Brasil y Argentina confirman su dominio en Libertadores
Flamengo es finalista de la Copa Libertadores después de 38 años. El club de Río de Janeiro vapuleó por 5-0 en el Maracaná al copero Gremio y se medirá ahora con el vigente campeón, River Plate, un equipo repleto de “galácticos”.
Dos de los planteles más poderosos de la Copa, no solo en lo deportivo sino también en lo económico, se enfrentarán en la gran final el próximo 23 de noviembre en el estadio Nacional de Santiago, en Chile.
Flamengo ha sido uno de los que más ha invertido para tratar de conseguir una segunda Libertadores. En 1981 logró su único título hasta ahora, guiados por el recordado Zico.
Rodolfo Landim, un ingeniero petrolero, asumió la presidencia del club en enero de este año. Inyectó $ 26 millones para conseguir fichajes de categoría.
Así cuenta con varios compatriotas como Gabigol, Filipe Luis, Rodrigo Caio, Bruno Henrique y también llegaron otros internacionales, como el uruguayo Giorgian De Arrascaeta o el español Pablo Marí, quien dicho sea de paso será el primer español en jugar una final de la Libertadores.
El entrenador portugués, a las riendas del Flamengo desde hace casi cuatro meses, ha dado orden, sentido e identidad al equipo más popular de Brasil.
Con un juego eminentemente ofensivo, el exentrenador de Benfica y Sporting de Lisboa ha encajado a la perfección en la disciplina carioca y devuelto la ilusión a una afición que había perdido toda la fe.
Los jugadores han absorbido su filosofía. Desde que asumió el banquillo, el Flamengo solo ha perdido dos partidos: contra el Bahía en la Liga (3-0) y en el partido de ida de los octavos de la Libertadores ante Emelec (2-0), al que eliminó después en la tanda de penaltis.
La sequía de títulos importantes en el Flamengo viene de largo. No gana un título de renombre desde 2013, cuando levantó la Copa de Brasil tras vencer en la final al Athletico Paranaense.
Su última Liga, torneo que muy probablemente ganará este año, data de 2009 en una campaña en la que sobresalió el delantero Adriano.
Mientras que River Plate vive una historia opuesta a los brasileños. Tienen un proyecto ya establecido con Marcelo Gallardo, desde que asumió como DT en 2014.
Esta final será su tercera en la Libertadores en cuatro años. En 2015 ya ganó el título, tras una sequía de 19 años sin obtenerla. El año pasado sumó otra Libertadores al superar a su eterno rival, Boca Juniors, en la final decisiva que se jugó en el estadio Santiago Bernabéu de España.
Su plantilla se ha mantenido; no han habido grandes cambios y sus jugadores han rendido de gran forma para llegar a una nueva final.
En los últimos años realizaron inversiones importantes para sostener y crecer con el proyecto. Adquirieron por $ 11 millones a Lucas Pratto en 2017 y también reforzó la portería con la presencia de Franco Armani, quien llegó desde Atlético Nacional por $ 4 millones.
Los argentinos poseen cuatro títulos de la Libertadores y apuntan a una quinta corona, que los dejaría solitarios en el tercer lugar del palmarés general. Tendrían uno menos que Boca Juniors y dos menos que Independiente, el “Rey de Copas”.
En el tiempo del “Muñeco” apareció una paternidad sobre Boca Juniors. Desde que llegó a River ganó las cinco definiciones mano a mano sobre su clásico rival, entre partidos de Supercopa Argentina y Libertadores.
Esta será la final número 15 entre brasileños y argentinos, con ventaja para los equipos “albicelestes”. De 14 enfrentamientos previos, ganaron en nueve ocasiones.
Flamengo ganó su único título tras superar a Cobreloa de Chile. Aquella también fue su única final hasta hoy. Mientra que River jugó solo un partido por el título ante un brasileño, cuando cayó contra Cruzeiro en 1976.
Santiago aguarda por los finalistas, que tendrán un mes de preparación para disputar la primera final única de la historia de la Copa Libertadores.
La Conmebol tiene un plan B, en caso de que no se solucionen los problemas sociales en la capital chilena. Pero esperan que el juego se desarrolle en Santiago, ya que se ha vendido la mitad del aforo -48.000 entradas- para el cotejo. (I)