Japón partía como víctima, la selección más débil del grupo H, que podía complicarle la clasificación a cualquiera, pero quedaba lejos de los pronósticos. Polonia, con su goleador Robert Lewandowski a la cabeza, era la gran favorita.

Hoy, en Volgogrado, ambas se cruzarán con los papeles cambiados, con el equipo de Inui dispuesto a hacer historia y los de “Lewan” depresivos, con el consuelo mínimo de buscar una victoria que les permita abandonar Rusia con algún recuerdo grato.

El camino de los japoneses ya supera la sorpresa. Si contra Colombia se aprovecharon de un comienzo eléctrico, que les dio un penalti y la ventaja de un jugador más, ante Senegal sobrevivieron al huracán físico de los “leones de Teranga” para sumar un punto que les acerca a la clasificación.

El éxito de Japón es, sobre todo, el de Akira Nishino, el técnico que se hizo cargo del plantel tan solo dos meses antes del Mundial, en lugar del bosnio Vahid Halihodzic.

Nishino detectó el potencial al contragolpe de su selección, entregó el mando del ataque al bético Inui y recurrió a la experiencia de Keisuke Honda como revulsivo, lo que le sirvió para rescatar un punto contra Senegal.

Y al contrario. Todo lo que han sido aciertos en Japón fueron errores en Polonia, que llegaba a Rusia para confirmar las buenas sensaciones que dejó en la Eurocopa.

Pero, como en Francia hace dos años, en Rusia le falló Lewandowski. El delantero polaco, implacable en las fases de clasificación, se diluye en los momentos decisivos.

También carga con la culpa el timonel Adam Nawalka, quien no encontró recursos para atacar a Senegal y planteó una suicida defensa de tres frente a Colombia. Ahora desea lavar su honor con una victoria. (I)