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El Telégrafo

Punto de vista

Un gran rendimiento mirado de reojo

Un gran rendimiento mirado de reojo
31 de octubre de 2015 - 00:00

Es inevitable no incurrir en el tema tan escabroso y turbulento que arropó a la selección ecuatoriana sub-17 previamente al  Mundial de Chile 2015. En esa novela de terror quedaron muchos sentimientos damnificados y llenos de dudas que  indirectamente repercutieron en los inocentes. Este equipo tiene un funcionamiento armónico y muy puro en sus conceptos de juego, como el claro ejemplo de siempre realizar transiciones rápidas, tanto en ofensiva como en defensiva, para  aprovechar el caudal físico e imponer desde ahí los desequilibrios necesarios en un juego colectivo que se define desde lo individual. Lo sólido y maduro que luce Cevallos en el arco inyecta la dosis precisa de confianza que todo conjunto debe tener y es desde ese reflejo que impone el guardameta donde nacen las convicciones de las demás líneas que trabajan y arriesgan con la tranquilidad desde el fondo. El entrenador Javier Rodríguez, un trabajador incansable en el buen trato del balón y el respeto por el buen gusto, dedica todas sus indicaciones a nunca perder el orden y complementar esta virtud con la búsqueda incansable de superioridad numérica en todos los sectores del campo de juego para que de esta manera los rivales no crezcan en confianza y aparte se vean apabullados cuando intentan engendrar opciones ofensivas. La línea defensiva es una muralla que sabe que desde allí es donde nacen las mejores incursiones de su equipo, por tal motivo los centrales primero marcan y cortan todo lo que llegue al área de Cevallos, pero nunca descuidan la premisa de recuperar el esférico e intentar buscar pases que rompan líneas rápidamente para que los volantes inicien e imaginen las jugadas ofensivas. Ecuador ostenta un juego vertical y con muchos conceptos claros que, más allá de los resultados positivos, aún debe pulir si pretende seguir dando pasos históricos en un torneo que de a poco va dejando de lado a los eternos favoritos. Un punto que el cuerpo técnico con seguridad debe estar analizando es que la mayoría de los hombres de ataque prefiere, en la mayoría de los casos, iniciar incursiones individuales y no entrar en un volumen colectivo en búsqueda de la mejor opción. Esta falencia quizás no es notoria en partidos como contra Rusia, porque el momento y el dubitativo rival lo ameritaban, pero sí puede llegar al punto de lamentable en otras etapas más cruciales donde los equipos se aferran al aspecto táctico muy concentrados y con virtudes más destacadas en sus hombres. El cuerpo técnico conoce del potencial de su plantel, pero también espera  la madurez necesaria para asimilar la tensión, sabiendo que los pasos que se van dando ya son parte de una historia que puede consagrarlos para siempre. En líneas generales, debemos resaltar el potencial que brinda Ecuador por las bandas, donde Estupiñán marca la diferencia abruptamente desde lo táctico y de una contracción elevada de trabajo que se hace con el correr de los compromisos casi imparable para los rivales apoyado constantemente en un medio campo plagado de ideas y conceptos claros que limpian y dan fluidez al juego generando un caudal que por momentos se torna difícil de controlar para los equipos contrarios. El sueño está intacto y de a poco las dudas sobre el equipo se están transformando en orgullo para un público que lamentablemente ve de reojo a este grupo de muchachos que intenta lejos de la patria convencer desde el buen gusto la cordura táctica y la contundencia tan necesaria en este deporte. (O)

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