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El Telégrafo

Punto de vista

La Selección Ecuatoriana tiene el compromiso de ir por algo más

La Selección Ecuatoriana tiene el compromiso de ir por algo más
11 de junio de 2014 - 00:00

El reloj nos dice desde su frialdad que la hora llegó. Brasil 2014 está a la vuelta de la esquina y la ansiedad es amiga de todos. Las demostraciones todavía no se apoderan de las calles que seguramente tendrán un común denominador a partir del 12 de junio en el momento preciso que la inauguración nos mantenga en vilo a los habitantes de este globalizado universo. No entraré en futurismos o análisis de qué podrá pasar, porque mi convencimiento me dice que cada partido tiene un don especial y es el del imprevisto.

Los dirigidos por Rueda llegan con la suma de muchos condimentos que con certeza han hecho de este equipo una familia que sabe el momento histórico que le toca vivir. Desde aquella renuncia nunca oficializada del entrenador al finalizar la Copa América en Argentina, pasando por el apoyo incondicional hacia algunos jugadores que no tenían la aceptación popular y eran criticados a mansalva. La caminata está llegando al lugar sagrado para que todos se expresen de la mejor manera y expongan las herramientas colectivas de un país futbolizado que de a poco siente este deporte como una pasión. Se juega como se vive, y este equipo no es la excepción, ya que si repasamos lo que nos dejó el funcionamiento de los últimos partidos podemos sin ruborizarnos aceptar ciertas situaciones cotidianas del vivir ecuatoriano. Comenzaré a desglosar esta idea de adelante hacia atrás, desafiando todas las normas de análisis. Los máximos exponentes de esta época en la parte ofensiva comparten la velocidad como su mejor aliada, sumada a la impronta y fantasía de cada uno; hago un párrafo aparte a la magnitud de Antonio Valencia, que sin estar en el umbral de sus anteriores rendimientos genera un respeto significativo en los rivales. Noboa está llamado a ser el patrón de un sector más que importante de este andamiaje, porque su andar cansino pero lleno de certezas y claridad con el balón, seguramente será vital para el aporte ofensivo apoyado en el sacrificio desinteresado de un juvenil que se comerá la cancha de cada escenario mundialista llamado Gruezo. Llegando a la estructura defensiva donde la mayoría de los ecuatorianos elevarán sus plegarias nos encontramos con el departamento que deberá modificar significativamente las costumbres culturales como la de llegar tarde o el simple hecho de no estar atentos al menor detalle. Esa será la tarea más difícil de Rueda: lograr que sus jugadores engranen un funcionamiento ideal donde lo colectivo es más fuerte que lo individual. El arco tiene un espacio aparte, porque la confianza de todos nace justamente ahí, y es por eso que el privilegiado de ponerse ese buzo llevará una carga muy alta a la hora del análisis final. Como dice una vieja frase: “las grandes gestas nacieron con un sueño”, y yo me pregunto… por qué los ecuatorianos no pueden soñar y quizás despertarse a finales de junio en un lugar en el que décadas atrás era un insulto el solo hecho de pensarlo. ¿Algún día podremos estar ahí?

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