Hoy mi país se une ante una última expectativa: derrotar a Honduras y seguir en el hostil camino. Ante Suiza, Ecuador lució una condición peligrosa: su cauta estrategia fue autoalterada por el gol de Énner Valencia y en lugar de mostrar una (unita) variante para sellar el encuentro, permanecimos con esa añeja y letal actitud de ver qué pasa, de dejar pensar y esperar que el rival no acierte. Y pasó todo (todito) lo contrario.

Agustín Delgado, memorable goleador de la ‘Tri’, me confiaba una vez parte del ‘secreto del artillero’. “Jugábamos con una idea instalada en la cabeza. Debíamos hacer nuestra cada pelota; esta pelota, la que estaba al frente. No la otra. No ve que en el fútbol no hay otra”. ‘Tin’, más o menos palabras, reflejaba esa filosofía indispensable para saltar a tan alta competencia: es ahora, muchachos. Porque otra… ¡’nuay’!

Pero lo que mostró nuestra ‘Tri’ en su debut no alcanza y denota que, en ese sentido, hemos retrocedido: nuestro capitán Valencia pasó oculto, metido al fondo, apoyando a un Paredes que debe asumir las razones de por qué está parado en ese lugar de la cancha y no de suplente. Y con un Valencia camuflado, sin ambiciones ni desbordes –pese a que los rivales lo sepan de memoria- el cuadro pierde más de la mitad y piquito de sus argumentos. ¿O no?

Porque a Montero también lo van cachando, le tiran 2 líneas de relevos y me lo van mermando, hasta comerle las piernas y diluirlo en su agotamiento. Vamos. Ecuador no mostró su real potencial: con un planteamiento tan al ahorro, se nos fue muriendo ese ‘tensionadito bacano’ del que hablaba Bolillo y los muchachos –de la cabeza a los pies, literalmente- terminaron perdiendo ‘power’, lucidez y rapidez mental.

Ahora, con Honduras, el partido es ganar o ganar. Esta condición genera más presión y con ello, mayor chanche de cometer errores. Mas, también se puede confiar que los chicos crecieron, que sus brillantes desempeños en México y otras ligas, algo les dejaron no solo en sus chequeras, sino en su capital futbolero.

Es de confiar en que Antonio Valencia asuma su real liderazgo en cancha y lo ponga en escena: alguien debe gritar y mandar en este barco de piratas en riesgo, para salir de aguas turbulentas y perseguir el tesoro. Y Valencia exhibe todos esos méritos. Pero a veces, a más de ser, toca parecer. Y Antonio está listo para las 2 condiciones. Solo recordemos la influencia que un Puyol ejerció en la ‘roja’ española o en Barcelona. Y vamos a concluir que ese es el modelo y que no hablo de memoria.

¡Dele con todo mi negro!