Entrevista / Rubén Ariel Olivera Da Rosa / futbolista uruguayo de Liga de Quito
"Dejé Italia en búsqueda de sensaciones diferentes"
Rubén Olivera no tiene miedo. Llegó a Liga de Quito en búsqueda de nuevas sensaciones en su carrera, después de varios años en el fútbol italiano y con la idea de disputar por primera vez un torneo internacional en Sudamérica.
Ese miedo que podría generarse por regresar al continente y rendir en un fútbol en el que casi no ha jugado, no lo siente. Más bien tiene la idea clara de brindarse por completo para su club y con la ilusión renovada por agradar en Ecuador.
Contrario a otros futbolistas, el ‘Pollo’ no guarda en su celular los contactos de sus excompañeros en los equipos por los que pasó. Muchas veces se siente más cercano a los que están detrás del equipo, como los utileros, los médicos o los kinesiólogos, algo que casi siempre le ha sucedido.
El volante uruguayo superó una distensión del ligamento interno de la rodilla derecha, que lo marginó desde el debut contra Clan Juvenil. Hoy espera con ansias el fin de semana para volver a calzarse los zapatos de fútbol. En un diálogo con EL TELÉGRAFO, Olivera detalló las razones para vincularse a Liga, el hecho de llegar a los 19 años a la Juventus, cómo fue compartir equipo con su actual entrenador y la relación con Alessandro Del Piero.
¿Qué lo motivó para fichar por Liga de Quito y retornar a Sudamérica tras una carrera hecha casi solo en Italia?
Lo primero que me motivó fue la llamada de un equipo grande como Liga. Que el mejor equipo del Ecuador me busque para venir es todo un orgullo. No lo pensé dos veces. Tenía una propuesta importante de un equipo de Uruguay, de un grande, pero se iba a demorar un poco y yo no quería esperar. Firmé enseguida con Liga.
Es poco común que un jugador que actúa en Italia venga a Ecuador de forma directa. ¿Qué influyó para dejar ese fútbol?
Los últimos dos años y medio estuve jugando en la serie B italiana (Brescia y Latina) y los estímulos ya no eran los mismos. Estaba acostumbrado a jugar al mejor nivel. Quería encontrar emociones nuevas y afrontar un campeonato con un equipo sudamericano; pelear cosas importantes. Nunca había podido jugar un torneo internacional en el continente y con Liga tendré la posibilidad de disputar la Copa Sudamericana.
¿Recibió referencias sobre el balompié nacional de algún compatriota suyo antes de venir?
Hablé con Juan Manuel Salgueiro, con quien tengo una gran relación porque crecimos juntos en Uruguay. Él jugó acá (2010) y me comentó de lo que significa el club y lo que me esperaba. También del tema de la altura, que era una de las cosas que más me preocupaba, pero me dijo que en un mes o un mes y medio ya estaría bien adaptado. A Jorge Fossati lo tuve como entrenador en Danubio en mis inicios, pero hace tiempo que no hablo con él. La última vez habrá sido en la selección, hace 10 años. Sé que me tiene un gran aprecio, porque me conoce muy bien; él me hizo debutar en la primera división.
Hizo casi toda su carrera en Italia. ¿De alguna manera siente temor de poder o no adaptarse rápido al fútbol de Ecuador?
No tengo miedo de eso. Más bien estoy ilusionado de lo que será este año. El futuro no lo puedo saber, pero vengo con las mejores intenciones para hacer las cosas bien. Esto es fútbol y Ecuador se ha convertido en un torneo muy competitivo, al igual que la Copa Sudamericana. Hoy, con el nombre y la historia no se gana, así que tenemos que hacer un buen grupo y fortalecernos para dar alegrías.
¿Cuál sería la mayor diferencia que puede encontrar entre el fútbol de esta parte del mundo con el italiano?
La intensidad. Acá se pega más y los árbitros dejan correr más las jugadas. En Italia o en Europa en general se cuida mucho más al jugador. Acá es más agresivo y es más físico en el sentido del choque. La dinámica del fútbol allá es mucho más rápida, a dos toques. En Sudamérica cuesta agarrar un poco más ese ritmo.
Compartió equipo con Gustavo Munúa, su actual entrenador, en la Fiorentina en 2013. ¿Cómo fue esa experiencia y qué significa tenerlo ahora como técnico?
Fue el único año de Gustavo en Italia, porque la mayor parte de su carrera la hizo en España. Después volvió a Nacional de Uruguay y enseguida arrancó como DT. Como golero, él hablaba mucho: siempre ordenaba desde el primer defensor, hasta el último atacante. Era como un segundo entrenador en la cancha; ayudaba a todos. Ya compartimos antes en selecciones, en la Copa América 2001 de Colombia y en otros partidos de Eliminatorias mundialistas. Nos conocíamos bien. Él fue el que apostó por mí para venir a Ecuador.
Con 19 años fue a la Juventus. ¿Considera que fue muy joven para ir a un equipo de esa dimensión? ¿Qué significó esa experiencia?
No esperaba que las cosas resulten así. Fui a jugar un torneo a España y me llevaron a Italia sin siquiera poder despedirme de mi familia. Los primeros tres meses me costaron mucho y quería regresarme. A la final me adapté, porque estaban otros uruguayos que me acogieron como Paolo Montero y Marcelo Zalayeta. Seguramente hubiese hecho una carrera mejor, pero al vivir solo, tan joven y por muchos años, no hice tal vez las cosas tan profesionalmente. No me quejo, porque aprendí mucho.
La segunda etapa en ese club le fue mucho mejor. ¿Qué pesó para que pueda tener un rendimiento óptimo?
Vino un entrenador que me dio confianza -Fabio Capello- que no miraba los nombres, sino quién andaba mejor en las prácticas y en los partidos. Después pasé por Sampdoria, Génova, Lecce. Hice buenos años, pero tuve también problemas de rodilla que me complicaron y me frenaron un poco.
Estuvo en la Juventus justamente en el ‘Calciopoli’ (escándalo de influencias a árbitros de la serie A). ¿Cómo lo tomó?
Quedamos bicampeones y después nos bajaron a la B. Se armó un ‘quilombo’ tremendo, pero son cosas que los jugadores no sabíamos; cosas que se manejaron por atrás. Todo eso lo asimilé muy mal, porque venía jugando bien. Yo no estuve en la B y me mandan a préstamo a la Sampdoria; en esa categoría solo querían quedarse con cinco o seis futbolistas del bicampeonato. Querían que tenga continuidad en primera y luego volví a la ‘Juve’ cuando asumió Claudio Ranieri. No me fue bien y con el DT no nos encontramos; me veía como media punta y había muchos atacantes. Yo no lo veía así, pero me dijo que él lo pensaba de esa forma. Jugué solo un partido en siete meses.
¿Es decir, que no puede renunciar a lo que es y no puede jugar en una posición que no es habitual?
No, no tengo problema. Si me ponen de lateral derecho voy a decir que no lo sé hacer, pero me meto igual. La cosa es que donde puedo rendir y darle algo al equipo, es adelante.
¿Cómo fue compartir con figuras como Alessandro Del Piero o Pavel Nedved en ese equipo?
Son personas con una humildad tremenda. La humildad que tienen los hace más grandes de lo que son. Me ha tocado jugar con futbolistas que actúan poco y se creen mucho. ¿Por qué los jugadores ganan balones de oro, mundiales, etc.? Porque primero que nada son personas, humildes y trabajadoras, yo veía cómo se entrenaban cada día.
En el caso particular de Del Piero, ¿cómo era la relación y cercanía con él en la ‘Juve’?
Era muy amigo de los uruguayos, sobre todo con Montero y Zalayeta que ya tenían algunos años en el equipo. Solía venir al cuarto en las noches, cuando Capello lo empezó a dejar fuera de la formación. Nos venía a decir: “no me pone, no me pone”. Montero le decía: “dejá de llorar, m.... Pensá en entrenarte 10 veces más de lo que hacés y le vas a tapar la boca”.
Del Piero respondía: “yo no tengo la rebeldía que ustedes los uruguayos tienen. Yo soy así”. Fue mimado toda la vida y cuando vio que lo sacaron, le chocó. Montero lo metió más a los asados que hacíamos entre nosotros y le dice: “a ver si así sacás un poco más de huevos, m...”. Así que él siempre venía y un día dice: “Paolo, tenías razón”.
Después empezó a jugar, se empezó a tirar a los pies del rival, a correr para atrás, a hacer otras cosas que no hacía, porque como era el mimado no tenía tantas responsabilidades. Capello lo premió y lo hizo jugar. Sabía que podía correr, porque el DT quería esa clase de jugadores.
¿Con qué jugador hizo más amistad en todo ese tiempo?
Con varios, pero la verdad es que tuve más relación con los kinesiólogos, con los terapeutas, los médicos, los utileros, que con los jugadores. Últimamente hablé con Mauro Camoranessi, antes de venir me encontré con el croata Igor Tudor, quien ahora es entrenador del Galatasaray. No soy de llamar o de tener los teléfonos de mis excompañeros. Con esa gente, los que están detrás del equipo, tengo un imán. Me gustan las personas simples y me surge esa afinidad.
En Uruguay es diferente, porque soy de ahí y es otra cosa. Pero afuera, por lo general tengo más relación con ellos. (I)
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