El papel se hace lenguaje del arte
Ovni. Un nombre sugerente para representar objetos voladores, en este caso, sí identificados. Los aviones de papel, fueron los primeros objetos que se hicieron en la infancia y que volaban sin permiso de aterrizaje por las aulas de una escuela. Por ello artistas plásticos jóvenes y con el arte de vanguardia entre la mente, idearon el Colectivo Caracolito de Papel Violeta con su proyecto Papelito no mas es, que incluía una competencia de aviones de papel, enseñanza de su doblaje, y en la tercera etapa, una exposición de arte contemporáneo.
Esta última como fase final del proyecto, incluye escultura, instalación y vídeo arte para que diez artistas elaboraran obras basadas en el juego del avión de papel. “Construir con nuestras propias manos un papel te regresa a épocas lúcidas, donde teníamos más contacto con el juego”, comenta María Fernanda Gallardo, directora del evento y expositora.
Aunque algunos optaron por usar otros soportes, el papel fue el material predominante en esta muestra, por eso se inició una etapa de reciclaje de hojas que duró varias semanas por oficinas públicas. “Un avión de papel es como la vida humana, frágil pero puede volar, depende de las condiciones atmosféricas”, comenta Gallardo con respecto a las obras.
Árbol de papel
En el espacio de la galería un árbol gigante hecho de hojas de reciclaje tiene una sutil metáfora de construcción. “Si el papel viene del árbol, por qué no hacer un árbol de papel”, fue la premisa de José Jumbo.
Con complejidad, este trabajo tiene un tronco armado de papel periódico como si fueran tejidos naturales, en sus ramas papel diverso con mucho movimiento, recolectado de hojas de cuadernos infantiles. Se evidencia varios meses de elaboración por el gran movimiento de la escultura. Esta exposición y la competencia se pudo realizar gracias al Sistema Nacional de Culturas, el cual ganó el premio en el 2009, y en el 2010, nuevamente por concurso, tuvo la fase de seguimiento. Con este fondo se financió la construcción de estas obras, las cuales requieren mucho dinero par a su concepción.“Esta parte no se toma en cuenta cuando llaman a salones nacionales para una exposición, no te dan nada, ni siquiera algo simbólico, por eso cada artista tiene que sacar de donde pueda”, comenta Gallardo. Gracias a este fondo la mayor parte de los creadores recibieron un rubro, que aunque no representa lo que realmente cuesta elaborar una instalación, pudieron edificar sus trabajos.
Las moscas, fueron asociadas como aviones cotidianos en la obra de Mercedes Quishpe, artista que se plantea a los insectos como expresión del vuelo sin motores ni permiso. Quishpe comenta que los insectos son perfectos, minúsculos cuerpos que se trasladan por el aire. En negro y rojo que simboliza la muerte y la sangre, la moscas de Quishpe están hechas de esos colores con materiales como el plástico y armadas de manera artesanal.
“La primera vida que se dio fue un mosco congelado, donde se supo de teorías sobre la evolución de la vida”, afirma Quishpe.
El tema ecológico acompaña a estos creadores y se muestra en el reciclaje que llevaron a cabo y que la han unido a la legendaria técnica plástica del origami. Se espera que poco a poco esta iniciativa se pueda convertir en un salón de arte contemporáneo, pero inspirado en el uso del papel.
Gallardo en su obra ha construido unas manos de resina que indican el proceso de doblado de papel para la formación de un avión.
Las instalaciones se las puede observar en la Casa de la Fundación Teatro Sucre ubicada en la Plaza del Teatro hasta el mes de abril.
Entrada libre.