Espacios públicos sirven de vitrina para Arte en la Calle
El arte callejero en el mundo ha copado varios espacios públicos urbanos. El objetivo es brindar al ciudadano la posibilidad de acceder gratuitamente a expresiones artísticas diversas y que las disfrute en espacios no tradicionales.
La apropiación de los espacios públicos por parte de la obra artística y de las acciones de sus creadores implica una ruptura del ritmo cotidiano y propone una relectura de la relación entre el transeúnte y su ciudad, así como un nuevo vínculo entre el espectador y el arte.
El Festival de Arte en la Calle, en Quito, se realizó por primera vez en 2002. La idea, según su directora Piedad Viteri, fue la de “intervenir espacios cotidianos y públicos para generar cultura de libre acceso”.
Durante los primeros años, con presupuestos limitados, se mostraron pequeños ruedos de artes circenses y música, sin embargo, con el paso del tiempo, el público se incrementó y las propuestas se diversificaron, pero también la necesidad de aumentar los recursos se tornó imperiosa. Así varios colectivos ciudadanos y ciertas instituciones empezaron a adherirse en las ediciones posteriores, brindando su apoyo logístico, económico o colaborando en la tarea de difusión.
Lo que primero se vio fortalecido fue el espacio escénico y musical. Las artes visuales llegaron después. Hace tres años se incorporaron exposiciones en la vía pública y expresiones artísticas en espacios publicitarios y en edificios, y hoy, en la décima edición consecutiva, el Festival de Arte en la Calle es un sistema integrado que comprende sucesos simultáneos en varios espacios de la capital, con eventos masivos multidisciplinarios de libre acceso, exposiciones artísticas de permanencia mensual o bimensual en espacios públicos y en espacios publicitarios, murales o espacios arquitectónicos intervenidos, talleres y foros sobre arte y espacio público.
A la iniciativa se han unido también escuelas, bares y artistas independientes. Precisamente la apuesta de este año, según la organización, es impulsar el involucramiento ciudadano con esta propuesta para ampliar los espacios de exposición a otras ciudades del país, fortalecer e instituir el encuentro como una plaza emblemática para la comunidad artística internacional, tal como lo son, desde hace años, ciudades europeas, como Berlín, París, Amsterdam; o latinoamericanas, como Buenos Aires, Caracas o Sao Paulo, donde la intervención artística de espacios públicos es ya una tradición en varios escenarios.
Yochai Matos, artista israelí invitado a la presente edición con el apoyo de la embajada de Israel en Ecuador, es el responsable de la instalación luminosa Public Land (territorio público) en el Arco de la Circasiana, en el parque El Ejido, donde se inauguró el festival con una gran fiesta electrónica.
“Siento que la tierra en Quito es pública, Ecuador es público”, dice Matos para justificar el concepto de su intervención inaugural. Para este artista, los contrastes visuales que ofrece la ciudad son un ingrediente que fortalece su propuesta: “Quito es muy diferente al predominio urbano de otras ciudades. Acá hay una presencia muy grande de naturaleza”, y esa conjunción paisajística ofrece “nuevas posibilidades de intervención”.
Matos tomó en cuenta, además, el hecho histórico de cómo llegó al parque el Arco de la Circasiana, o Puerta de la Circasiana, cuando la familia Jijón donó a la ciudad el portal de piedra de su palacete, ubicado en las actuales avenidas 10 de Agosto y Colón, “como si fuera la donación de un arco del triunfo, de un triunfo ficticio”.
Fabricio Lalama, constructor y artista quiteño, participante del festival, dice que su misión al intervenir los espacios ha sido permitir que la persona sea pública, pero no mediática: “Aquí la gente quiere ser famosa y conocida y los espacios son famosos y conocidos, pero un personaje público es quien más tiempo permanece en el espacio público”.
En concordancia con la intención de la presente edición, el festival de este año incluye también la realización de varios foros y talleres: el 13 de julio, en la Unidad Educativa Quintiliano Sánchez (calle Galavis y Andalucía, La Floresta), se realizará un encuentro para hablar sobre pintura mural con niños y niñas, desde las 10:00. El 15 de julio, el bar cultural La Estación, ubicado en las calles Joaquín Pinto E7-38 y Diego de Almagro, en el barrio La Mariscal, reunirá a todos los artistas participantes en un conversatorio sobre arte y espacio urbano, a las 18:00; y el 20 de julio, en Cero Inspiración (Lugo y Guipúzcoa), en La Floresta, se llevará a cabo una jornada con la participación del colectivo Robots de Inglaterra, desde las 16:00.
El colectivo Robots se caracteriza por la utilización de madera recuperada de la basura y de los depósitos de desechos urbanos, para el reciclaje y la construcción de grandes estructuras alusivas a figuras robóticas. A ellos se unen las propuestas de Sam3, de España (Samuel Marín), y los ganadores ecuatorianos de la convocatoria nacional en Fotografía, Ilustración e Instalaciones Plásticas bajo los temas real-irreal, Agua y vida cotidiana, La ciudad nutre y La ciudad late, respectivamente. De estos últimos fueron seleccionados 6 trabajos fotográficos, 15 ilustraciones y 2 instalaciones plásticas que estarán en exhibición en vallas y paletas publicitarias en varios puntos de la ciudad. Las dos instalaciones son Ola Formato CD, del artista Javier Bustos, que se exhibirá en 3 eventos del festival; y Pulso ciudadano, del colectivo Desborde que será visibilizado en varias paradas de la ruta de transporte público de la Ecovía.
Uno de los momentos del festival que ha generado gran expectativa en la población y que, además, es parte de su afiche promocional, tendrá lugar el lunes, en el edificio conocido vulgarmente por los quiteños como la “Licuadora”, ubicado en la avenida 10 de Agosto y Briceño, donde el israelí Matos instalará una magna obra con luz eléctrica que permanecerá expuesta hasta la finalización del encuentro.
Esta intervención coincide con el anuncio de la próxima demolición de ese edificio quiteño.