Ellos coleccionan objetos alusivos al equipo de sus amores
A 440 km de distancia y con el alma en el Capwell
Lucy Soto sintió una atracción especial por los colores azul y plomo de Emelec cuando tenía 10 años. Fue justamente mientras observaba por televisión un Clásico del Astillero que se disputaba en el estadio George Capwell. A diferencia del partido de hoy -en el que se disputa el título-, el de ese entonces era el primero de la temporada.
Esta quiteña de 28 años se sintió atrapada por la pasión que proyectaba la barra Boca del Pozo en cada cántico. Cuando se le pide que resuma en una palabra aquella sensación, atina a decir que se sintió “enganchada”. Cuando vio a los aficionados del cuadro ‘millonario’ detrás de la pantalla, sintió que eran más apasionados que los hinchas de otros equipos.
“Después de ese partido empecé a investigar más sobre el equipo y a conocer más sobre su historia. Ahora soy una hincha más”, cuenta Soto, que al igual que otros emelecistas que viven en Quito, tendrán su corazón en el estadio Capwell.
De la época en que se hizo hincha azul, Soto recuerda a Jaime Iván Kaviedes, también a Carlos Juárez, ArielGraziani y Otilino Tenorio. La llegada de Marcos Mondaini y Luis Miguel Escalada fue otro gran momento y ahora admira e idolatra a Pedro Quiñónez, el capitán.
Ella empezó a coleccionar artículos relacionados a Emelec desde que estaba en el colegio. Cualquier ahorro le servía para invertir en su club, ya sea comprando camisetas, jarros, bufandas e incluso medias con los colores de Emelec.
Las camisetas son la prenda que más ha comprado y que con el pasar del tiempo ha ido cediendo esa indumentaria a sus sobrinas pequeñas, a las que contagió con su entusiasmo por los ‘azules’.
Siempre que Emelec juega en Quito lo acompaña desde las gradas, ya sea en el estadio Olímpico Atahualpa, el General Rumiñahui de Sangolquí y la Casa Blanca. Intenta ir cada año a los 2 clásicos que Emelec juega de local.
Para la final no ha podido conseguir entrada, pero tenía previsto tomar un autobús y viajar por tierra la noche del viernes e intentar conseguir un boleto con la ayuda de los amigos que tiene en Guayaquil.
Uno de los recuerdos que tiene presentes es cuando estuvo junto a los jugadores, previo a un partido en la capital. “Supe en qué hotel estaban y fui para ver si podía conocerlos. Los encontré y fueron muy amables conmigo para las fotos y los autógrafos. Creo que ellos responden de forma recíproca por todo el cariño que los hinchas les brindamos”, reflexionó la aficionada.
Morales, héroe de su infancia
Marco Guerra recuerda que su amor por Barcelona fue a primera vista. El momento más significativo que guarda en su memoria se remonta a 1990, cuando los ‘toreros’ derrotaron a River Plate en las semifinales de la Copa Libertadores de América.
Los penaltis atajados por Carlos Luis Morales hicieron que se convierta en el héroe de su infancia. “Me sorprendí primero por todo lo que rodeaba al equipo y entendí la grandeza del mismo. Muchos años después pude conocer a ‘Pestañita’, que siempre fue un ícono del equipo para mí”, relató.
Ante el entusiasmo de Marco por Barcelona, su madre le regaló la camiseta del club de ese año. Aún la guarda con mucho celo, ya que es la camiseta más antigua que posee y por su valor sentimental. Y no es para menos, es la indumentaria con la que Barcelona disputó su primera final de la Copa Libertadores de América.
“Esa es una de mis favoritas, por la historia que tiene y también porque fue la primera camiseta que tuve. También me gusta la de 1997, por el campeonato de ese año, además de que llegó a la final de la Libertadores de 1998 con esa camiseta y también la de 2010, por el diseño que tenía”, contó.
La camiseta de 1993 es una de las más maltrechas que posee, porque con esa acudió a muchos partidos en la capital y también la usaba para jugar e imitar las atajadas de Carlos Luis Morales cuando se reunía con sus amigos a ‘pelotear’.
También con esa vestimenta rememoró una anécdota en el estadio Atahualpa. “Al final del partido, me lancé a la cancha en busca de los jugadores. Tenía una bandera del equipo y me la firmaron varios jugadores en el camerino. Lo triste fue que al salir del estadio me la robaron, pero ese recuerdo de estar cerca de los futbolistas quedó marcado”, relató.
Su trabajo de diseñador gráfico no le permite estar hoy en Guayaquil para observar el fútbol en las pantallas que se instalaron en el estadio Monumental. Pero parará sus actividades para no perder detalle de las acciones en el Capwell.
“Después del empate en la ida me parece que ningún equipo tiene ventaja. Espero que el mío pueda marcar primero y hacer su juego que lo llevó hasta la final. Una final con clásico casi nunca sucede, así que espero que Barcelona gane”, dijo.