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Virginia Woolf, en 1908: “Las tramas no importan”

Google homenajeó ayer a la escritora inglesa Virginia Woolf con motivo del 136º aniversario de su nacimiento. Recién se publicó su correspondencia.
Google homenajeó ayer a la escritora inglesa Virginia Woolf con motivo del 136º aniversario de su nacimiento. Recién se publicó su correspondencia.
Foto: internet
26 de enero de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

El 28 de abril de 1908, Virginia Woolf le escribió una carta -a manera de respuesta- a su gran amigo Lytton Strachey, uno de los críticos literarios más influyentes de la época victoriana.

En la misiva, la autora de La señora Dalloway dice: “Tu carta fue un gran consuelo. Había comenzado a dudar de mi propia identidad: me imaginaba que era una gaviota y por la noche soñaba con estanques profundos de agua azul llenos de anguilas”.

Este intercambio epistolar  entre Virginia y Lytton se recoge en el libro 600 libros desde que te conocí (Jus Ediciones), una versión completa de la correspondencia entre estas dos figuras del Círculo de Bloomsbury.

La primera edición de estas cartas (1956) fue censurada por Leonard Woolf (esposo de Virginia) y James Strachery (hermano de Lytton),  pues no querían herir las sensibilidades de las personas a las que se referían -muchas veces de forma irónica- en la correspondencia.

“A lo largo de 25 años, mediante la correspondencia que reúne este volumen, juzgaron con agudeza sus propias obras y las ajenas, se elogiaron y trituraron, contaron anécdotas mordaces, se burlaron de las extravagancias que ellos no habían cometido y examinaron a sus ilustres amigos (como E. M. Forster, John Maynard Keynes, Clive Bell, Duncan Grant, Bertrand Russel, Dora Carrington o T. S. Eliot) con miradas que oscilan entre el cariño y la crueldad”, reseña la editorial.

Así, entre las cartas de Virginia Woolf -de quien ayer se recordó los 136 años de su nacimiento- se lee: “Los niños son como el mismísimo diablo: alientan, me parece, las peores y más inexplicables pasiones de sus padres -y de su tía-” o “Me gustaría que fuésemos diez años más jóvenes, o veinte años más viejos, y pudiésemos contentarnos con nuestro brandy, y cultiváramos los sentidos. Pero, a decir verdad, a veces pensaba en otras cosas: novelas y aventuras. ¿Por qué no acabas tu novela? Deberías hacerlo. Las tramas no importan, y en cuanto a pasión, estilo e inmoralidad, ¿crees que podría tener más?”. (I)  

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