Vanessa Bell fue la innovadora visual del grupo Bloomsbury
“Los cuadros de Vanessa Bell son pura emoción. Ofrecen enigmas. Surgen de un lenguaje visual innovador y vanguardista. Ella rompe con las nociones clásicas como mujer y como artista”. Así describía en 1910 la escritora Virginia Woolf la obra de su hermana, una pintora inglesa que perteneció al llamado grupo Bloomsbury, y cuyo trabajo forma parte ahora de una importante retrospectiva en Londres.
El museo Dulwich Picture Gallery de la capital británica presentará hasta el 4 de junio próximo, la primera muestra monográfica de Vanessa Bell (1879-1961).
Considerada una de las figuras clave del círculo de Bloombsury, con su hermana Woolf, los escritores Lytton Stratchey, T.S. Eliot, E.M. Forster, el economista Maynard Keynes y los pintores Duncan Grant, Dora Carrington, entre otros, Vanessa logró convertirse en una artista central del arte británico del siglo XX, inventando un nuevo lenguaje de expresión visual que influenció a futuras generaciones.
Fue justamente dentro de ese grupo, el cual se reunía periódicamente en el barrio londinense de Bloomsbury, que entraría en contacto con artistas, escritores e intelectuales de la época.
La muestra londinense revela la obra pionera de Bell y fue dividida en varias secciones temáticas, desde el retrato y la naturaleza muerta -dos de los géneros preferidos por la pintora-, hasta el paisaje y la abstracción de formas.
El recorrido incluye unos 100 cuadros al óleo, como también diseño de telas, obras en papel, fotografías y una gran cantidad de material de archivo, como cartas y documentos personales.
Se trata de una exposición histórica que da cuenta del gran interés de Bell por la figuración y la abstracción, por su fascinación con el color y las formas, al tiempo de desarrollar un lenguaje personal para describir el mundo que la rodeaba.
La reputación de Vanessa Bell como artista quedó durante años relegada a aspectos de su vida privada, como sus frecuentes romances, su bohemia y la influencia que tuvo en la escritura de su hermana Virginia, autora de grandes clásicos de la literatura moderna, como La señora Dalloway, Las olas y Al faro, entre otras novelas. También se la conoce por haber sido la esposa del celebrado crítico de arte inglés Clive Bell, y por ser musa y confidente de amantes y amigos, como los artistas Roger Fry y Duncan Grant.
La muestra explora por primera vez a Bell como mujer interesada en la experimentación visual, una creadora que dio sus primeros pasos influenciada por el impresionismo francés, y que más tarde y gracias a frecuentes viajes a París, exploró lenguajes pictóricos más radicales, como el Fauvismo o el Cubismo.
Introdujo, además, el impresionismo en Inglaterra, situando los rostros en blanco y dejando que el interior fuera lo que expresara el rostro, impactado por el ambiente.
El aprendizaje artístico de Bell fue muy rico y variado, incluyó profesores de la talla de Arthur Cope, Henry Tonks y John Singer Sargent, tanto en la Royal Academy de Londres, como en la Escuela Slade de Arte.
Uno de sus primeros entusiastas fue el pintor inglés Walter Sickert, quien consideró que los cuadros de Bell tenían un lenguaje propio. La artista fue pionera en el arte británico de principios del siglo XX, en gran parte debido a su interés por las formas, el color y la línea para capturar las sensaciones y emociones humanas.
Entre sus cuadros más notables están los retratos de personalidades cercanas a Bell, incluyendo de su hermana Virginia, Duncan Grant o Roger Fry, muchos de los cuales fueron pintados por ella en su apartamento londinense en el barrio de Bloomsbury, o en su casa de campo, la bucólica granja de Charleston, en el condado inglés de East Sussex.
Las obras de naturaleza muerta y paisajes revelan a una artista interesada en los movimientos del Fauvismo y Cubismo, como también en las posibilidades de la abstracción. Aunque en sus últimos años Bell regresó a la figuración no dejó nunca de incorporar a sus composiciones las líneas claras y colores suaves.
También hizo el diseño de las cubiertas de los libros de su hermana Virginia, recubriendo con unos dibujos que emanaban serenidad, suavidad, fluidez, toda la gama de sensaciones que fluían de los textos.
El recorrido de la muestra incluye trabajos que creó en el Taller Omega, desde 1913 hasta 1919, donde diseñó con Fry y otros artistas desde telas y muebles modernistas, hasta cerámicas y objetos de interior de vanguardia. “Ella fue una mujer poco convencional, tanto en su obra artística como en su vida personal”, dice Sarah Milroy, a cargo de la exposición en la Dulwich Picture Gallery.
“El arte de Bell incorpora muchas de las ideas progresistas que siguen vigentes hoy en día, desde nociones de fluidez de género y sexualidad, hasta preocupaciones por las libertades personales, el pacifismo, cuestiones sociales y de clase, y el interés por culturas y tradiciones no-británicas”, agregó.
Milroy consideró que este “es el momento ideal para revaluar no solo la importancia del grupo Bloomsbury, sino también el legado de Bell como artista única”.
El director del museo, Ian Dejardin, consideró que ningún artista británico de la generación de Bell entendió de forma tan instintiva los movimientos artísticos de la época.
“Su enorme pasión por el color, sus brutales pinceladas y su total rechazo a las nociones tradicionales de belleza siguen siendo hoy en día verdaderos actos de valentía y fascinación para las audiencias”, dijo el experto. (I)