Frío y lluvia no detuvieron a los corredores
Imbabura.-
Tan solo dos horas del sábado habían transcurrido y todo ya estaba listo para el inicio de la carrera The North Face Endurance Challenger. Cinco cañones de luz blanca que apuntaban hacia el cielo, instalados cerca del Club Náutico del lago San Pablo, en la comunidad Araque, del cantón Otavalo, indicaban el punto de partida de la primera ultramaratón de montaña disputada en el país.
Hasta ese lugar llegaron los 815 deportistas de Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú, Chile, Brasil, Argentina, El Salvador, Estados Unidos y Alemania, inscritos en la competencia también denominada Ultra Trail Running, que otorga al ganador de la categoría 80 km dos puntos, de 7 necesarios para acceder al Ultra Trail de Mont Blanc, la competencia más importante a nivel mundial de esta disciplina, a disputarse en Francia en septiembre.
La competencia en Imbabura fue la primera válida de la temporada del circuito latinoamericano, que tendrá al menos cuatro ediciones más en Perú, Chile, Argentina y Brasil.
Con el objetivo de aclimatarse y adecuar su cuerpo a la altura de Otavalo, la mayoría de corredores se instaló con carpas a un costado del punto de partida, un día antes de la competencia.
A pesar del frío y la ligera llovizna que caía a las 03:00, todos los competidores de la categoría máster que estaban a punto de correr 80 km ya calentaban sus músculos con estiramientos y movimientos junto a cuatro grandes fogatas encendidas para combatir los 8 grados centígrados a orillas del lago San Pablo.
Martín Sáez, del equipo Ecuador, antes de la partida se mostró muy optimista. “Correr por estos paisajes hermosos sin duda será una experiencia única para todos nosotros. Además de competir vamos a hacer turismo”.
En total fueron 90 deportistas que se inscribieron en la categoría 80 km los que partieron a las 04:00. Un gran arco rojo, un disparo al aire y el cronómetro marcando los primeros segundos de competencia anunciaron el inicio.
En menos de 10 minutos quienes ocupaban las primeras posiciones se adentraron en las faldas del Taita (padre) Imbabura. La oscuridad de la madrugada parecía no importar a estos competidores de élite, que con linternas en sus gorras, bastones deportivos y caramañolas se abrían paso entre la agreste montaña.
Mientras tanto, el quiteño Álex Chango, de 23 años, se preparaba para competir en la categoría de los 50 km que partiría a las 06:00. Acompañado de su madre, que con un poncho plomo y muy cerca de una de las fogatas lo miraba, mientras Álex calentaba.
A 15 minutos de las 06:00, Chango debía ingresar al corral de competidores. Su madre, con un fuerte abrazo y una mirada llena de orgullo, dibujó una cruz en su cabeza, pecho y hombros. “Que Dios te bendiga y te proteja, mijo”, dijo en alta voz doña Alvina Paucar, de 67 años, quien viajó junto a Álex desde la parroquia Conocoto de la capital ecuatoriana. “Yo me voy a quedar esperando aquí hasta que mi hijo cruce la meta. No importa lo que se demore. Si este es su sueño, ¿por qué no apoyarle?”, dijo la mujer, que luego de siete horas y 18 minutos vio terminar la carrera a su vástago.
Confundido entre los competidores de las categorías de 10 21 y 50 km, apareció Lazardir Feitoza, encabezando la competencia de los 80 km. A su llegada levantó con sus manos el banderín que lo proclamó como el gran triunfador.
El brasileño detuvo el cronómetro luego de 8 horas, 6 minutos y 38 segundos de competencia. Con evidente felicidad por su triunfo, Feitoza dijo que la carrera fue muy exigente, pero que no cambiaría por nada lo que sus ojos pudieron apreciar. “Imbabura y este país son muy hermosos y me alegra ganar por segunda ocasión esta carrera. Mi primera victoria la obtuve en Brasil en el final de la temporada pasada”.