El talentoso mediapunta Jorge Valdivia comandó la victoria 1-0 de Chile ante Uruguay con la asistencia del único gol del partido, con el que La Roja accedió a las semifinales de la Copa América.

Valdivia tuvo una de esas noches iluminadas en las que saca brilló a su apodo: El Mago. Con cada aparición, el volante dejaba con la boca abierta a sus rivales y a un público entregado a su jugador más imaginativo.

Moviéndose entre líneas sin ser detectado, Valdivia se ofrecía a sus compañeros para recibir en cada ataque y siempre poner un punto más de peligrosidad a la jugada.

Podía abrir a las bandas para la entrada de los laterales, sobretodo el diestro Mauricio Isla, o aguantaba el balón a la espera de la llegada de los volantes Arturo Vidal y Charles Aránguiz.

En la segunda mitad, ante el cerrojo charrúa, se desplazó hacia la derecha para combinar más con Isla.

A los 76 dio un pase de fantasía al espacio para la entrada como una bala del lateral, que dio un pase mortal a Alexis Sánchez que el Niño Maravilla no supo concretar.

El Mago, de 31 años, guardó su físico de las tareas defensivas y el técnico Jorge Sampaoli mantuvo a su linterna sobre el campo hasta el final, a la espera de que alguno de sus compañeros aprovechara por fin sus servicios, lo que se hizo esperar hasta el minuto 81.

El origen del único gol del partido estuvo en un balón que recibió Valdivia en la frontal del área y que cedió a Isla, que remató al fondo de las redes.

Cuatro minutos después Valdivia fue sustituido y los 45.000 espectadores del estadio Nacional de Santiago se unieron para brindarle una cerrada ovación.

Chile disfruta en su Copa América de la madurez de Valdivia, cuyos actos de indisciplina marcaron una carrera de la que se esperaba más.

Aunque nunca pudo afianzarse en Europa, fue un fijo de la selección de Chile con la que disputó 2 Mundiales y 3 Copas América.