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El Telégrafo

Perú destapó su emoción contenida tras 36 años

El delantero peruano Paolo Guerrero (i) anota el segundo tanto de su selección, para vencer a Australia en el tercer partido del grupo C.
El delantero peruano Paolo Guerrero (i) anota el segundo tanto de su selección, para vencer a Australia en el tercer partido del grupo C.
Foto: EFE / AFP
27 de junio de 2018 - 00:00 - Agencia AFP

Aunque llegaba ya eliminada a Sochi, Perú se despidió a lo grande de su regreso a un Mundial 36 años después con su emocionante victoria ante Australia, la primera que logra en una Copa desde 1978, en un encuentro convertido en una sentida fiesta por una hinchada que llevaba media vida esperándola.

El delirio se desató en el estadio Olímpico de esta ciudad a orillas del mar Negro con el tanto de André Carrillo a los 18’, el primero en esta Copa para Perú, que se había ido en blanco de las derrotas ante Dinamarca y Francia. Ya en la segunda parte, Paolo Guerrero puso el 2-0 (50’).

Daba igual que ya estuvieran fuera, que hubieran tenido que esperar 36 años para esto, para ni siquiera llegar con opciones al tercer partido. Ayer la tórrida Sochi era Perú. Era blanca y roja, de la fiesta de quienes más ilusión le pusieron en regresar a una Copa, que con ellos ha sido cruel en los resultados, pero no en el alma.

En Lima, los aficionados peruanos se reunieron en la explanada del Estadio Nacional para observar el triunfo de su selección en el Mundial.

No había ganado hasta ayer el equipo de Gareca, que siempre se preguntará qué habría pasado si hubiera entrado el penal de Christian Cueva ante Dinamarca.

Y eso es de agradecer, como lo hizo la víspera el veterano Bert van Marwijk, que no dudó en destacar su coraje, pese a que les hubiera costado dos derrotas y un sueño roto antes de tiempo. También dijo que Perú jugaría en casa a orillas del mar Negro. No se equivocó.

Ambiciosa Australia
El único problema para la comunión peruana era que en frente tenía un equipo con la historia en los zapatos.

Los socceroos llegaban a dejarse la vida a este tercer partido en el que necesitaban vencer a Perú y que Dinamarca perdiera contra Francia para entrar en los segundos octavos de su trayectoria.

Por eso salieron a proponer, mientras los sudamericanos seguían a lo suyo: empaparse de una experiencia que todo apunta que no tardará 36 años en repetirse.

No hay milagros tampoco en las despedidas y los de Gareca seguían teniendo los mismos problemas para llegar al arco mientras a Australia, con más opciones, se le atragantaba el medio campo.

Hasta que ocurrió lo que Perú llevaba más de tres décadas aguardando, pero cuando menos lo esperaba. Tras un contraataque, Guerrero levantó la cabeza desde la izquierda y vio a André Carrillo correr hacia la entrada del área. Y allí, el atacante del Watford articuló una espectacular volea que ya es historia del fútbol “inca”.

Se caía entonces el estadio Olímpico de Sochi, que era más Perú que nunca, abrazando a unos jugadores a los que habían traído hasta aquí volando. También Gareca gritó poseído desde el banco el gol que tanto merecía este equipo que a punto estuvo de irse de Rusia sin puntos.

Hasta pronto
Pero, sorteada la catarsis peruana a la que habían sido invitados por obligación, los australianos comenzaron a recomponerse. A punto estuvieron de lograr el empate Tom Rogic y Mathew Leckie.

Logró irse por delante Perú al descanso, pero quedaban más emociones para esta despedida redonda.

Decidido a retribuirle el entusiasmo a los peruanos, el partido no podía olvidarse de su héroe Guerrero, por el que tanto padecieron en los últimos meses. Llegó por los pelos a esta Copa, con una suspensión in extremis de su sanción por dopaje, y se va a las primeras de cambio, pero con el gol que tanto quiso.

Llegó en el minuto 50 tras un carrerón de Cueva para que el delantero del Flamengo tirara de su experiencia para poner el 2-0.

Quedaba ya muy tocada Australia, y no había vuelta atrás en el éxtasis peruano, con el partido convertido en una dulce despedida, de esas que no duelen tanto porque el adiós no será por mucho tiempo. (I)  

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