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El Telégrafo

Las puertas se abrieron a las 13:00, tal como se había anunciado

El lojano Darwin Luzón fue el primer hincha en ingresar ayer al Olímpico Atahualpa

Michael Lin (izq.) y Darwin Luzón fueron los dos primeros hinchas que ingresaron al estadio Atahualpa, a las 13:15 de ayer, para ver a la selección ecuatoriana. Foto: Daniel Molineros/El Telégrafo
Michael Lin (izq.) y Darwin Luzón fueron los dos primeros hinchas que ingresaron al estadio Atahualpa, a las 13:15 de ayer, para ver a la selección ecuatoriana. Foto: Daniel Molineros/El Telégrafo
13 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción Fanático

A Darwin Luzón siempre le genera entusiasmo ver a la selección ecuatoriana, eso compensa la espera y las inclemencias del tiempo. La vez anterior, el pasado 13 de octubre, soportó la lluvia que cayó durante el partido ante Bolivia, pero la alegría de la victoria (2-0) hizo que empaparse valiera la pena. Ayer fue el calor.

Antes de que se abran las puertas del estadio Atahualpa, esperó una hora con 15 minutos bajo los inclementes rayos solares en la capital ecuatoriana.

Con cara de ‘por fin’, a las 13:15 su figura traspuso el umbral del acceso 8 de la general sur y se convirtió en el primer espectador en cruzar esa puerta.

Poco antes, para entretenerse, conversaba con Michael Lin, el vecino chino con el que se unió para alentar a la Tricolor. A Lin lo conoció en el chifa Plaza Santo Domingo, ubicado en el centro de Quito, y por primera vez decidieron acudir juntos al coloso de El Batán.

Darwin nació en Loja hace 40 años, pero ha residido en Quito la mayor parte de su existencia, eso contribuyó para que se haga hincha de Liga de Quito y forme su familia en esta urbe. Por lo general suele ir al fútbol con sus 2 hijos (tiene uno de 15 años y otro de 12), pero en esta ocasión, como estaban en clases en el colegio San Fernando, se ‘escapó’ y se encontró con Lin.

“Es que ellos insistían en que los traiga, pero no podían porque tocaba venir temprano y ellos deben cumplir con sus estudios. Además, la entrada está cara, yo compré una a $ 30 en la reventa, así que por ahora tendrán que ver el partido en la tele”.

Roberto Salas atiende en el bar del estadio junto a sus padres y sus hermanos. Son la cuarta generación que se dedica a esta labor en el Atahualpa. Foto: Marco Salgado/El Telégrafo

Farmacéutico de profesión, este lojano no oculta su pasión por el rey de los deportes, afirmó que alienta a la selección con cantos y grita con exagerada euforia los goles. Lin, por su parte, cuenta que llegó a Ecuador hace 7 años (tiene 24 años de edad) y desde entonces su afición por el balompié creció notablemente. En su natal Guandong no existía tanto frenesí por el fútbol, es más, reconoce que no es muy bueno para jugar; no obstante, la actividad le gusta y, gracias a sus éxitos, se hizo simpatizante de Liga de Quito.

Detrás de ellos aguardaban otros 2 aficionados: Fernando Monge y Omar Valle, quienes arribaron a la ciudad por otros asuntos, pero aprovecharon para concurrir al estadio. Ambos son de Santa Rosa (El Oro) y están vinculados a la Unidad Educativa Altamira.

Fernando tiene 43 años y es profesor de Ciencias Sociales, Omar tiene 17 y cursa el tercer nivel de bachillerato. El motivo que los trajo a Quito es un evento académico en la Universidad Andina Simón Bolívar, que tenía como acto central la firma de un convenio interinstitucional entre dicha universidad y el colegio al que representan.

“Como el evento académico es a las 19:00, decidimos venir, creo que una vez terminado el cotejo estaremos a tiempo de llegar al otro compromiso. Es la primera vez que asisto a un partido de la selección”, dijo este docente, fanático de Emelec.

Omar, en cambio, no quería desaprovechar su buena espalda, pues como seguidor de Barcelona ha ingresado varias veces al Atahualpa, con tal suerte que en esas ocasiones nunca ha visto perder al equipo ‘canario’. “Ahora tengo que ver ganar a la Tricolor”.

Al momento de entrar, con boletos en mano, estos amantes del fútbol se perdieron en las entrañas del Atahualpa, sin saber exactamente qué hacer hasta el inicio del duelo, pactado para las 16:00.

En el estadio, sin ver el fútbol

Casi 40.000 fueron los que pudieron disfrutar del fútbol en vivo y en directo en los graderíos del estadio Atahualpa, pero otro grupo más reducido no podía hacerlo totalmente y estaba con un ojo en el partido y otro en sus labores.

Es el caso de Jonathan Cacuango, encargado de revisar las entradas en los palcos VIP. “Debemos cumplir nuestro trabajo y ojalá dejen la puerta del palco abierto para poder ver el partido por momentos”.

Él debía permanecer hasta las 21:00, cuando el escenario quede totalmente vacío y se organice con el resto de sus compañeros al final de la jornada.

Otros que tampoco podrán estar 100% atentos al partido son los vendedores en el bar. Roberto Salas junto a su familia atienden en el lugar y planeaban vender 1.000 empanadas de morocho, entre otros platos típicos.

Ellos se guían por los gritos y los murmullos que bajan desde la tribuna y que se incrementan cuando la Tricolor marca un tanto. “Tenemos una televisión pequeña y allí veremos, pero debemos estar más centrados en la cocina”.

Otros trabajadores, como operarios, encargados de publicidad o de la seguridad, pasan desapercibidos en el escenario, pero cumplen labores vitales para el desarrollo del espectáculo. (I)

La selección uruguaya retrasó su llegada a Quito por un desperfecto en el avión

La delegación de la selección uruguaya de fútbol sufrió un retraso antes de llegar a Quito, cuando salió desde Guayaquil. En esa ciudad se instaló desde el inicio de la semana y se entrenó para evitar los efectos de la altura.

Sin embargo, cuando estaba camino a Quito, tuvo que aterrizar después de 10 minutos de vuelo, debido a que una puerta estaba mal cerrada en el avión. El periodista uruguayo Federico Buysan, que viajó con la delegación, publicó en su cuenta de Twitter sobre el problema.

Después de más de una hora de retraso, una vez superado el inconveniente, el avión pudo despegar nuevamente, con el tiempo suficiente para no complicar la logística organizada.

A las 11:30 arribó la selección uruguaya al aeropuerto Mariscal Sucre de Quito y de inmediato se desplazó a un hotel de la capital, a una cuadra del estadio Atahualpa. Fuera del lugar esperaban algunos aficionados ‘charrúas’, que esperaban ver a los futbolistas antes del inicio del partido. “Un inconveniente que espero que influya positivamente, no negativamente”, dijo en tono de broma el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Wilmar Valdez.

Después del partido, la selección uruguaya descansará en el hotel y partirá en la mañana, en vuelo chárter, a Montevideo, donde recibirá a Chile en el estadio Centenario. (I)

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