Entre carambolas y su pasión por la “azulgrana”

De muchos deportes que le sedujeron en su vida (tenis, golf, fútbol, etc...), fue el billar el que flechó su corazón y su mente. Más de la mitad de su existencia (16 años) se desarrolló entre el verde paño de las mesas y la habilidad para conseguir las carambolas con el taco.

Las cuatro horas diarias que el ecuatoriano Javier Terán Noboa entrega a esta disciplina le permitieron sumar un título más a su extensa trayectoria. A finales de mayo consiguió  el XXI Campeonato Panamericano a tres bandas, desarrollado en la ciudad de México. Derrotó al  peruano Máximo Aguirre por 41 a 25.

El quiteño  es el monarca   a nivel provincial y nacional. Comparte su afición con el negocio que adquirió  hace cuatro meses, el legendario billar Fantasía, en el sector de Iñaquito, al norte de la ciudad. Precisamente ahí hizo sus primeros cálculos para golpear y con el taco conseguir las carambolas, cuando apenas tenía 15 años.

“Debía  darme modos para poder entrenar porque a mis padres  no les agradó para nada pensar que su hijo se dedique al billar. Deseaban  que sea un abogado, ingeniero, qué sé yo, cualquier profesión, pero no deportista.

Además, era prohibido que ingresen menores de edad a este tipo de lugares”, recuerda el menudo  jugador de contextura delgada.

Fiel a su lema de hacer bien lo que le gusta, consiguió varios títulos dentro y fuera del país. Es 8 veces campeón de Pichincha y 5 monarca nacional. Alcanzó dos medallas doradas en Juegos Bolivarianos y algunos premios económicos en torneos internacionales. Su mayor logro ha sido ubicarse entre el puesto 20 del ranking mundial.

“Siempre he tenido una gran motivación para emprender y mejorar mi calidad. He logrado varios títulos importantes, pero ahora es más complicado encontrar el apoyo económico para seguir con las ganas de triunfar”, expresa. La nueva Ley del Deporte impide que Concentración Deportiva de Pichincha (CDP), su máximo patrocinador, siga ayudándole. Ahora es la Federación Ecuatoriana de Billar (FEB) la encargada de apoyarlo económicamente, mas ese respaldo solo llega cuando obtiene una clasificación a un Panamericano o un Mundial.  Antes de eso, todo gasto sale de su bolsillo.

“Uno debe buscar torneos internacionales para conseguir algún dinero y participar, pero ahí también es poco lo que se ofrece (3 a 5 mil dólares), que se debe reinvertir en otras competencias, y así seguir con el círculo que nunca termina. No hay una planificación de alto rendimiento que nos apoye siempre”, comenta.

Pese a ello, su apego a esta actividad no desmaya, como tampoco su crecimiento personal. Cursa a distancia el noveno semestre de Jurisprudencia. Le falta uno para concluir su carrera y hacer una especialidad en derecho deportivo, porque cree que aquí no existen juristas  entendidos en esa disciplina. “Si en algún momento ejerzo mi profesión, será en ese ámbito, porque he visto muchos errores en el deporte que se deben corregir”, manifiesta.

Al momento, disfruta de su matrimonio con Elena, una abogada profesional, con la que mantiene un hogar desde hace 5 años. Confiesa que ha sido complicado llevar esa relación sentimental por los constantes viajes y horarios que exigen  su carrera deportiva. Sin embargo, se las han arreglado para compartir juntos los pocos momentos que tienen. “Siempre que estoy en el país,  me levanto temprano todos los días, por más cansado que esté,  para desayunar con mi esposa y departir durante esa comida con ella”, dice.

Se reconoce como un hombre exagerado y hasta obsesivo con  el orden y el aseo de casa, que disfruta con buenas películas, sin importar su género.

Es hincha del  Deportivo Quito y lo alienta en cada encuentro, dentro y fuera de la ciudad. Espera que este año los “chullas” alcancen su  quinta estrella.  No sabe con exactitud hasta qué edad permanecerá en la práctica activa del billar. Solo sabe que será mientras disfrute del entrenamiento y la competencia, como lo hace hoy.