26 artistas participaron en la más reciente actividad de la fundación
La Estampería Quiteña late en la 24 de Mayo
Un antiguo molino funcionaba tras la colonial Capilla del Robo, cerca de la calle Imbabura, en la avenida 24 de Mayo cuando esta no tenía ese nombre. La edificación fue abandonada y la Estampería Quiteña se instaló allí, desde 2006, luego de funcionar, durante casi una década, en el edificio de la Fundación Reinas de Quito.
Una gran rueda —ya no la de las moliendas— volvió a girar cerca de la casa, el sábado pasado, cuando una aplanadora pasó sobre grabados en madera que narraban 26 historias distintas para imprimirlas en telas que fueron exhibidas en el bulevar, desde las 10:00 y durante la tarde soleada de ese día.
Veintiséis grabadores (entre ellos, José Solano, Patricio Ponce, Yoko Jácome, Lili Herdoíza o Lorena Cañizares) se prepararon para recopilar historias del barrio, estampas de época y otras más actuales que tallaron en madera. Luego, un rodillo embadurnó de tinta tipográfica sus trabajos, los cuales terminaron impresos para que los moradores pudieran verlos, como pueden ver el resto de obras de la estampería.
La fundación tiene un espacio en que distintos artistas pueden hacer sus grabados, se organizan exposiciones temporales, se imparten cursos de introducción al grabado y otras técnicas avanzadas y hay una tienda que muestra obras diversas.
Un lugar histórico
Las salas de exhibición y obra de archivo de la Fundación Estampería quiteña están rodeadas de talleres. En la sala de estampación hay máquinas giratorias que dan color y formas a los telares. Hay un taller de serigrafía y xilografía donde se estampan dibujos haciendo pasar el color, con instrumentos como la tinta tipográfica, a través de recortes efectuados en una chapa. Y un taller de calcografía acoge a los artistas o vecinos que quieren aprender a grabar sus obras en láminas metálicas para conseguir, mediante estampación, lo grabado.
La experimentación enriquece este arte que tiene como laboratorio a la estampería. El proyecto ganó los Fondos Concursables del Ministerio de Cultura de Ecuador. (I)