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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Punto de vista

Se abrió la puerta del cambio, ahora no la cerremos

@ClaudionCampos

Este feriado desperté buscando algún partido interesante para ver y me quedé con las ganas. Aún sabiendo que estaba suspendido todo el torneo, la ilusión era más fuerte por tratar de saciar los deseos futbolísticos, que hace pocas semanas nutrí con un extraordinario mundial. Como parte sublime de este momento histórico hoy nos encontramos que los mismos que hacen rodar el esférico sagrado, lo pusieron bajo la suela y dijeron, basta, hasta aquí jugamos.

El fútbol ya no es de los jugadores, sino de todos y eso implica que la responsabilidad debe ser mayor y que cada sector del engranaje de esta máquina de generar sueños tenga su rol bien definido. El jugador ecuatoriano gracias a su evolución está en el escalafón mundial hace un par de décadas y eso debe ir de la mano con el crecimiento de sus beneficios. Nadie considera que el jugador expone su integridad física en cada entrenamiento, y que en los días que le toca jugar -lo que más le gusta hacer- está expuesto también a la crítica desenfadada y cruel o al enamoramiento sin límites de la prensa y público en general, detalle no menor para ser tratado como un trabajador común.

Me pregunto, ¿no merecen los futbolistas ser tratados como todos? El pensamiento popular es que ganan mucho dinero haciendo lo que les gusta y encima son unos vagos. Erróneamente ese es el concepto que tiene la sociedad de estos seres humanos que son los dueños de nuestras alegrías y tristezas moviendo la pelota de un lado para el otro cada fin de semana. La mayoría no sabe el esfuerzo y las situaciones adversas que tuvo que vivir para llegar a ser profesional y algún día calzarse una casaca y defender la historia de una institución. Entonces, ¿por qué no deben cobrar y ser tratados dignamente? El fútbol nos une, nos hace sentir orgullosos en cada mundial, nos mantiene semanalmente atentos a nuestros colores y es el eje para salir de tentaciones y malos caminos que tiene la juventud, por eso y muchas cosas más era necesario que los actores principales comandados por viejos gladiadores pusieran las cartas sobre la mesa y expongan sus derechos ante todo el mundo que rodea el balón. Mejores días vendrán y todos estaremos orgullosos de lo obtenido, sabiendo que el respeto debe estar ante todo, y que todos aquellos que hicieron realidad este presente tengan con estos nuevos logros su homenaje a tanta lucha. De ahora en adelante se deben seguir dando transformaciones y progresos en el balompié nacional, sin olvidar que existen otros temas que tienen urgencia de ser analizados en profundidad y no pueden ser olvidados. Es determinante aprovechar este momento de cambios e imitar a las potencias en el tema y subrayar que toda esta protesta dejó como resultado rotundo que con cordura y buenas intenciones, todos juntos podemos alterar el trayecto del balón.

La huelga de medias caídas es solo el inicio de un cambio histórico que necesita el fútbol ecuatoriano. Con seguridad y mucho optimismo tengo la sensación que no ha sido en vano.

 

 

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