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Deportistas piden más respeto para los ciclistas

Sacrificarse con alegría, el legado que deja María Cristina Fárez

Sacrificarse con alegría, el legado que deja María Cristina Fárez
26 de mayo de 2015 - 00:00

Ángel Matute (52 años), ‘rebobina’ su memoria y se detiene en un instante. Recuerda el rostro emocionado de María Cristina cuando le informó que viajaría a Lima para competir en una justa continental de la categoría júnior. Ella acababa de cumplir 16 años y brincaba de felicidad. No era para menos, se cumplía su ilusión de conocer otro país y, por si fuera poco, lo haría en avión, pues nunca había volado.

Ángel traga saliva, su voz suena a risa y llanto. María Cristina Fárez Pucha se convirtió en una hija para él y ahora solo puede llenarse con sus recuerdos. Y es que Cristina, como le gustaba ser llamada, se hizo triatlonista sumando un sacrificio tras otro. Madrugando para entrenar, cumplir con los estudios y ayudar a su madre en lo que pudiera.

Los padres de la deportista, según cuenta el instructor, se separaron cuando los niños eran todavía pequeños. Para salir adelante, su progenitora, Rosa Pucha, instaló un puesto de comidas en un sector de la calle del Batán en Cuenca. Gracias a ese trabajo ha sacado adelante a sus 5 retoños, un varón y 4 mujeres, de las cuales Cristina era la menor.

Talentosa para correr, nadar y andar en bicicleta, el triatlón se convirtió en la principal actividad de su existencia. Esta disciplina le ayudó a forjar un carácter de acero, sin que ello le hiciera perder la alegría y el sentido del humor.

Ángel nunca olvidará cuando en octubre de 2012 se desplazó junto a Cristina y el cultor masculino Juan Andrade a Auckland, Nueva Zelanda, y superaron algunas dificultades para participar en el Mundial Juvenil. En aquel entonces la Federación Ecuatoriana de Triatlón (FET) estaba intervenida por el Estado y el presupuesto con el que contaban era bastante limitado.

Con la finalidad de que los fondos les alcanzaran se hospedaron en un hotel para mochileros y los alimentos los preparaba el entrenador. De esta manera ahorraban el dinero con el que cubrían a diario la movilización hacia el sitio de prácticas y competencias. En vista de que el escenario quedaba lejos, cada traslado les costaba $120, tenían que ir 3 veces por jornada. “Así estuvimos 8 días”, reseña Matute.

Lo triste fue que, pese a ir entre las 20 mejores, Cristina cayó de la bicicleta y no pudo continuar. Pero este tipo de acontecimientos en lugar de deprimirla la hacían más fuerte.Pensaba quizá que el mejor no es quien nunca se cae, sino quien siempre se levanta.

Juan Andrade (21 años), quien la conoció hace 8 años, no concibe que su amiga haya fallecido. Ayer, cuando llegó a entrenar, le extrañó no verla en la sesión; no cree lo que está pasando, que la muerte se la haya llevado de forma tan cruel y repentina.

Él la vio segundos después del lamentable suceso, tirada en la carretera que conduce a la parroquia Jadán (Gualaceo), cuando el chofer del vehículo que la impactó se había fugado. “No puede ser, no puede ser...”, repite Juan, quien jamás sintió tan vacía la piscina olímpica que está cerca del coliseo Jefferson Pérez, donde ensayaba la atleta. Vacía, aunque con algo de gente, vacía sin la alegría de su amiga.  

Bromista, molestosa, golosa... así era ella. Juan, quien solía pedirle que se portara más seria, ahora extraña sus ocurrencias. Los chistes que le hacía porque él es vegetariano. Se le hace raro no verla navegando en internet, mirando alguna de esas series coreanas de las que tanto hablaba.

Cecilia Fárez (28 años), hermana mayor de Cristina y su segunda entrenadora, habla en medio del llanto. Considera que el mejor homenaje que pueden hacerle a la exponente es recordarla como era: abnegada, terca en luchar a toda costa por cumplir sus anhelos.

Cristina no estará en los Juegos Panamericanos ‘Toronto 2015’ a los que clasificó, pero está en cada título que ganó (sudamericanos, panamericanos, centroamericanos...). Queda en las aulas de la carrera de psicología clínica de la Universidad Politécnica Salesiana que no terminó. Se perenniza en ser lo que quiso y en morir haciendo lo que más le gustaba.

Respeto a la vida

Deportistas ecuatorianos y de distintos puntos del planeta, así como personalidades de otros ámbitos, se unieron a través de las redes sociales para deplorar la imprudencia de los conductores con los pedalistas y pidieron más respeto por la vida.

El medallista olímpico en marcha, Jefferson Pérez, comentó en su cuenta “Representó a nuestro país con honor y honestidad. Homenaje a la #héroedeportiva”.

Algunos triatletas como los colombianos Andrea González, Carlos Quinchará, la puertorriqueña Militza Ríos y el argentino Luciano Farías adjuntaron fotos en las que aparecen con carteles y en estos la leyenda ‘Por el respeto a la vida’.

Otros, como el atleta cuencano Byron Piedra, exteriorizaron su pesar al ser entrevistados en medios televisivos o radiales. Sugirieron mayor conciencia a la ciudadanía a la hora de maniobrar los autos.

Según información de la Organización Mundial de la Salud (OMS), anualmente se pierden en la Tierra 1,24 millones de vidas a causa de accidentes de tránsito, correspondiendo el 5% a ciclistas. María Cristina Fárez, con 20 años de edad, pasó a formar parte de estas estadísticas. (I)   

Familia de la deportista será indemnizada      

Los gritos, las arengas y las barras que hay habitualmente en el coliseo ‘Jefferson Pérez’ de Cuenca ayer estuvieron ausentes y fueron reemplazados por el silencio y el llanto de entrenadores, deportistas, dirigentes y autoridades que acudieron al velatorio de la triatlonista Cristina Fárez, quien murió el domingo pasado producto de un atropellamiento mientras se entrenaba en la vía a Jadán.            

“Sabemos que algún momento tenemos que irnos, pero no de esta forma”, dijo el entrenador de marcha, Luis Chocho, que llegó hasta la capilla ardiente a dar el pésame a los familiares de la deportista.

Al lugar llegaron también delegaciones de deportistas y estudiantes, entre ellos los compañeros de Cristina en la Universidad Politécnica Salesiana, donde cursaba estudios de psicología.   

Eduardo Salamea, que compartió con ella el aula de clases,  dijo que “a pesar de que se caía de su bicicleta, siempre se levantaba y seguía adelante”, al tiempo que agregó que pese a que no siempre llegaba a clases por sus compromisos deportivos, fue considerada una de las mejores alumnas del salón.  

A un costado estaba el presidente de la Ecuatoriana de Triatlón, Luis Ramírez, que trataba de consolar a la familia de la deportista. “Tenía un periplo totalmente hecho para este año”, dijo,   agregando que está recopilando toda la documentación, puesto que la deportista “disponía de un seguro especial contra accidentes y lo estamos tramitando para su familia”, indicó. La Confederación Panamericana de Triatlón y la Federación Mundial de Triatlón le rendirán un homenaje póstumo en los Juegos Panamericanos de Toronto, Canadá. (I)

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