por la selva devorando a todo rival que se le pone en frente. En definitiva, sin darnos cuenta, nos atrapó un tornado de incertidumbres a nivel de juego y resultados que hoy nos mantiene atentos y sorprendidos. Eso sí, debemos tener algo en claro: esto pasará y todo tomará un rumbo como cualquier orden de la vida, lo que hoy podemos dilucidar es que los que consigan imponer su idea a base de un mensaje claro que tenga contundencia en la red, serán los únicos que festejen y logren salir de esta maraña de confusiones que se llama torneo nacional.