Maccaferri, el arquitecto que diseñó una ciudad
Francesco Maccaferri vivía en la esquina de 9 de Octubre y Los Ríos. En los cuarenta, su casa era la única de la calle que tenía soportales diseñados con estilo racionalista, muy distinto del neoclásico con el que ganó el concurso para edificar el que ahora es el Palacio Municipal.
Bajo el techo de los soportales jugaban los niños y Maccaferri salía del silencio de su casa para pedir que fueran a otro lado, recuerda Felipe Huerta, arquitecto que sabe bien que el temperamento de un artista, como fue Maccaferri, puede variar entre el buen y mal humor.
Cuando Huerta lo conoció, porque vivió frente a su casa hasta los 10 años, Maccaferri había lidiado ya con las publicaciones de prensa que quisieron desprestigiarlo, luego de que dos casas que había diseñado se cayeran con el terremoto de 7.8 grados que hubo en 1942.
Era otra época. El hormigón armado con el que Maccaferri trabajó sus últimos diseños empezaba a usarse en las construcciones de una ciudad que estuvo hecha de madera y que se quemó varias veces, hasta el devastador incendio de 1896 que acabó con 1.103 casas y edificios.
“La prensa de aquel entonces lo desprestigió, no le tuvieron compasión, prácticamente lo obligaron a retirarse”, relata Huerta, que desde entonces sabía que le dedicaría su vida a la arquitectura, a pesar de que piensa que en Guayaquil el valor de un inmueble que podría ser considerado patrimonial es negociable.
Hace un mes el arquitecto Florencio Compte inició una investigación sobre Maccaferri. Para difundirlo abrió un grupo de Facebook en el que se reconocen 48 proyectos arquitectónicos que trabajó el italiano desde que llegó a la ciudad, en 1929, según lo que ha detectado Compte, con al menos 30 edificios sobrevivientes de demoliciones.
El trabajo busca “establecer la relación entre la obra de Maccaferri y los cambios en la arquitectura de Guayaquil”.
La arquitectura de Maccaferri puede dividirse en lo neoclásico, lo ecléctico y lo racionalista moderno, tendencia que empata con los cambios en la ciudad.
De acuerdo a Compte, Maccaferri estuvo influenciado por la escuela neoclásica del Politécnico de Milán, donde estudió. Cuando ganó el concurso para diseñar el Palacio Municipal, en su academia había un punto de ebullición del debate entre quienes defendían al grupo Novecento y el Grupo 7, con una arquitectura vinculada más con el racionalismo europeo.
A pesar de que la mayor parte de construcciones que diseñó fueron para familias de clase alta, mientras pensaba en proyectos como el Palacio Municipal, también hizo los servicios higiénicos públicos que estaban frente al Mercado Central.
“A nadie se le ocurrió que el Municipio pudiera ser tumbado, pero estos baños sí fueron derribados”, dice Compte, quien considera aquella obra como “una pequeña joya”.
Las casas de Maccaferri que sobreviven, como el lugar en el que vivió hasta su deceso, han sido -en gran parte-alteradas. El diseño ya no se mira igual al ingenio con el que se planteaban.
Las ventanas de madera, que jugaban con la arquitectura tradicional de la ciudad, fueron reemplazadas por vidrios, una moda, que a criterio de Huerta, es riesgosa y cara, porque incrementa los niveles de consumo de energía eléctrica. Aun así, es posible recorrer aún una parte de los edificios que pensó en la ciudad de centro a sur. (I)