Punto de vista
Buscando una pasión
Un par de décadas atrás el fútbol ecuatoriano nos permitía observar en sus canchas a jugadores con unas libras de más, pero que destacaban por sus resoluciones técnicas y con eso ya era suficiente para que los partidos sean atractivos y el público acudiera a los estadios a disfrutar y satisfacer su ego futbolístico.
Sin desmerecer esos momentos gloriosos que seguramente atesoran como únicos aquellos fanáticos del fútbol, hoy sería un tema de Estado ver deportistas que no estén con una figura atlética y que no trabajen a diario en busca de su plenitud (técnica-táctica y física) para enfrentar el próximo encuentro.
Todo evoluciona y el ‘deporte rey’ no es la excepción, a tal punto que los actores principales (futbolistas) de a poco van logrando el estatus de ‘divos’ en una sociedad sedienta de adorar lo que parece inalcanzable.
En esos tiempos los jugadores eran más terrenales, el hincha tenía acceso a ver a sus ídolos en el barrio y compartir con ellos; en cambio la tecnología, la masividad de medios de comunicación y las agendas ocupadas por avisos publicitarios (compromisos comerciales), entrevistas y nuevas copas internacionales por disputar hacen que los ‘gladiadores’ actuales no tengan tanto contacto con el pueblo.
La llegada de la televisión a todos los hogares fue determinante para que las nuevas generaciones, que no convivieron con ese gen y hermoso frenesí que significa ir cada fin de semana a ver a tu equipo, no sintieran la necesidad de hacerlo.
Hoy se habla mucho de los estadios vacíos y se culpa casi siempre el nivel de los torneos o a las malas contrataciones extranjeras que realizan los equipos del país, y no es así.
Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que los equipos de aquellos torneos no brindaban mejores exhibiciones que ahora, y más allá de herir los sentimientos de algún romántico, pido disculpas y subrayo que los jugadores de hoy están más preparados y trabajan con más herramientas desde niños, para intentar responder a las exigencias de un deporte en crecimiento constante.
Decir que la gente se aleja de los estadios de fútbol porque está desilusionada de sus equipos es poner una gran excusa y no asumir que en realidad la pasión ya no invade y se reafirma que solo se acude cuando los objetivos están por cumplirse; es ahí cuando me pregunto: ¿qué queda entonces para aquellos clubes que nunca ganaron nada?
El espectáculo debe estar a la altura, con un buen escenario (estadios), excelentes actores (futbolistas) y de esta manera encantar a los adeptos, eso está claro y no lo voy a refutar, lo que sí digo es que, a diferencia de otros países donde este deporte se siente y se vive de otra forma, nosotros también debemos entender que nuestra cultura nos dice que el fútbol se disfruta, pero no nos quita el sueño por estos lares.
Nuestros viejos acudían a los estadios porque su rutina no tenía centros comerciales, internet ni películas para elegir en el cable, entonces el atractivo del domingo era el imán llamado fútbol.
Ir al estadio era la primera y única opción, así los partidos se transmitieran por televisión.
Las comparaciones son odiosas, pero aquellos jugadores no son los de hoy, y los hinchas tampoco, porque todo cambió, lo que seguramente fue siempre igual es este sentimiento hacia un deporte que hoy es tendencia mundial e indirectamente exigimos que nos atraiga y no debe ser así.
Vivimos en un país futbolizado, pero no aceptamos y no queremos entender que solo nos gusta y no nos apasiona, y eso no está mal.
Es simplemente así.