Lujo y comodidad entre las sábanas de la “Tricolor”
La llegada a suelo argentino no fue la mejor para la “Tricolor”, porque la comida le fue incautada. Tras un reclamo formal, una parte le fue devuelta, no así las frutas originarias de Ecuador, con las que se viajó para cumplir la dieta planificada.
Pero ese no fue el único inconveniente que tuvo que sortear el combinado patrio, ya que el equipo esperó una hora exacta en el avión hasta que, primero, se desocupara el hangar donde debía parquearse el chárter de Tame; segundo, que enviaran los buses que trasladarían a los jugadores del avión al interior de la terminal; y tercero, en la aduana el trámite de ingreso fue eterno, no hubo ninguna deferencia con los dirigidos por Reinaldo Rueda.
Sin embargo, el arribo al hotel Intercontinental, ubicado en Moreno 809, en Buenos Aires, de entrada fue como abrir las puertas hacia el lujo, amplias y cómodas habitaciones esperaban a los seleccionados en el sexto piso, para que descansaran luego de un largo viaje.
Se guardó atención hasta en el mínimo detalle. Los pisos de madera hacían confortable la pisada, si se decidía a andar descalzo; un termostato ubicado en la segunda pared dejaba en el seleccionado la potestad de modificar a su gusto el clima de su sitio de descanso.
Al entrar al cuarto, lo primero que llama la atención son las camas de dos plazas con sábanas blancas, en cuyo centro destaca una banda de tonalidad dorada, y en la mitad de ésta, una gran I, de Intercontinental. Seis almohadas pequeñas, más tres grandes con una acolchonada sobrecama, parecen una invitación -indeclinable- de Morfeo.
Al frente se tiene un plasma, marca Sony, de color negro clásico, y a la mano, a solo un click de distancia, el control remoto abre una gama de 48 canales de cable, claro está, 5 de ellos “por default” son de deportes, para complacer el gusto de los jugadores.
Cuadros que muestran hermosos paisajes de Argentina cuelgan sobre las paredes, dándole a la habitación un toque de elegancia.
En los cuartos hay hasta tres teléfonos, uno en el centro de negocios, donde destaca una lámpara curiosa, pues se trata de un “gaucho” montando a caballo, además de una guía con los códigos de varios países del mundo.
Otro está ubicado en uno de los dos veladores con los que cuenta la habitación y el tercero está en el baño. Los colores dorado y beige destacan en las paredes; además, al asomarse al ventanal, se tiene, a solo seis pasos, la espectacular noche y el increíble amanecer de Buenos Aires.
La habitación también cuenta con un minibar, en el que hay jugos naturales y la infaltable agua Evián, a 39 pesos la botella, además de dulces importados y snacks.
Pero si hablamos de comodidad, sin duda, donde mejor se siente es en el baño, pues en éste hay una tina con sales, una ducha con piso de mármol, y hasta los menos pensados utencilios de limpieza. (LCV)