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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El Teatro Real de Madrid resurge en su bicentenario

Aunque hay diversidad de espectáculos, el Teatro Real de Madrid se ha especializado en presentaciones de ópera.
Aunque hay diversidad de espectáculos, el Teatro Real de Madrid se ha especializado en presentaciones de ópera.
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Sigue ahí, intacto, reinventándose bajo las aguas y los calores de la intemperie, año tras año desde 1818, como un lugar casi ineludible al que acudir en Madrid cuando el deseo es disfrutar de las artes escénicas. Al Teatro Real le han cantado Plácido Domingo y Edita Gruberova, le han bailado Nijinski y Plisétskaya, y le han dedicado sublimes sinfonías Igor Stravinski y Richard Strauss.

Sigue ahí, al final de la calle Arenal, la que arranca de la Puerta del Sol y termina en los Jardines de Oriente, como una metáfora lírica del gran Palacio de Felipe V que le precede. El lunes cumplió su segundo centenario convertido en uno de los mejores coliseos del mundo pese a las penalidades sufridas durante la oscura dictadura franquista, que a punto estuvo de derribarlo.

De la gloria a la semirruina, y del abandono al prestigio actual. Así se escribe la historia de este hermosísimo teatro cuya construcción devoró tres arquitectos hasta su inauguración en 1850. Durante los años sucesivos cosechó éxitos arrolladores y fracasos sonoros, como el que sufrió Giuseppe Verdi con la presentación en 1863 de La fuerza del destino.

Imagen de los elementos técnicos que están detrás del escenario y son fundamentales en cada presentación.

Hoy vive un extraordinario momento artístico, social y financiero gracias a la diversificación y la calidad de su programación y las actividades paralelas.

La gestión que realizan sus dos máximos dirigentes: El director general, Ignacio García-Belenguer; y el director artístico, Joan Matabosch.

Imagen exterior del teatro, ubicado al final de la calle Arenal, en la capital española. Cerca está el palacio de Felipe V y los Jardines de Oriente.

“Es difícil hacer comparaciones porque nada tiene que ver lo que hace una ópera de repertorio, como la Ópera de Viena, con nuestro modelo, pero estamos en la franja alta dentro de los teatros líricos europeos. Lo dicen los críticos”, asegura el primero en uno de los encuentros de puertas abiertas que se celebró en el Teatro Real con motivo del aniversario.

Pero no siempre fue así. Con la guerra civil española  el complejo quedó en abandono; el teatro llegó a un estado ruinoso a principios de los años sesenta. Tanto que los responsables de la dictadura consideraron que era irrecuperable.

La gran lámpara que adorna el escenario principal del teatro. A inicio del siglo una de similar tamaño se cayó; fue la peor época del recinto.

La opción final elegida fue reconvertirlo en sala de conciertos y así continuó hasta que en 1988 se inauguró el Auditorio Nacional. Durante los nueve años del pasado siglo fue el escenario de cruentas guerras internas, entre quiebras empresariales y accidentes gravísimos, como la caída de la gran lámpara de dos toneladas que domina el techo del coliseo sobre el patio central de butacas.

Tras múltiples aplazamientos, el Teatro Real fue reinaugurado totalmente renovado el 11 de octubre de 1997 para no cerrarse jamás.

“Siempre fue un desfile de divos de la ópera, pero eso se acabó. Promocionamos producciones nuevas porque pensamos que es la única manera de hacer ópera en España”, coinciden García-Belenguer y Matabosch.

La sala principal del teatro con capacidad de 1.746 asientos. En el sitio web hay la posibilidad de comprar boletos o incluso pases para la temporada.

Y eso requiere tener claro cuál es el modelo de gestión. El que se ha impuesto aquí es novedoso y funciona.

La captación de mecenazgo empresarial, la fidelización social y la comercialización de su marca han logrado situar al teatro más importante de Madrid no solo en la primera fila de las grandes instituciones culturales europeas, sino que ha permitido desarrollar una extraordinaria labor de difusión de la ópera en España.

“Un teatro solo funciona con estabilidad económica”, afirma el director general. No le faltan razones.

Las cifras de su presupuesto para 2018 es de 55,5 millones de euros, de los cuales solo el 25,4% proviene de las subvenciones públicas, un dato que certifica el alto nivel de autofinanciación y sostenibilidad del teatro.

Hoy cuenta con 21.000 abonados y en los programas dirigidos a los jóvenes participan más de 50.000 niños y adolescentes. Con esta propuesta llenan a menudo los 1.746 asientos y producen títulos contemporáneos como Street Scene o Dead Man Walking.

Buen balance para un coliseo que nació en tiempos de Fernando VII, que pudo ser derruido por Franco y que ha sobrevivido a base de pasión y enredos. “Es algo más que negocio o dinero. Es un pacto con la cultura y la historia sigue viva aquí, todavía”, confiesa el director artístico.

La historia Teatro Real, desafiada por la velocidad del tiempo que en esta zona de Madrid se remansa como en un estanque antiguo, encierra una porción de mundo. Pero no siempre es fácil leerla ni siquiera cuando la noche al fin apaga el sonido callejero y solo se escucha la música que llega de su interior. (I)  

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