Los acompañantes se hospedan a 20 km de viamao
Fútbol y familia, la conexión ganadora de la ‘Tri’
Ermen Benítez es el padre de Christian ‘Chucho’ Benítez, exdelantero de Ecuador que falleció el año pasado de forma trágica en Catar. Un vidrio transparente lo separa de los excompañeros de su hijo, que ‘dejan la piel’ en las máquinas de un gimnasio instalado en el hotel Vila Ventura, en Viamao.
Benítez no pierde los detalles. Mira extasiado a unos jugadores que tienen a su lado la mejor compañía posible, su familia.
‘Chucho’ no está, pero su alma permanece. Su padre es la máxima representación de la gran familia que forma Ecuador, reunida en torno a la ilusión que representa para todo el país el Mundial de Brasil. Esposas, hijos, padres y madres arropan a un grupo que se encuentra como en casa en Viamao, cerca de Porto Alegre, donde se concentra el combinado sudamericano.
En el complejo de Vila Ventura se respira un aire diferente al de otras selecciones. Se habla mucho de fútbol, como en todas las concentraciones, pero solo en ese lugar corretean niños por los alrededores del campo de entrenamiento. Las esposas comentan en las gradas lo que hacen sus maridos en la cancha. Eso solo ocurre alrededor de los hombres de Reinaldo Rueda.
“Este torneo nos provoca mucha motivación, con un gran compromiso con nosotros mismos. Los muchachos trajeron a su familia y también está Don Ermen (Benítez). Christian (Benítez) sigue presente con nosotros y trataremos de rendirle tributo a un hermano que seguro quería estar acá”, dijo Rueda ayer cuando varios periodistas le consultaron por qué había permitido que los familiares de los seleccionados acompañen a la delegación nacional.
Ecuador es diferente. Así lo han querido los jugadores. La cercanía familiar no despista. Todo lo contrario. Hasta los que no pueden jugar el Mundial están presentes de alguna manera porque han sido importantes a lo largo de los partidos de clasificación. ‘Chucho’ Benítez desapareció, pero no su padre.
Tampoco podrá participar en la cita Segundo Castillo, lesionado en el partido amistoso ante México el pasado 30 de mayo, previo al campeonato mundial. Se quedará sin jugar, pero compartirá el torneo junto al resto del equipo, como uno más.
Sus compañeros pidieron a la Federación Ecuatoriana de Fútbol que formara parte de la expedición y no hubo problemas. Castillo se entrena al lado de todos, junto al cuerpo médico, recuperándose de un esguince en la rodilla derecha. No disputará ningún partido, pero es el jugador número 24. Y para que no se olvide el 25 (Benítez), en su cabeza lleva un corte de pelo que resalta el nombre de ‘Chucho’ en otro gesto de compañerismo; al igual que Antonio Valencia que lleva en uno de sus brazos un tatuaje en homenaje a su amigo, su compadre y hermano, como él lo llamaba.
Pero por ese vidrio transparente que separa el gimnasio del campo de fútbol de entrenamiento también miran niños. Una pequeña guardería se agolpa observando a sus padres. No se separan de la fina línea transparente que los separa de ellos, con las manos pegadas y con gesto embobado.
Mientras hacen uso de las máquinas, los jugadores de Ecuador ven a sus hijos y algunos saludan sonriendo al ver a sus hijos.
Fútbol y familia es una combinación que puede ser ganadora, así lo ha pensado el cuerpo técnico tricolor y la FederaciónEcuatoriana de Fútbol. No se añora nada en Vila Ventura. Todo lo necesario está allí. El balón, el césped, los seres queridos y un cuerpo técnico entregado a la causa de todo un país.
“Esto es una familia. Todos juntos”, resalta el entrenador, Reinaldo Rueda, que espera brindar un buen Mundial a un país que jamás ha pasado de los octavos de final en los 2 campeonatos en los que ha participado (Corea y Japón 2002 y Alemania 2006).
Lo intentarán por ‘Chucho’, el referente moral de todos y de quien su padre se enorgullece del ambiente que lo rodea. “El número que deja mi hijo, el 11, lo ha cogido Felipe Caicedo. Es un orgullo que un compañero como él lo tenga”, asegura el exfutbolista, quien también fue seleccionado ecuatoriano.
Todo el grupo de familiares se aloja en Gravataí, a 20 kilómetros de la concentración de los futbolistas. Todos juntos representan a una selección. Ocupan casi toda la grada del campo de entrenamiento. Componen una foto curiosa que no deja de ser una simple imagen de familia. La gran familia de Ecuador.