"Il maestro" que sirve al cine
Ennio Morricone (Roma, 1928) es al teléfono EL SEÑOR ENNIO MORRICONE. Así, en mayúsculas. Impone por imponente. En todos los sentidos. No son solo sus más de 500 bandas sonoras, también influyen las mucho más banales experiencias del pasado con él.
Estamos ante un hombre con un declarado y manifiesto desdén en vivo y en directo a cada frase que tenga forma de pregunta. Impone, por tanto, desde mucho antes incluso de que acepte coger el teléfono.
Acaba de merecer el Premio Princesa de Asturias de las Artes y dice: “Estoy contentísimo. Qué más puedo decir. Entiendo que lo bonito y valioso de los premios es no esperárselos nunca. Llegan y ya está. ¿Quién puede ser tan bobo de creer merecer premio alguno?”.
El hombre de 91 años y un cuerpo menudo encerrado en poco más de 1,60 y que tanto imponía antes de hablar, ahora es todo agradecimiento. Un agradecimiento, quede claro, compartido.
Dice, en un ejercicio de modestia sorprendentemente alegre, que su trabajo no tiene más función que la de ser funcional.
“Sinceramente, con tanto reconocimiento creo que a veces perdemos de vista lo esencial. Me pregunta por el valor de la música en una película y solo puedo decir que mi trabajo, como el de Williams, es válido, siempre que ayude a la propia película”.
Y agrega: “Le diré una cosa: una película mala lo será independientemente de la banda sonora. Pero una música inspirada nunca podrá hacer buena a una película”. Nada interrumpe ni por un segundo su inmejorable estado de ánimo.
“El oficio es importante, pero siempre que no se deje devorar por la rutina”, comenta para acto seguido reivindicar, además del trabajo infatigable que le ha hecho firmar hasta 20 películas en un año, la suerte. Que también influye.
“Siempre he dejado que me llamaran los directores. Nunca les he buscado. Le diré, puesto que me llama desde España, que una de las mayores sorpresas de mi carrera fue que Pedro Almodóvar se interesara por mi trabajo”. ¿Por qué? “Pues básicamente, porque conozco España y sé que ahí tienen ustedes grandísimos compositores”, afirma modestamente.
Sobre Almodóvar se pregunta: “¿Por qué recurrió a mí si podía haber llamado a cualquier otro?”. Modestia real o modestia fingida, se acabó el mito gruñón. Definitivamente, Ennio Morricone está feliz. E inspirado.
Cuenta que cuando se encontró con el manchego con el que colaboró en Átame le sorprendió su silencio. “Escuchó lo que compuse para él sin decir nada. Me dejó muy desconcertado. Inquieto...”.
Luego, con motivo de unos premios en Alemania volvía a coincidir con él años después. “Entonces ya me dijo que sí, que le había gustado”.
Y tras haber trabajado con Sergio Leone, ¿qué le sugiere España? “No sé qué decirle. Ahora mismo, España es simplemente agradecimiento. Estoy muy agradecido, créame”.
Repasar la lista de directores que ocupan su carrera, apabulla. No quiere. Ahora, ya, le pesa el teléfono. Pero no cambia el humor. Se niega. Escucha los nombres de Bertolucci, Pasolini, Pontecorvo, De Palma, Hitchcock, Tarantino, otra vez Leone... y felicita al entrevistador por la memoria.
“Cada director busca algo y es tu obligación dárselo. Unos te lo explican, otros te hacen leer el guion... Lo único que no puedes olvidar nunca es que tú estás ahí con un propósito: servir a la película. Diría que el director también está para lo mismo”. (I)
Datos
Un Óscar que se le escapó
Su banda sonora de la película Érase una vez en el oeste pudo haber ganado el Óscar, pero un tecnicismo de la Academia se lo impidió. No obstante está considerada la mejor de la historia del cine.
2 premios Óscar coronan la carrera de Morricone: uno honorífico en 2006 y otro en 2016 por The Hateful Eight.
Otros premios
Morricone ha recibido dos premios Grammy, tres Globos de Oro, cinco Bafta, 10 David de Donatello y el Premio de Música Polar en 2010, que es el Nobel de la Música.