Le tomó más de 30 años escribir sin destino, en Hungría se publicó 10 años después de terminarla
Imre Kertész o cómo sobrevivir al Holocausto y comprenderlo
El desastre se experimenta de a poco. Hace falta tiempo para conocerlo. Para asimilarlo. En Sin destino, la primera novela que logró publicar el único Nobel de Literatura húngaro Imre Kertész se describe a sí mismo. Es un adolescente que logra sobrevivir un año entero en 2 campos de concentración nazi. Regresó a su casa, a buscar a sus padres, a encontrar su pasado, de a poco tuvo que asimilar que estaba solo.
En la novela, un hombre le cuestiona a aquel adolescente si no le gustaría contar su experiencia al mundo sobre “el infierno que son los campos de concentración”. Kertész que conoció a gente que pasó hasta 6 años campos de concentración no podía reducir aquellos lugares de cámaras de vapor y comida insalubre a un infierno. Necesitaba tiempo para asimilarlo y poder contarlo como era. “Si no existiese el tiempo, y todo el saber, toda la información nos llegara de golpe, quizá nuestra mente y nuestro corazón no lo aguantarían”.
Cuando Kertész recibió el Premio Nobel de Literatura, en 2002, el comité alabó su escritura para la defensa de la “experiencia frágil del individuo contra la arbitrariedad bárbara de la historia”. Sin embargo, para el autor húngaro, el Holocausto no es solo un montón de anécdotas personales.
Para él, representa una ruptura en la civilización, lo cual implicaba explorar mucho más allá de su propia experiencia personal. “Auschwitz está en todas partes”, dijo Kertész. “Fui capaz de usar mi propia vida para estudiar cómo alguien puede sobrevivir a la marca cruel del totalitarismo. No quería suicidarme, tampoco quería ser un escritor o bien, al menos no al principio. Rechacé la idea por mucho tiempo, pero luego entendí que tenía que escribir, escribir sobre el asombro y la consternación de los testigos”, dijo Kertész en una entrevista con Luisa Zielinski, publicada en The Paris Review.
El húngaro se preguntaba si escribir era lo que harían con personas como él, con los testigos. Se preguntaba “¿Cómo podríamos sobrevivir algo así, y comprenderlo, también?”. Cuando decidió escribir su historia, gran parte de su obra se teje alrededor del proceso que vivió durante la persecución nazi a personas con origen judío, como él.
“La manera que tiene Kertész de abordar el tema es simple pero extraordinaria. Logra reconstruir su experiencia en Auschwitz y Buchenwald casi momento a momento, mientras padece el tránsito por los campos de exterminio a la edad de 15 años”, sostiene Sophie Cook en una publicación de Letras Libres y recuerda las palabras de la traductora estadounidense Katharina M. Wilson en una entrevista de televisión cuando afirmó que Kertész era un ingenuo y no tenía una sola pista con respecto a las atrocidades que aguardaban a los reclusos. “La muerte de Imre Kertész es el adiós de un testigo de alto nivel. Necesitamos testigos, todavía, siempre”, dice el periodista español Francesc Marc Álvaro en una publicación.
Tras vivir en campos de concentración, Kertész fue perseguido por la dictadura comunista húngara. Su novela Sin destino, escrita en 1965, durante la dictadura, fue finalmente publicada en Hungría en 1975. En Fiasco, publicada en 1988, trató su frustración al tratar de publicar su novela en la Hungría comunista. En esta narra que uno de los editores rechazó la obra porque el estilo era “inadecuado para el tema”. Kertész no cedió ante la demanda de modificar su estilo, y se negó a participar en las asociaciones de escritores controlados por el comunismo. Buscó la manera de sobrevivir y seguir siendo testigo aunque su experiencia llegara tarde. (I)