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El Telégrafo

Gordon Banks cambió la albañilería por el fútbol

Banks fue considerado el mejor portero del mundo por la FIFA durante 6 años consecutivos, en tiempos en los que los guardametas jugaban sin guantes.
Banks fue considerado el mejor portero del mundo por la FIFA durante 6 años consecutivos, en tiempos en los que los guardametas jugaban sin guantes.
Foto: LCFC.COM
13 de febrero de 2019 - 00:00 - Agencia EFE

Gordon Banks, portero inglés que participó en la conquista de la Copa del Mundo de 1966, falleció ayer a los 81 años. “Estamos devastados con su pérdida, pero tenemos muchos grandes recuerdos y no podríamos estar más orgullosos de él”, comunicó la familia del guardameta.

Banks fue uno de los integrantes de la selección inglesa que se hizo con la Copa del Mundo de 1966 jugada en suelo propio, el único gran trofeo internacional conquistado por los “Tres Leones”.

Una de sus imágenes más icónicas es la parada que le realizó a Pelé en el Mundial de 1970, cuando se estiró abajo, junto a uno de los palos, para salvar un cabezazo del astro brasileño. Esta es considerada una de las mejores paradas de la historia del fútbol mundial.

El secreto de Gordon Banks estaba en los guantes. Durante la preparación en México para el Mundial de 1970, el portero de Inglaterra concluyó que el calor y la dureza de las canchas demandarían recursos extras para paliar el desgaste físico y neutralizar los rebotes caprichosos del balón. 

Por entonces, advirtió que los porteros mexicanos y sudamericanos utilizaban guantes de mayor talla que las manos, con una cubierta de goma agujereada en las palmas y dedos.

Así ganaban control del balón, por el mayor agarre, y reducían el impacto gracias a los hoyuelos, que añadían amortiguación. ¡Y pensar que hasta entonces Banks jugaba con guantes de jardinería que “tuneaba” al pegarles los chicles que masticaba!

La prueba de fuego para los guantes nuevos del hombre que solía desafiar las leyes de la gravedad a la hora de viajar de palo a palo, se dio el 7 de junio en el estadio Jalisco, de Guadalajara.

Bajo un sol justiciero, las selecciones de Inglaterra y Brasil cumplían ese domingo su segunda presentación en el grupo 3, que completaban Rumania y Checoslovaquia.

Un pase profundo del capitán y lateral derecho Carlos Alberto fue aprovechado por Jairzinho para adelantar a su marcador y, sobre la última línea, lanzar un centro alto al corazón del área. 

“Cuando vi a Jairzinho levantar la pelota, supe que se me venía una cruz. Me posicioné pensando que el balón iría hacia el punto de penalti, pero el centro fue más a la derecha, como si fuera a una cita con Pelé, que parecía suspendido en el aire”, relató después el hombre que a los 17 años cambió la albañilería por el fútbol.

Tras el remate de cabeza, el balón salió como un mazazo que obligó a Banks a calcular en milésimas el efecto del rebote inicial en el césped para luego volar con la mano diestra estirada hacia su poste. “Sabía que si contactaba con la pelota, tenía que buscar levantarla, para evitar una nueva caída en el terreno de juego y otra oportunidad para Pelé”.    

Pasaron uno, dos segundos. El portero de los “Tres Leones” aterrizó pesadamente contra la red lateral interna. De soslayo vio cómo Pelé se llevaba las manos a la cabeza, con cara de “no lo puedo creer”. Al término del partido, que la Canarinha ganó gracias a un gol de Jairzinho, Pelé declaró desconsolado: “Yo marqué el gol, pero Gordon Banks lo paró”.   

La acción ha sobrevivido como la mejor parada de la historia, por el rechace en sí misma y por quienes la protagonizaron; el mejor jugador y el portero que entonces defendía el título de campeón del mundo. 

Banks entró en la historia por esa parada, pero ya antes había convertido a Inglaterra en campeona del mundo (encajó 3 goles en 7 partidos, uno de ellos de penalti) y pudo incluso competir con la leyenda del ruso Lev Yashin.

Una semana después de desesperar a Pelé, su ausencia en el encuentro de los cuartos de final de México 70, por problemas estomacales, dio a la Alemania de un jovencísimo Franz Beckenbauer la posibilidad de vengar la derrota en la final mundialista de cuatro años antes (3-2). (I)  

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