”En Seseribó la salsa solo era una excusa”
¿Por qué deciden cerrar Seseribó?
Bueno, creo que es una suma de cosas. El lugar cumple treinta años. La sociedad (los propietarios) creyó que era el mejor momento para retirarse. Y me parece que no hay bares en el Ecuador que han aguantado tanto tiempo. Ya se habló de cerrar en otros momentos, hace siete y cinco años. Todos los dueños decidieron que era mejor ahora.
Seseribó se convirtió en una marca que tiene éxito...
Claro. Esa es una marca que nos la llevamos, el nombre no lo vendemos. La marca quedará guardada hasta nuevo aviso. No hay planes de otro Seseribó ni nada por el estilo. Sé que hay mucha gente dolida, incluso yo, que no sé si bailaré salsa de la misma forma.
Pero la salsa no fue su única oferta...
Claro, se ofreció de todo. No solo van bailarines. Creo que la nota clave iba más allá. La salsa era como una excusa nada más. Creo que es el arte el fondo de todo esto. Seseribó fue el lugar donde se desarrolló todo tipo de proyectos: cinematográficos, maritales, de teatro, de música; muchos se fraguaron allí y se presentaron allí mismo.
Yo llevo siete años al frente del lugar como reemplazo de mi padre (Roberto Rubiano). Los años anteriores, puedo decir, fueron más intensos que los actuales. Fue siempre la punta de flecha de todo lo que pasa ahora en Quito. Le abrió el camino a todos los demás.
Seseribó empezó a proyectar cine -hizo varias proyecciones de filmes de Federico Fellini-, a medianoche. Como se abría de martes a sábado, se hacía un poco de rock, reggae. Presentamos también las nuevas propuestas de música alternativa. Hicimos eso sin perder la identidad porque somos profundamente salseros. El jazz también tuvo su espacio. A Omar Sosa lo trajimos. Los Van Van también tocaron acá. también estuvieron los músicos de Rubén Blades, los de Willie Colón. La 33 se hizo famosa acá y desde entonces no dejó de despuntar. Y es una lista larga que tuvo también a Oscarito Valdez.
¿Cómo se fraguó este concepto?
El concepto lo propuso mi padre. Mi madre es ecuatoriana y mi padre colombiano y ambos deciden venirse de Colombia. Y cuando buscaron un lugar donde rumbear no había. Y el lugar comenzó así. El concepto de la salsa era dado por mis padres que trajeron esa onda desde Bogotá. Cuando abrieron el comentario fue que era una locura que en Quito se abra un lugar así, pero bueno, ya de eso pasó treinta años.
¿Cómo ve desde su lado de la barra ese fulgor que genera en sus asiduos Seseribó?
Es bueno ver, como se verá hoy, pintar en vivo a Luigi Stornaiolo, Diana Armas, Carlos Monsalve y otros. Hubo mucha relación con gente de cine, pintura, arte. Y el bailador claro, pero como te dije, la salsa siempre fue una excusa.