‘El Príncipe’ fundó la ciencia política y no hay obra que lo supere

Nicolás Maquiavelo empezó a escribir El Príncipe mientras se encontraba exiliado en Sant’Andrea en Percussina. Se retiró allí tras ser encarcelado y condenado a pagar una considerable cantidad de dinero por haber participado en la conjura contra los Medici, liderada por Pier Paolo Boscoli. 

Una de las primeras menciones de la obra se encuentra en una carta escrita por Maquiavelo desde la localidad donde estaba exiliado su amigo Francesco Vettori, embajador de la República de Florencia ante la corte pontificia del papa León X. Maquiavelo, en una carta fechada el 10 de diciembre de 1513, le cuenta sobre lo dura que es la vida en el campo, sobre sus estudios y le revela que ha escrito “un opúsculo” titulado “De Principatibus”, en el que profundiza “qué es el principado, de qué especie son, cómo se adquieren, cómo se conservan, por qué se pierden”.

Desde entonces, hace 500 años, El Príncipe es considerado como la obra “fundadora de la ciencia política”. A decir de la académica Ivana Costa, en un artículo publicado en Revista Ñ, “lo que hoy en día vuelve más fascinante la lectura de Maquiavelo es su conciencia del tipo de trabajo que él ofrece a los gobernantes con este pequeño libro. En la Dedicatoria a Lorenzo de Médicis explica que El Príncipe no es más que el resumen de su ‘conocimiento de las acciones de los grandes hombres, aprendido con una vasta experiencia de las cosas modernas y una continua lección de las antiguas’. Maquiavelo exhorta a Lorenzo a tomar las riendas de la Italia fragmentada y ofrece su propio análisis político, derivado del estudio del pasado y de las ‘cosas modernas’”, dice Costa.

Y con “cosas modernas” Maquiavelo se refiere a su propia experiencia como secretario de la cancillería florentina, que le permitió relacionarse, en calidad de enviado de la República de Florencia, con los principales líderes políticos de su tiempo: los señores de los estados italianos, el rey de Francia, el emperador Maximiliano de Habsburgo, el papa Julio II, César Borgia; con sus ministros, asesores y capitanes.

Terminado de escribir el 10 de diciembre de 1513, el célebre tratado de Nicolás Maquiavelo (1469-1527), redactado en solo 10 meses, se ha convertido con los siglos en un sustantivo (maquiavelismo) y un adjetivo (maquiavélico), que explica la doctrina de que para lograr el fin no hay que reparar en los medios.

Junto con Pinocchio, de Carlo Collodi, el libro de Maquiavelo es el texto de un autor italiano que más traducciones ha tenido en el mundo, indicó Valdo Spini, presidente del comité florentino de las celebraciones del 500 aniversario de El Príncipe. “Maquiavelo fue aquel que entendió primero que el poder no fue otorgado por Dios sino que es temporal”, explicó Spini.

Para rendir homenaje a una de las personalidades más importantes del Renacimiento, quien también fue diplomático y filósofo, ha sido organizada una exposición bajo el lema ‘La vía del Príncipe’. La exposición, que estará abierta hasta febrero de 2014, incluye 90 documentos firmados por Maquiavelo, el manuscrito “El arte de la guerra”, así como cartas en código, pinturas y retratos, explicó Silvia Alessandri, vicedirectora de la Biblioteca Nacional de Florencia. El comité organizador quiere desmentir también el estereotipo que se ha expandido en el mundo según el cual el italiano “es doble y oportunista”, como sugiere el libro al poner al desnudo las verdaderas prácticas del poder.

HOY SE DISCUTE EN QUITO SOBRE MAQUIAVELO

En Ecuador también se conmemorará los 500 años de la publicación de El Príncipe de Nicolás Maquiavelo mediante el conversatorio ‘Maquiavelo: Realismo político, República y fortuna’, que se desarrollará hoy en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso Sede-Ecuador), en el Salón de los Afiches, a las 11:00.

La charla, organizada por el Departamento de Estudios Políticos de la Flacso, estará a cargo de los siguientes académicos: Richard Ortiz, Rafael Silva, Julio Echeverría y Hugo Neira.