Entrevista / álex darío aguinaga garzón / entrenador de deportivo cuenca
"En mi mente siempre está ser el mejor"
Los futbolistas guardan como un tesoro en su memoria el día de su debut en el profesionalismo. Álex Aguinaga, no. Con 16 años apenas cumplidos, el DT Carlos Sevilla lo mandó a la cancha en lugar de Jimmy Andrade, pero el ‘Güero’ no recuerda nada, ninguna acción en particular, de su estreno con la camiseta de Deportivo Quito.
Lo único que tiene presente es el olor a pasto recién cortado, que se intensificó por la granizada que cayó horas antes del partido. Después de ese partido, tiene clara toda la película: sus actuaciones destacadas con los ‘chullas’, el fichaje por el Necaxa, el interés europeo, los partidos con la selección, cada detalle del gol de la clasificación al Mundial, la broma que le gastó a Roberto Gómez Bolaños, su paso por Liga, su desazón como directivo y su decisión de ser director técnico.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene del fútbol?
Salíamos a jugar con mi papá, que nos enseñaba algunos secretos: a pegarle con la izquierda, con la derecha, a hacer pases, a tener precisión. Con mi hermano Marcelo, que es 1 año menor que yo, salíamos a jugar en La Tola alta, donde vivíamos.
¿Cuándo se dio cuenta de que su destino era ser futbolista?
Ya cuando estaba jugando de manera profesional. Toda la vida jugué fútbol, pero nunca pensé en llegar a ser profesional. Empecé a jugar en el Quito y me quedé más de un año. Pensé que el fútbol iba a ser mi vida, pero no pensé que iba a jugar tantos años, que iba a ir a otros países, que iba a defender la selección. Eso sucedió por la misma suerte del destino y el trabajo.
¿Cree que la vocación antes era más pura?
Antes era más amateur. El amor a la camiseta existía. Los equipos se mantenían durante mucho tiempo con los mismos jugadores, había más cariño a la divisa. Ahora el mundo ha cambiado, el fútbol ha evolucionado, se ha vuelto un negocio y como tal hay que ser profesionales al 100%.
¿Cómo fue integrar un equipo profesional a los 16 años?
Fue lindo y satisfactorio. No me sentía tan chico. Ahora veo a los jóvenes de esa edad y me transporto a cómo fueron mis primeros días en el equipo. No me sentía tan joven, siempre pensé que era parte del equipo. Tuve una gran relación con Alfredo Encalada, que era el capitán del equipo y siempre fue una especie de guía.
¿Qué recuerda de su debut con Deportivo Quito contra Técnico Universitario en 1984?
No recuerdo nada del partido. Me acuerdo del olor del césped, porque había caído una granizada antes del partido y el pasto olía a recién cortado. De ahí no me acuerdo haber jugado ni alguna acción. Creo que entré por (Jimmy) el ‘Colorado’ Andrade, al empezar el segundo tiempo, pero nada más.
Luego de la Copa América del 89 se habló del interés de clubes extranjeros. ¿Qué pasó?
Sobre todo del Milán. Del Barcelona se habló antes, pero no se concretó porque no eran realmente dirigentes del club, sino empresarios. Después hubo una posibilidad de jugar en Francia, en el Nancy, en el 86, pero tampoco se concretó. Lo del Milán fue cuando ya había firmado con Necaxa. Los italianos preguntaron por mí, pero yo ya había dado mi palabra para ir a México.
¿Qué lo convenció para ir al fútbol mexicano?
Primero, el interés de los directivos, que vinieron a Quito a conversar. Me gustó mucho la seriedad y el proyecto que manejaban. Televisa era la que me compraba y esa señal llegaba a Europa. Mi imaginación volaba con la posibilidad de que me vieran en Europa y me llevaran. Tuve muchas opciones para salir, pero me quedé.
¿Lo de Europa quedó como una cuestión pendiente?
No. Yo decidía siempre en beneficio de mi desarrollo futbolístico, también del bienestar de mis hijos. Y no creo haberme equivocado. No sé qué habría pasado si tomaba otro camino u otro rumbo.
¿Cuál fue el factor principal para que su carrera en el Necaxa fuera exitosa y larga?
El deseo de ser el mejor. No conformarme con haber sido campeón o haber sido el mejor jugador un año. Quise ser el mejor todos los años y en cada partido, entonces en mi mente siempre estaba entrenar más y mejor.
¿Cómo mantuvo esa ambición de siempre ser el mejor?
Eso viene de la parte interna: el querer. Querer es poder, y mientras quieras llegar lejos, lo vas a hacer. En mi mente siempre pensaba que quería ser el mejor de todos.
Solo jugó en 4 clubes, ¿no le gustan los cambios?
Me gustan los proyectos a largo plazo. En el Quito jugué 5 años, en el Necaxa casi 14, en Cruz Azul lo que menos jugué, un poco más de 6 meses y en Liga 2 años. Como técnico, no me ha tocado estar muchos años en un equipo, lo máximo 9 meses en Liga de Loja. No soy de las personas que se conforman con ir de un lado al otro, me gusta mantenerme y ser fiel a un objetivo.
¿Cómo fue volver a Ecuador después de tantos años establecido en México?
Sin problemas. El hecho de haber regresado a jugar en Liga para mí era un reto lindo. Nunca había sido campeón en Ecuador y sentía que podía darse esa posilibidad. Se dio e hicimos grandes torneos, en Libertadores y Sudamericana. No logramos el campeonato, pero ya veníamos trabajando con los jóvenes que luego levantaron la Copa Libertadores.
¿Qué diferencias encontró a su vuelta?
Es un ritmo diferente de vida. Hablamos de una ciudad grande como el DF y un país enorme de 100 millones de habitantes. Pero acá me gusta mucho la vida tranquila. Me tocó vivir en ciudades más pequeñas donde se disfruta más el tiempo y la vida. En el DF vives a la carrera.
¿Cómo surgió esa cercanía que tuvo con Roberto Gómez Bolaños?
Con don Roberto fue todo azar del destino. Dios quiso que nos conozcamos y convivamos por mucho tiempo. Fuimos invitados a un programa que se llamaba Controvertido, en el que había una mesa redonda donde había artistas, futbolistas, gente de farándula. Él era muy aficionado del América y nos tocó sentarnos juntos. Para mí fue lo más grande estar al lado de mi ídolo de niño, que me sentaba a ver todos los jueves, a las 20:00. Él hace un comentario: “Al América es el único equipo al que no le han pitado un solo penal”. En el corte le digo: “Lo que pasa es que para que le piten un penal al América tiene que pisar el área”. Él se mata de la risa y yo rojo de la vergüenza por hacerlo reír. Volvemos del corte y él cuenta lo que le dije. Yo lo hacía en broma, porque soy muy respetuoso de los equipos. Fue duro para mí porque todos los americanistas se pusieron en contra mía; sin embargo, el hecho de que don Roberto se haya reído de lo que dije fue algo sublime. Ahí empezó la amistad.
¿Qué le pasaba por la cabeza con todo lo que se generó por su fichaje por Liga?
Cuando salgo de Necaxa el único equipo que se interesó por mí es Liga, y ya cuando se concretó el fichaje empezaron a sonar otros equipos: Deportivo Quito, Barcelona, Deportivo Cuenca, El Nacional, Emelec. Fue difícil, porque yo soy hincha del Quito y me tocó defender a Liga. Pero la gente me recibió muy bien, yo soy muy profesional y nunca falto el respeto a ninguna hinchada.
¿Hubo gente de Liga que no lo quería en el club?
Don Rodrigo Paz me dijo: “Yo no creo que usted sea el hombre indicado para estar en Liga. Estos señores (el DT Jorge Fossati y Esteban Paz) son los que pidieron que usted viniera, pero yo no estoy de acuerdo. De todas formas le deseo suerte”. Él dijo lo que tenía que decir. Unos meses después, cuando vio lo que estaba produciendo para el equipo, me dijo: “La verdad estaba equivocado. Fue un gran acierto que usted haya venido y estamos muy contentos”. Luego renové un año más. Al principio me decía solo Aguinaga, luego Álex.
Los hinchas de Deportivo Quito sacaron una pancarta con Aguinaga representado como Judas. Usted pidió que se la regalasen. ¿Sucedió?
No, nunca me la dieron. Yo sé que los hinchas van a estar dolidos, primero, porque no quieren escuchar la versión que fue la correcta, porque cuando pasó eso muchos dirigentes dijeron que yo me había ido por dinero. Yo con el Quito nunca hablé de dinero. Cuando Marcelo Espinoza (directivo del club en ese tiempo) me dijo: “Álex, pero acá no hay plata”, yo le respondí: “No se preocupe, yo no estoy hablando de plata con ustedes, pero mi primera opción es Liga, porque ellos se interesaron hace 6 meses, ustedes acaban de hacerlo”. Si no firmaba con Liga, iba al Quito.
¿Cuándo percibió que podría dedicarse a ser entrenador?
Mucho tiempo después, porque primero aposté a ser directivo. A mí me gusta mucho la estabilidad y apostaba a un proyecto largo. Quería mejorar las fuerzas básicas, entregar mejor producto al primer equipo. Empecé como director deportivo y en el transcurrir del tiempo vi que los trabajos eran muy malos. Me metí mucho en ese tema y veía que no había resultados. Entonces me empecé a decepcionar de la dirigencia y volví a lo mío. Puse una escuela de fútbol y me gradué como DT.
¿Cómo se definiría como DT?
Soy muy equilibrado. Me gusta que mi equipo tenga la pelota, que juegue fútbol. Si no tengo jugadores para tener la pelota, buscar la opción de que el rival la tenga menos tiempo. Presionar más. Pero si tengo jugadores que puedan hacer esa labor de mantención, darles oportunidad para que jueguen y no corran tanto.
¿Cuál fue el último partido con la selección?
Fue en la Copa América de Perú 2004, contra México, como coincidencia. Perdimos 2-1.
¿Renunció por cansancio como se dijo o tras no tener buena relación con el DT Luis Fernando Suárez?
Llegó el nuevo entrenador, tras la renuncia del ‘Bolillo’. Yo tenía pensado terminar ese año (2004), faltaba un partido más y ese iba ser mi último cotejo. Agradecer con ese partido. Vino Luis Fernando Suárez, no me convocó y dije: es el momento. Agradecí a la gente y listo. Así terminó mi participación.
¿Qué Mundial hubiese afrontado mejor? ¿Estados Unidos 94 o Francia 98?
El del 98. Tenía 30 años y estaba en mi mejor momento.
Pero jugó el de 2002...
Con 34 años era más difícil. Me lesioné en el primer partido contra Italia. Tuve un desgarro y pasé 6 días recuperándome. Alcancé a jugar los otros 2 partidos, porque no podía dejar de jugarlos. Lo hice en una pierna, pero me sentía bien. Contra México perdimos 2-1. Contra Croacia juego un poco más de medio tiempo y ganamos 1-0. Recuerdo bien una de las últimas jugadas, en la que yo saco un cabezazo de la línea. Para mí fue un Mundial útil y bonito.
¿Se ve como entrenador de la selección en algún momento?
Yo trabajo para ser el mejor siempre; y cuando soy técnico, trato de ganar todos los partidos, de ser el mejor. Si llego a ser el técnico de la selección, ojalá que sea la de Ecuador, pero si me toca ir a otra selección iré con gusto.
Usted mencionó que, mientras Luis Chiriboga sea presidente de la FEF, usted no sería DT de la selección. ¿Se mantiene así?
Yo creo que así va a ser. No soy de su agrado, porque en un momento mis críticas a la selección le dolieron. Si veo una selección mala, es mala. Si veo que le ha faltado orden, trabajo o lo que sea, lo voy a decir porque yo jugué ahí. El tema pasa porque yo tengo más peso al opinar, porque estuve ahí adentro. A veces hay que poner el dedo en la llaga.
¿Qué opina del estilo del DT Gustavo Quinteros? ¿Lo comparte?
Todavía no se ha visto la mano de Gustavo, porque lleva poco tiempo en la selección. Me gustaba con el Emelec, pues es un técnico que le gusta ser ofensivo, que tiene buen orden. Es un tipo que maneja bien su táctica y conoce el fútbol internacional. Fue seleccionador de Bolivia, jugó en el Mundial del 94. Un tipo al que le gusta el fútbol y tiene camerino. A mí, el tema de que esté Gustavo ahí después de haber sido campeón con Emelec es meritorio y tiene todo el derecho de estar ahí.
¿Cómo ve a la selección actual?
Hay muy buenos jugadores, hay que encontrar opciones, variantes, para que si una cosa no funciona, poder hacer otra. Es difícil porque para eso se necesita trabajo y a veces los tiempos no están como para que la selección pueda trabajar mucho. Él ya conoce a algunos porque ha estado casi 3 años y sabe del fútbol ecuatoriano. A veces se llama a 30 jugadores y es difícil el manejo. Uno que tiene una plantilla de 30, seleccionar 18 es complicado, imagino tener 100 o 200 para elegir un grupo de 20.
Ayer se cumplieron 14 años de la clasificación al primer Mundial. ¿Cómo recuerda la jugada del gol de Iván Kaviedes?
El ‘Tin’ me da el balón y lanzo un centro con la izquierda. Lo que yo vi fue un amarillo ahí, no es que vi al ‘Flaco’. Puse la pelota donde yo pensé que iba a llegar y Kaviedes marcó. Fue el momento más glorioso que pude haber vivido. (I)