La bendición de su madre es el impulso de Roberta
Bien dicen que el lazo entre madre e hija nunca se rompe. Esa especie de hilo invisible es capaz de hacer que las personas consigan logros que parecen increíbles, eso fue precisamente lo que ocurrió ayer. Ese vínculo indescriptible se extendió desde Ecuador hasta España, recorrió miles de kilómetros y lo hizo sin escalas.
Doña Piedad le mandó la bendición a la que siempre será su niña: Roberta Arellano, y surtió efecto, pues ayer la apneísta ecuatoriana se clasificó a la final de la VI edición del Mundial de Actividades Subacuáticas, que se efectúa en Tenerife, España, en la modalidad de dinámica con equipos, que consiste en recorrer la mayor cantidad de metros bajo el agua con una monoaleta (aleta, en las que se colocan los dos pies juntos) con solo el aire que se puede contener en pulmones y estómago.
Roberta confesó que estaba un poco intranquila antes de su prueba, pero que tras hablar con su mamá por teléfono, los nervios se esfumaron y se sumergió sin miedos.
Durante el trayecto recordó a las personas más importantes de su vida. “Visualicé a mi madre, enviándome la bendición; a mi tía Gladys, mandándome a todos los ángeles para que me protegieran; y a una de mis mejores amigas, Carolina (Barrezueta), diciéndome que era su campeona”, indicó Arellano en contacto telefónico con este diario.
La buzo a pulmón recorrió 177 metros superando el récord panamericano que impuso en Cuba, en abril. Hoy, a las 04:36, otra vez tendrá que sumergirse en la piscina municipal Acidalio Lorenzo, de Tenerife, para buscar el oro mundial.
“No puedo olvidar a quien también ha sido un gran apoyo para mí, Alfredo Rosado, quien así mismo es apneísta y está acá compitiendo conmigo. Él me habla siempre antes de cada competencia y me da palmaditas en la espalda”, reveló.
Roberta es consciente de su potencial y cree que hoy le irá bien en la que considera su prueba fuerte. “Entré a la final con la mejor séptima distancia, pero no es que ninguna de mis rivales se disparó, todas estamos en 177, 178..., por ahí una creo que topó los 180, pero mañana (hoy) voy por los 200 (4 piscinas de 50)”.
En esta aventura, Roberta, quien fue la encargada de abrir el Mundial, pues fue la primera en competir, no está sola, cinco apneístas más la acompañan, sin embargo, no todos corrieron con la misma suerte que ella, que fue la única de la delegación nacional que se clasificó a la final.
Marcelo Sampedro salió en el sexto turno y realizó un recorrido de 125 metros, dando un OK perfecto y repitiendo su marca clasificatoria para este mundial. En los lugares 20, 21 y 22 siguieron tres ecuatorianos más: Jennifer Reyes, Alfredo Rosado y Gilda Rivadeneira, en ese orden.
Jennifer alcanzó una distancia de 115, pero fue descalificada por no cumplir con el protocolo, se sambeó (sintió ligeros síntomas de asfixia), luego se recuperó, pero al no tocar el plato (especie de paleta que deben topar los apneístas para demostrarle a los jueces que salieron limpios) su prueba fue anulada. Alfredo topó los 160 metros sin mayor problema en su prueba y Gilda Rivadeneira completó 157.
Carlos Proaño salió en el turno número 40, haciendo un metraje de 155 metros, sin embargo fue descalificado por no topar con las aletas la pared antes de iniciar su recorrido, que es una nueva regla.