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Ecuador, 13 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Punto de vista

Emelec, un lógico campeón

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Estabilidad, coherencia y mucha visión a futuro, sumado al convencimiento absoluto de perseguir metas claras, emergerán como apelativos válidos cuando la historia se encargue de reconocer y valorar con todos los honores a Nassib Neme y sus colaboradores.

El histórico momento que vive el supermonarca que tiene el balompié ecuatoriano está sustentado en lineamientos innegociables, más allá de los momentos que le pueda tocar vivir en un deporte pasional por donde se lo vea y que convive con una atmósfera que goza con la destrucción y reconoce mínimamente los logros. Si nos  remontamos al inicio de este nuevo periplo y revisamos en las retinas, nos encontraremos con infundadas críticas al actual entrenador, que fue caminando y agigantando su mensaje con mucha tranquilidad esquivando los constantes ataques y críticas de prensa y público en general. Recibir el bastón de mando de un equipo exitoso y del cual se hablaba maravillas es mucho más difícil que tratar de sacar un plantel de terapia intensiva; y De Felippe lo logró, siendo su mérito más subrayado el simple hecho de nunca perder la paciencia y blindar su trabajo con honestidad y enorme capacidad. Es más que lógico que este club sea el tricampeón de nuestro torneo. Y más allá de los sentimientos que cada uno tenga por otras camisetas, es muy digno y válido reconocer y, en alguna medida, tratar de imitar los motivos por los cuales Emelec, al ganar esta final ante un complicado rival, entra en la historia grande del torneo local. Meto un pase entre líneas y por decantación me toca desmenuzar el principal ingrediente de este equipo que con seguridad no será recordado de memoria por su vistosidad y buen gusto, pero sí lo será para los amantes de este deporte, por la inteligencia de sus integrantes al entender que había que poner el éxito grupal por sobre el personal, y que para fortalecer las virtudes era imprescindible comprender que los niveles individuales no estaban en su máxima expresión. El técnico argentino, después de conversar con su colega Gustavo Quinteros, el gran responsable de los últimos procesos exitosos, entendió que su obligación era no permitir que jugadores jóvenes y experimentados  entren en conformismo y vuelvan a  encontrar esa hambre de gloria, tan necesaria y motivante que debe existir siempre en un deporte que expresa rendimientos altos, cuando la confianza invade a cada uno de los integrantes.

Este año el equipo azul dio muchas ventajas y también sufrió innumerables adversidades, que sin duda hicieron fuerte al alma del conjunto porque supo revertir situaciones y momentos que en otro contexto pudieron ser nefastos. No es un detalle menor jugar de local en estadios diferentes, sabiendo que el mítico Capwell, por naturaleza, empuja de manera especial y saca el famoso plus que se necesita para lograr objetivos importantes. Otro factor llamativo fue la mala fortuna de tener muchas lesiones en jugadores determinantes y carecer de niveles superlativos en puestos fundamentales, como lo son los delanteros, que -salvo el caso de Miler Bolaños- no pudieron salir nunca de la curva descendente que todo futbolista tiene en una temporada. La realidad le sonríe merecidamente a este proyecto que es aplaudido por todos y hoy disfruta de las mieles del éxito, pero que por naturaleza indefectiblemente deberá reinventarse e ir en búsqueda de nuevos horizontes, dejándonos aparte, como gran legado al mundo del fútbol, que la pasión nos puede invadir, pero nunca hacernos confundir y separarnos del camino correcto cuando se trata de ver rodar el balón. (O)

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