El encuentro se jugó en el estadio Mario Alberto Kempes, de Córdoba
Argentina 'rompió' el sistema ultradefensivo de Bolivia
La selección argentina venció 2-0 ayer a Bolivia con momentos de inspiración de Lionel Messi y una mayor jerarquía técnica frente a un sistema ultradefensivo que dispuso el técnico de la ‘Verde’, Julio César Baldivieso. El partido se desarrolló en el estadio Mario Alberto Kempes de la localidad de Córdoba.
Los goles fueron marcados por el lateral Gabriel Mercado, a los 20’, y por Messi, a los 30’, de tiro penal por dudosa infracción sancionada por el árbitro venezolano Jesús Valenzuela, ante unos 55.000 hinchas.
El césped del estadio cordobés no estuvo a la altura de un encuentro internacional, luego de ser arrasado por recientes recitales de las bandas roqueras Maná y Iron Maiden.
Messi marcó su gol número 50 en la selección. Sigue detrás de Gabriel Batistuta, máximo goleador en la historia de Argentina con 56 tantos.
Aluvión
La Albiceleste lanzó un ataque aluvional para no dar tiempo a Bolivia a acomodarse en el campo. Un tiro en el travesaño de Ever Banega fue un raro aviso a los 11 segundos.
Al DT boliviano, Baldivieso -leyenda del fútbol de su país-, pareció no quedarle otro recurso que plantear un ultradefensivo 5-4-1. El equipo verde llegó con numerosas bajas de titulares. Aguantó todo lo que pudo a puro coraje y espíritu combativo.
El entretejido defensivo, tarde o temprano, debía quebrarse frente a la mayor jerarquía del rival. El DT argentino Gerardo ‘Tata’ Martino eligió a Gonzalo Higuaín de centrodelantero en lugar de Sergio Agüero. ‘Pipita’ le dio la razón, en una eficiente continuidad de su hora de esplendor en Nápoles de Italia. El ‘Kun’ del Manchester City entró en el segundo tiempo.
El arquero Carlos Lampe le tapó un remate a Banega y tres tiros libres a Messi. El zaguero Luis Gutiérrez fue un aguerrido pilar aunque a veces se excedió en el empleo de la fuerza. La duda quedó sembrada cuando el juez Valenzuela sancionó un penal de Ronald Eguino por trabar botín contra botín a Banega.
La zurda de Messi no perdonó desde los 12 pasos. Fueron los momentos del encuentro en los que el supergoleador se pareció al articulador implacable de avances del Barcelona. Aparecieron sus destellos, con paredes, pases en profundidad hacia las alas y la búsqueda de la devolución acertada. A veces no logró buena compañía para dichas sociedades esenciales en el fútbol.
Martillando sin pausa
Argentina se quedó, como en otros partidos de la selección, sin el jugador de PSG, Ángel Di María, clave en la circulación rápida, la combinación ofensiva y el gol. Fue un golpe desafortunado en un choque. Fue la hora de Correa, otro Ángel, audaz y atrevido, pero con menor capacidad de juego asociado.
Los argentinos disminuyeron el vértigo, la velocidad a todo vapor que le habían dado a su funcionamiento. El partido se jugaba en un campo ‘chico’, de 50 metros, siempre en el de los bolivianos. No se cansó de martillar.
Del otro lado solo aparecía la solvencia de Alejandro Chumacero. Pero sufría huérfano de compañeros con los que armar un contragolpe. No pesaba Martín Smedberg-Dalence y demasiado aislado quedaba Yasmani Duk. La pareja alternativa de centrales argentinos, Martín Demichelis-Javier Pinola, no pasaba sustos y menos el arquero Sergio Romero, hasta que Smedberg-Dalence remató de media distancia y la pelota pasó cerca de un poste. Una flor solitaria en el desierto. (I)