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El Telégrafo
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Entrevista / Germán Rey Beltrán / Miembro de la Junta directiva de la Fundación Gabriel García Márquez para el nuevo periodismo latinoamericano (FNPI)

"García Márquez no dijo que debemos reinventar el periodismo sino el mundo"

"García Márquez no dijo que debemos reinventar el periodismo sino el mundo"
Foto: Daniel Molineros / El Telégrafo
09 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Durante años, Germán Rey ha hecho estudios sobre cómo la prensa, radio y televisión colombianas han representado el conflicto interno de su país y, hace unos meses, fue el relator del informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, dedicado a estudiar la violencia contra periodistas en el período 1977-2015.

Un libro se publicó sobre esas investigaciones con el título La Palabra y el silencio y, mientras Rey iniciaba la cátedra Gabriel García Márquez en Ciespal, en Quito, conversó con este diario sobre el Nobel de Literatura  y el proceso de paz en el vecino del norte.

Vivimos sucesos que, en la época en que vivió el autor de Vivir para contarla (1927-2014), resultaban inconcebibles: los diálogos de paz con los grupos insurgentes de Colombia se acercan a lo definitivo. ¿Qué demanda mediática plantean estos hechos?

En la representación del conflicto, los medios de comunicación han sido actores muy importantes, pero esta ha tenido pocas fuentes, ha sido muy institucional, gobiernista y por ella no pasan los actores sociales ni la sociedad, sus minorías y sindicatos, sino la presidencia, los guerrilleros y ‘el secretariado’. Hay una visión colombiada muy institucionalizada del poder y, por tanto, de su negociación. ¿Qué pása con la población civil?, ¿acaso no es ella la que está poniendo los muertos, es masacrada y ve vulnerados sus derechos?

Por otro lado, a través de los medios se han mostrado ciertos fenómenos que no eran conocidos por todos los colombianos, unos fundamentales, como el grado de penetración del paramilitarismo en la estructura del Estado colombiano, en general, o de los estados locales, en particular; o las vinculaciones de las guerrillas con el proceso del narcotráfico y lo que eso significó como fractura en el desarrollo histórico de la lucha insurgente, así como los secuestros extorsivos contra la población civil.

¿Gabriel García Márquez conoció sus investigaciones sobre la violencia en los medios?

Alguna vez, en una junta directiva de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), yo estaba presentando un estudio sobre la representación del conflicto ante pocos asistentes, entre ellos Gabo, quien asistió como presidente de la junta. Escuchó muy atento mi intervención pero yo pensé que le estaba haciendo perder el tiempo. Un minuto de él podía ser una metáfora preciosa y yo mostraba estadísticas. Al final de mi exposición, Gabriel dijo una frase extraordinaria, un regalo que tuve en esa ocasión: “Lo que sucede es que el mundo se le fugó al periodismo, ahora lo que tenemos que hacer es reinventarnos el mundo”.

El énfasis que yo le doy a esa frase es que la pretensión de representación del mundo por parte de los medios de comunicación y del periodismo ha sido desbordada por la realidad. Es decir, las transformaciones, los nuevos matices, las nuevas perspectivas de lo que vivimos ya no pueden ser representados como una especie de visión demiúrgica, de totalidad. Me llama la atención que García Márquez no dijera que debemos reinventarnos el periodismo sino el mundo.

Y el Nobel colombiano no reinventó el mundo únicamente desde la escritura...

Cuando se leen sus textos de finales del 40, de 1948 más precisamente, en su columna periodística La Jirafa, uno encuentra que el espíritu de su obra literaria estaba trazado desde el inicio. Habitualmente se observa que la obra de García Márquez es múltiple en el sentido de que se lo conoce por el trabajo literario, pero también por su trabajo periodístico en varias dimensiones, y otras dos vertientes: su relación con la cinematografía y el trabajo televisivo. Este último es menos conocido y es menos promovido su análisis frente al cine, que es considerado una de las artes, mientras que la televisión es considerada como un elemento de entretenimiento, sin el estatus que debería tener en la historia del desarrollo de la imagen.

Gabriel García Márquez abrió las puertas del periodismo en varios sentidos, uno fue valorando el oficio de reportero, su importancia. Hizo un periodismo imaginativo, de enorme calidad, donde la crónica tuvo un elemento central. Lo menos conocido es su relación con el emprendimiento periodístico. García Márquez participó en la historia de la Revista Alternativa, que ha sido unas de las publicaciones más importantes que ha habido en un período complejo y difícil de la historia política colombiana, también en Cambio. Fundó un noticiero de televisión que tuvo una gran acogida, se llamaba ‘Cuba P’ y duró unos 5 años al aire.
Y quiso fundar un periódico que se llamaba El Otro, estuvo entusiasmado por hacer lo que llamaba “el periódico más importante del mundo”. Era un emprendedor y creó, en San Antonio de Los Baños, en Cuba, la Escuela internacional de Cine y Televisión, donde tenía la idea de formar guionistas, directores en el fortalecimiento de la producción; también fundó, con Jaime Abello Banfi y otras personas, la que hoy se llama Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericanio, la que ha sido una puerta de entrada de una gran cantidad de periodistas de este continente hacia su relación con los grandes maestros del oficio.

En cuanto al trabajo televisivo de García Márquez, ¿se puede decir que allí ejerció la libertad narrativa que caracterizan a sus crónicas y reportajes?

A Gabo le interesó la televisión por varias razones. Yo creo que la primera es la cercanía que tiene con las culturas populares. A la TV llegan todas las personas, mientras que a los libros llegan menos. En segundo lugar, y pese a que aún estoy buscando una referencia explícita sobre esto, creo que a García Márquez le llamaba mucho la atención la telenovela como el género televisivo que en Latinoamérica ha aportado en muchos países, a su imaginería y simbología. Digo esto porque estuvo siempre muy interesado por la música, las músicas populares y el que esté cerca del bolero y el vallenato está cerca de las telenovelas.

Para un buen escritor, llegar a mucha gente siempre es algo motivante...

Por eso él estuvo interesado en la televisión, el cine, el periodismo y la literatura. Sabía que la expresión múltiple es muy importante para llegar a grandes audiencias.

En su obra televisiva hay varios aspectos para destacar. García Márquez fue guionista de obras literarias de otros, por ejemplo de María, de Jorge Isaacs. Yo conocí a Gabo el día en que se lanzó esa adaptación, porque yo escribía la crítica de televisión en el periódico El Tiempo, durante 15 años. Él buscó ser guionista de una de las obras centrales de la literatura colombiana. Sin duda, esa obra, como La Vorágine, de José Eustacio Rivera, o Cien años de soledad, son las 3 grandes obras en la historia de la ficción literaria colombiana.

Además fue un promotor de proyectos televisivos, como uno con la televisión española que consistió en la adaptación de varios de sus cuentos hechas por grandes realizadores latinoamericanos y uno español, Jaime Chávarri. La Fábula de la bella palomera fue realizada por el portugués Ruy Guerra, en Brasil, o Milagro en Roma que hizo el director colombiano Lisandro Duque, o el trabajo de Tomás Gutiérrez Alea, entre otros. (I)

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