Entrevista / Vanessa Aráuz / Entrenadora de la selección ecuatoriana Femenina de fútbol
Vanessa Aráuz: “Me gusta mucho la parte psíquica del ser humano”
Cada vez que argumenta lo hace con un ejemplo, habla con fluidez y seguridad. Aráuz es una mujer de convicciones firmes. Una de ellas es que, en el balompié, la mente es más importante que el físico o el aspecto futbolístico. Para ella no sirve de nada ser un gran jugador si no controlas tu cabeza.
Este pensamiento fue alimentado por su mamá -psicóloga de profesión- y se fortaleció a través de su vida. De sus padres también aprendió a ganarse el respeto de los demás. Algo que aplicó en su actual profesión y que le permitió liderar un grupo donde -incluso- hay jugadoras mayores que ella. Aráuz es una entrenadora selectiva y que se enfoca más en la parte humana de cada futbolista.
Más allá de sus estudios en el Instituto (de la FEF) y otros cursos en Argentina, ¿cómo se ha capacitado? ¿Es de buscar entrenadores reconocidos, conversar? ¿Cómo ha sido desde que se graduó?
Desde que me gradué, aparte de leer mucho, ver por internet y estudiar, me fui a un curso en Estados Unidos a través de una fundación en Quito llamada Fudela, que hizo un concurso con la embajada de ese país. Junto a 3 compañeros de Ecuador viajamos a Estados Unidos a visitar varias universidades para ver programas de fútbol y estar con los 5 mejores entrenadores de fútbol femenino de ese país. La experiencia fue importantísima, tuvimos 15 días de charlas con psicólogos, con nutricionistas, con todo lo que significaba desarrollo. Eso fue en 2011, luego hice un curso de psicología deportiva en 2012 y varios cursos que he hecho aquí en el país, como desarrollo de la inteligencia. Me gusta mucho la parte psíquica del ser humano más que lo futbolístico porque creo que si un futbolista puede ser un Cristiano Ronaldo o Messi, en el momento que tiene algo mal en la cabeza no va a suceder nada en la cancha. Si logramos contrarrestar todo esto, vamos a tener un equipo que sea capaz de ganar todos los partidos.
¿Cree que en el mundo del fútbol (tanto hombres como mujeres) manda más la cabeza que el físico?
Sí, porque yo puedo decir voy a coger el vaso, pero es la cabeza la que da la última orden, el movimiento final. Entonces, si mi cabeza no está bien sicológicamente, anímicamente tengo muchos problemas. Es como cuando estoy leyendo un libro y no me concentro en lo que leo sino en lo que quiero pensar en ese momento, eso pasa cuando estás jugando. Cuando una futbolista va a recibir un balón, piensa: “Párala bien, no te equivoques, que te están viendo”, si ella logra inhibir ese pensamiento y solo dice: “Allá está esa jugadora y a ella le voy a dar el balón”, ganó 10 milésimas de segundo de error y lo convirtió en algo positivo.
A veces se dice que uno no piensa con el cerebro sino con el sistema nervioso. ¿Cómo funciona eso en una futbolista?
Claro, para mí es igual, es dentro de todo. Porque, por ejemplo, uno mecaniza movimientos y el mecanismo está dentro de la red neuronal del cerebro que va por todo el sistema nervioso. Si yo no tengo un mecanismo total de las acciones de juego que quiero tener, sean tanto tácticas como mecánicas, que son las de técnica, no sirve de nada. Por ejemplo, le dicen a una futbolista: “tú te vas a mover a profundidad por la banda para generar una jugada en el estilo de juego 4-4-2 y cuando llegas allá tienes que centrar para que la otra cabecee porque te va a estar esperando en el segundo palo”. Ella entiende eso, pero si no sabe centrar no me sirvió absolutamente de nada lo que comprendió porque no compaginó con lo físico. Entonces es una fusión total. Algo que yo siempre destaco fuera del cerebro es el corazón, es el sentimiento, el espíritu, la garra que le pongas para resistir un partido de 120 minutos con un equipo superior o el estadio lleno.
¿Qué peso tiene en su vida la historia que lleva su nombre al ser la primera entrenadora en clasificar a una selección femenina al Mundial?
A mí me gusta ponerme metas y hacer cosas que no se hacen normalmente. Me gusta salirme del esquema, porque si yo me llego a olvidar de todo lo que hice, quiero que las personas se acuerden de lo que logré. Que mis nietos, sobrinos y todos los que están por venir sepan lo que se pudo hacer por el fútbol.
¿Cómo logró convencer a sus pupilas de que contaban con la capacidad, pero que les faltaba creer en ellas?
Trabajamos mucho en motivación. Hicimos cosas fuera de lo común todo el tiempo, con charlas y videos de mucha reflexión. El día más loco fue antes de ir a Trinidad, nos fuimos a Vulcano Park (parque de diversión en Quito) y la gente me preguntaba por qué las llevaba allá, que no tenía sentido. Desde el punto de vista sicológico, si yo boto toda la adrenalina acumulada por ansiedad, voy a bajar el nivel de tensión. Participamos en todos los juegos posibles durante más de una hora y las jugadoras se relajaron tanto que fue espectacular.
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¿De quién fue la idea?
Mía. Hablo mucho con mi mamá, que es psicóloga. Ella me da varias ideas, analizo muchos libros. Leí que bajar el estado de adrenalina y ansiedad tiene que ser compensado, por eso los pilotos de carreras son los que menos tienen porque cuando conducen en los primeros 10 kilómetros botan todo, en los siguientes tramos ya es ganar o perder.
¿Debió poner mano dura por algún tema en especial?
Sí, en el hecho de que la prensa se involucre mucho y que algunas chicas no supiesen manejarse por ser más mediáticas. Se les explicó cómo debían afrontarlo y se les puso cierta frontera para que sepan cómo deben comportarse ante esa situación. Es normal que haya pasado porque nunca lo habían vivido.
¿Cómo se gana la autoridad frente a jugadoras que tienen su misma edad o mayores?
Ellas ven que se trabaja mucho en equipo, que yo no hago todo, pero saben que tomo la decisión final. Valoran mucho el hecho de que uno se preocupa primero por el ser humano y luego por la jugadora. Existe una conexión directa con ellas, con las preocupaciones que les genera el colegio, la universidad, el trabajo. El respeto no se gana metiendo miedo. Es preferible ganárselo por lo que les puedes enseñar que por el “si no me respetas, te boto”.
¿Es cierto que no aceptó el cargo en primera instancia? ¿Por qué?
Por el mismo hecho de que soy muy joven y no tenía más de un año de experiencia como asistente técnica, no había conocido mucho la trascendencia dentro de una selección o del fútbol mucho más alto. Pensé que me podía quemar y que podía cometer muchos más errores de lo común. Dejé pasar esa ocasión, pero al poco tiempo acepté. Cuando me ofrecieron la sub-17 apenas me gradué dije que no rotundamente.
¿Qué fue lo más difícil que le tocó afrontar?
Que las demás personas pudieran respetar las decisiones que se tomaban, muchos no estaban de acuerdo en que se convocara a tal o cual jugadora.
¿Quiénes?
Padres de familia de las chicas de los clubes, fanáticos, personas que eran cercanas. Por ejemplo, jugadoras que conocí en mi época de asistente ya no me saludaban cuando yo era la DT porque no las convocaba, pero es muy normal. Aunque nunca me había pasado, fue entendible.
Los entrenadores dicen que su trabajo no es de 8 ni 10 horas sino de 24. ¿Es así? ¿Ha tenido dificultades para dormir porque tiene dudas o pensando en la alineación que utilizará?
Yo me levantaba a las 7 de la mañana para constatar que todo esté bien para el desayuno y me acostaba a las dos de la mañana todos los días. Hacíamos muchísimas cosas para que las jugadoras no estén tan presionadas. A veces íbamos al cine y en otras ocasiones no se podía. Entonces les proyectábamos una película en la concentración y les hacíamos el canguil en las fundas que hay en el cine con tal de que salgan de la rutina. Con las chicas de la sub-17 hacíamos bailoterapia.
¿En qué características se fija cuando convoca o descarta a una jugadora de su nómina?
Más allá de las cuestiones tácticas y físicas, vemos mucho el estado anímico y sicológico de las deportistas. Analizamos cuál es su aporte positivo y negativo dentro del grupo. Sus capacidades de reacción y resolución ante determinadas situaciones de juego. Nosotros, como todos los equipos, tenemos 2 tipos de jugadoras, las de entrenamientos y las de partidos. En ese sentido, nos tocó un trabajo muy minucioso de selección para armar un grupo equilibrado.